… poco a poco, minuto a minuto, el lienzo comenzó
a tomar vida. No había dificultades, y la
intrincada multipliplicidad de luz y colores se convirtió
en un todo. Encontré cada vez
el color exacto en la paleta. Cada pincelada, apenas
terminada, parecía haber estado allí desde siempre.
La última tarde oí una voz a mis espaldas:
-¿Puedo quedarme a mirar?
Me di vuelta y vi a Cordelia.
-Sí, con tal de que no hables.
Seguí trabajando, absorto, hasta que la luz menguante del sol me obligó a dejar los pinceles.
–Debe ser maravilloso poder hacer eso.
Me había olvidado de que estaba allí.
-Lo es.
(Retorno a Brideshead – E. Waugh)
Leí: «El elegido«, de Thomas Mann, la primer obra suya
que leo; historia legendaria medieval, muy sólida,
agradable -y acaso algo fría en el fondo.
«Las puertas de Anubis» , de Tim Powers. Ficción
fantástica, con una par de «viajes en el tiempo»;
audacia de virtuoso, y cierta crueldad para con los personajes;
es el segundo libro de T. Powers, y en ambos el autor
maltrata mucho -física y psicológicamente- al protagonista;
quisiera ver en eso una especie de ascesis, pero no me termina
de cerrar, y no me deja buen regusto; el autor
es muy recomendado, pero parece que no es para mí… La última tarde oí una voz a mis espaldas:
-¿Puedo quedarme a mirar?
Me di vuelta y vi a Cordelia.
-Sí, con tal de que no hables.
Seguí trabajando, absorto, hasta que la luz menguante del sol me obligó a dejar los pinceles.
–Debe ser maravilloso poder hacer eso.
Me había olvidado de que estaba allí.
-Lo es.
(Retorno a Brideshead – E. Waugh)
Y «Jane Eyre«, de Charlotte Bronte, un clásico romántico, que sólo conocía por la película de Zeffirelli, y que leí con agrado -a pesar de que lo encaré en inglés-; lindo (qué caso el de estas hermanas…). Una frase al pasar de la novela (inglesa, mediados del siglo 19). Habla Mr. Rochester:
…. Semejante flor, pues, sólo me gusta a medias… sobre todo
cuando aparece tan artificial como ahora.
La retengo conmigo y la crío más bien siguiendo
los principios del catolicismo romano, como si quisiera
expiar con una
sola buena obra una multitud de pecados…