Los hablantes argentinos (de Buenos Aires, sobre todo)
practicamos el yeísmo de manera casi universal.
Suena feo, en realidad; pero tenemos cosas peores.
En mis años infantiles, si no recuerdo mal,
la pronunciación correcta española de la «elle»
sólo se oía en ocasiones formales: sobre todo en boca de las maestras, en los discursos de los actos escolares. Y me llamaba la atención. (Más oscuramente recuerdo
que en los primeros grados de la primaria se enseñaba la
pronunciación española. Enseñanza exótica y rápidamente
puesta a un costado, como tantas.)
Supongo que hoy las cosas han cambiado, y las maestras
pronuncian (y enseñan) como hablan en la calle (pronúnciese cashe). Y no hay muchas ganas de usar
lenguajes más o menos formales según el ámbito,
sea en la pronunciación o en vocabulario.
Pensaba el otro día (haciendo un poquito de fuerza
para encontrarle un lado conmovedor, y quedándome corto
por varios metros) que tal vez el último vestigio
lo constituyan algunas señoras que leen las lecturas de misa.
Me sorprendió doblemente la radio, unas noches atrás:
alguien recitaba poesías … de Leopoldo Marechal (segunda)…
y pronunciando las elles… Aunque con culpable inseguridad,
hay que decirlo, alternando «lliantos» con «cabayos». Curioso.
Veo de paso, que el poema en cuestión («A un domador de caballos») no está en Internet. Ausencia que trataré de llenar en cuanto pueda hacer andar el scanner.