Creo que no ha sido editado en castellano; y mi edición -de 1925- viene de París (Taunchitz edition) con la advertencia: «The copyright of this Collection is purchased for Continental Circulation only, and the volumes may therefore not be introduced into Great Britain or her Colonies.». Novela no muy popular, acaso inhallable -hasta es posible que yo sea el único hispanohablante que sepa de ella. Y por lo mismo, bien puede ser esta la recensión más inútil que jamás se haya hecho de un libro.
Digamos pues, rápidamente, que la novela es agradable, y muy legible. Temática religiosa, sí, pero no escatológica. Con la combinación de humor y buen sentido que caracteriza a muchos de esa camada de ingleses conversos. La trama decae un poco en la segunda mitad, y el desenlace (en el libro faltaban las 4 últimas páginas, descubrí con pánico!; suerte que estaba en gutenberg.org!) no me llena. En conjunto, pues, es una novela agradable e interesante pero no del todo lograda. Dudaría a la hora de sintetizar la temática. Creo que se trata de pintar una forma de santidad -novelada-, expiatoria en este caso.
Pensaba, de paso, que el arte actual no está tan ayuno de estas temáticas como pudiera suponerse; bien que a tientas-como si la santidad quisiera hurtarle el cuerpo a la religiosidad-, bien que mezclada con la figura del héroe o la del genio, la «vida del santo» sigue atrayendo, me parece. «Amelie«, por poner un ejemplo (película que también vi estos días, con limitada simpatía).
Bueno. Ya había terminado el libro, y armado -en la cabeza- esta reseña cuando, releyendo los diarios de Leon Bloy, encuentro en «El peregrino del Absoluto» esta entrada:
(7/oct/1912) Me recomiendan otro libro de Benson: «La vocation de Frank Guiseley»…
(Según anota el editor, el que hizo la recomendación fue su ahijado Maritain). Y reconozco de inmediato el nombre del personaje principal de la novela que yo acabo de leer: Frank Guiseley. Por lo que, descubro ahora, Bloy la había leído! Se ve que en Francia le cambiaron el título; y hoy parece inencontrable. El la terminó en dos días —como yo!—, y su impresión es muy parecida a la mía: entusiasmo al comienzo, decepción al final. Esta complicidad en una lectura tan rara, y en la impresión recibida, me proporciona una módica alegría.
Aunque, por otro lado, todo eso hace que mi recensión sea aún más inútil, si esto cabe.