Pensar, sí. Imaginar, no.

De entre las notas de Simone Weil de sus Cuadernos:
Cada vez que advirtamos en nosotros un pensamiento involuntario de orgullo, volver la mirada de la atención al recuerdo de una humillación pasada; elegir la más amarga, la más insoportable. Adiestramiento.
Vale más ese adiestramiento por medio del pensamiento (pensamiento real, y no imaginario) que el realizado por medio del dolor físico voluntario. Aplicarse un pensamiento puede ser algo perfectamente real, mientras que infligirse un dolor físico o una privación puede ser pura imaginación…
No era de hacer paradojas a lo Chesterton, Simone. Entre un pensamiento y un acto, el pensamiento bien puede estar del lado de lo real y el acto del lado de lo imaginario, (y en tal caso entonces el pensamiento será mas saludable que el acto)… Y hay que recordar qué mal se llevaba Simone con la imaginación.
# | hernan | 2-julio-2004