En fin, ya me he acostumbrado, y la respuesta se ha ido tornando más lacónica y automática («destinatario equivocado, favor de sacarme de su lista de contactos»).
Bueno… Hace unos días recibí un mail que decía:
Se nos dió Hernán.
Liberaron la Misa Tridentina.
Debés de estar contento y gracias por tu apoyo a esta causa.
Y ahí quedé, perplejo y dubitativo… No sé, aun ahora, si se trató de uno de esos envíos equivocados.
Como sea, en algo se equivocó; eso es seguro.
No deja de interesarme lo del Motu Propio; hasta podría llegar a decir que me alegra. Dificulto que pueda llegar a decir que me entusiasma. Nunca hablaré de una causa que me importe apoyar.
Ya he dicho bastante de mis simpatías y rechazos. Diré, a riesgo de cansar, que los tradicionalistas me tienen cansado con este tema, entre otros. Me huelen feo sus enardecimientos, y me disgusta el espíritu sectario y resentido con que tantos han salido a festejar la noticia. Me da la impresión de que la importancia que dan a sus rabietas litúrgicas (que, repito, en buena medida comparto) es gravemente desproporcionada, que la pompa y la solemnidad con que entronizan pasiones que al fin y al cabo no suelen pasar de lo estético, junto con la soberbia agresiva de rigor (qué saben esos lo que significa ser católico; eso lo sabemos nosotros) apesta a necedad y fariseísmo. Y, francamente, me parece que hay muchos tomistas que deberían leer esto; tal vez lo han leído, incluso tal vez lo enseñan; pero en los hechos, pareciera que ponen a la religión como virtud teologal (y quizás aun más).
Es que las guitarras rockanroleras y los curas voseadores de la parroquia me frustan la santidad, viste…. Ahhhh, si me dieran misa en latín, incienso y órgano… ah, ahí sería otro cosa… ahí tendría la devoción perfecta a un pasito; y de ahí a la unión mística, otro.
Déjemosnos de joder.
Con todo, yo sentí una módica alegría; y me intriga saber si pasará algo.
Tengo poco conocimiento y perspectiva. No conozco -y me gustaría conocer- lo que en el fondo piensa el Papa, y los obispos de por acá; y los curas, y los fieles. Supongo que, si algo fuera a cambiar con esto, lo haría muy lentamente. Vemos que las olas van y vienen, no me cuesta demasiado imaginar un resurgir de una liturgia más reverente y digna (aunque tampoco me cuesta imaginar lo contrario); yo tiendo a imaginar que tal resurgir -disparado por este Motu- tiene más posibilidades de arrancar en el norte que acá. Y acá como allá, pondría más fichas en el buen sentido (estético, para empezar) de algunos de las generaciones nuevas; minoritarios pero equilibrados. De la derecha, de los que hicieron suya la causa, poco de bueno puedo esperar; más bien puedo esperar que entorpezcan (por ej.), exasperen y retrasen. Y de los del otro lado, sólo puedo esperar que se extingan. Y de los obispos… qué vamos a decir de los obispos de por acá… si de estas cosas entiendo poco, de esto en particular no entiendo nada.