Impresiona ver la profundidad con que están
enraizadas las supersticiones racionalistas de nuestro siglo.
La famosa teoría psico-sociológica de hace cincuenta o sesenta años que pretendía que los australianos primitivos no entendían la relación entre el acto sexual y la fecundación; que explicaban ésta por la introducción de un «espíritu» ancestral en el vientre de la mujer…
Esta es, ciertamente, la creencia de los australianos adultos (es decir, «iniciados»); pero lo creen, no porque sean incapaces de percibir la relación causal sexo-fecundación, sino porque han aprendido a creer en una «paternidad espiritual». Y la iniciación consiste, entre otras cosas, en la revelación de este misterio: la fecundación es un acto espiritual. No se trata de una ignorancia de la fisiología, sino de la superación de ese conocimiento natural por la revelación del misterio. La prueba: ya los niños australianos saben que la fecundación es el resultado de las relaciones sexuales (han observado esta relación causal en los perros).
De hecho, los niños representan el «estadio natural» del conocimiento. Pero, a través de la iniciación, se les enseña a olvidar —a superar— ese estadio, y comprender así que no se trata de un acto natural, sino de un misterio.
Del Diario de Mircea Eliade, 2 de abril de 1962.
La famosa teoría psico-sociológica de hace cincuenta o sesenta años que pretendía que los australianos primitivos no entendían la relación entre el acto sexual y la fecundación; que explicaban ésta por la introducción de un «espíritu» ancestral en el vientre de la mujer…
Esta es, ciertamente, la creencia de los australianos adultos (es decir, «iniciados»); pero lo creen, no porque sean incapaces de percibir la relación causal sexo-fecundación, sino porque han aprendido a creer en una «paternidad espiritual». Y la iniciación consiste, entre otras cosas, en la revelación de este misterio: la fecundación es un acto espiritual. No se trata de una ignorancia de la fisiología, sino de la superación de ese conocimiento natural por la revelación del misterio. La prueba: ya los niños australianos saben que la fecundación es el resultado de las relaciones sexuales (han observado esta relación causal en los perros).
De hecho, los niños representan el «estadio natural» del conocimiento. Pero, a través de la iniciación, se les enseña a olvidar —a superar— ese estadio, y comprender así que no se trata de un acto natural, sino de un misterio.