Tres más (y joderemos más); para desesperación
de algunas personas que me quieren bien.
Reviví esta semana aquella
sensación juvenil, de fijarme por dónde voy para gozarme de que falte mucho. Pero esta vez -ahí tienen- no se trató de una película de Miyazaki.
Se trató de un manga (un comic), largo, algo más de mil páginas, que un amigo tuvo la gentileza de traerme desde Barcelona
el domingo pasado. De Miyazaki, miren qué casualidad. Lamentablemente, ya me falta poco.
Una rareza que encontré buscando otra cosa. Una especie de viñeta infantil, dibujos con un texto poético bajo la forma de carta de un niño a su hermana. La traducción
(poesía-o-algo-así… y con escala intermedia en el inglés) es seguramente algo infiel y arbitraria. Pero igual se me dio la gana de subirla. Y acá está. No estoy seguro de por qué logra emocionarme.
Tal vez alguna lectura simbólica —de la parálisis, para empezar—; o acaso es que es de Miyazaki, nomás.
Estoy armando la prometida «página Ghibli». En la infancia todavía, y aprendiendo a caminar, pero pueden ir viendo. Acá.