Acabo de mentar a Kafka, y hoy leo una carta en La
Nación sobre un proyecto de ponerle su nombre
a alguna calle porteña.
No me gusta mucho la idea,
claro (claro, no?); aunque hay cosas peores (tenemos a Voltaire y a Garibaldi, por no hablar de algunos compatriotas impresentables).
Y me pregunto si será un deporte argentino,
eso de cambiar nombres de calles sin ton ni son…
por veleidades intelectuales o ideológicas
que el inocente habitante de una calle porteña
no merecer sufrir.
Al parecer, las candidatas a desaparecer del plano
para dejarle lugar a Kafka serían las calles «Santa Rosa»
o bien «Russel«. Es claro que viste mejor a la ciudad
-y educar mejo al vecino- el nombre «Kafka» que «Santa Rosa»
(ni hablar!)…
Pobre Santa Rosa … (bah: pobre Buenos Aires!). Pero no sería la primera
santa degradada… Si no recuerdo mal, la calle Lavalle fue
en un tiempo Santa Teresa (nada menos), y así con tantos…
Supongo que la calle San Martín (del microcentro) debe haber sobrevivido
porque todos se creen que alude al Libertador en lugar de
a San Martín de Tours.
Pero el lector que escribe la carta, lo hace para quejarse …
en defensa del otro candidato a desaparecer: Russell.
Que no es Bertrand
(algo es algo) sino un marino de los tiempos de la Independecia. Bueno.
De Santa Rosa, no habla; pero en cambio
sugiere la extirpación de «tantas calles con genéricos tan abstractos como: El Alfabeto, El Artesano, El Carpintero, El Lazo, La Marea «.
Me resulta curioso que «lazo» sea para este señor algo «genérico
y abstracto», que no vea el sentido de ponerle a una calle
un nombre de una cosa común y cotidiana. Pero imagino
que es un argumento capaz de convencer a los que están
en situación de poner nombres a nuestras calles: para estas
gentes las cosas reales son las que salen en los diarios.
Y -desde ya- hoydía los lazos (o los artesanos) no frecuentan mucho los diarios.
De paso: me comentaba un amigo sobre un pueblo español antiguo,
que posee una calle con un nombre muy lindo : calle Amargura. Vaya
mi cordial envidia a los vecinos.