Cada vez que advirtamos en nosotros un pensamiento involuntario
de orgullo, volver la mirada de la atención
al recuerdo de una humillación pasada; elegir la más
amarga, la más insoportable. Adiestramiento.
Vale más ese adiestramiento por medio del pensamiento (pensamiento real, y no imaginario) que el realizado por medio del dolor físico voluntario. Aplicarse un pensamiento puede ser algo perfectamente real, mientras que infligirse un dolor físico o una privación puede ser pura imaginación…
No era de hacer paradojas a lo Chesterton, Simone.
Entre un pensamiento y un acto, el pensamiento bien
puede estar del lado de lo real y el acto del lado de lo imaginario,
(y en tal caso entonces el pensamiento será mas saludable que el acto)…
Y hay que recordar qué mal se llevaba Simone
con la imaginación. Vale más ese adiestramiento por medio del pensamiento (pensamiento real, y no imaginario) que el realizado por medio del dolor físico voluntario. Aplicarse un pensamiento puede ser algo perfectamente real, mientras que infligirse un dolor físico o una privación puede ser pura imaginación…