De paso: acaban de estrenar Ponyo por acá (yo grabé el tema, como para festejar). Los críticos argentinos son generosos con la película 1 2 3 4. Aunque el público seguramente irá a consumir la Era de Hielo o Harry Potter. Y bueh, no dejaremos pasar la oportunidad de ver a Miyazaki en pantalla grande, esperemos que el sonido sea bueno y el doblaje pasable.
Más de paso: la última de las críticas que enlazo no puede evitar algunas tonterías muy características:
En Chihiro, una nena de diez años, triste y angustiada porque debía mudarse a otra ciudad, reinterpretaba ese viaje como una prueba iniciática que transcurría en lo más profundo de su imaginación, donde sublimaba la conflictiva relación con sus padres, a quienes llegaba a imaginar con el rostro de unos cerdos.
Viene justo a propósito del tema del post anterior. Si a este crítico lo agarra Flannery… o el mismo Miyazaki…
Estos días, en los pocos huecos que me ha dejado una racha de trabajo agotador,
me he reído mucho con otra opereta
de Gilbert y Sullivan: Los piratas de Penzance, en varias versiones que me han prestado.
Excelente. Lástima que la única versión con buen sonido es una producción demasiado
modernizada, con diversos excesos y variaciones de gusto muy dudoso; pero mi gusto
también es dudoso, y la he disfrutado plenamente. Hasta he rebuscado partituras…
Algunos pedacitos en Youtube.
Tim Burton está filmando una versión de Alicia en el país de las maravillas. Tampoco
estoy seguro de que la estética sea de buen gusto. Una espectacularidad un poco obvia, efectista. Pero, veremos. Observen, de todas maneras,
esta imagen.
Fíjense en los arbustos al pie del muro, a cada lado. ¿No notan nada raro? Esas ramitas están espejadas, las de la derecha son (en gran medida)
copias espejadas de las de la izquierda. Con lo cual las sombras quedan mal, iluminación inconsistente. Bueno, disculpen que lo diga, pero… esas cosas, en Ghibli, no pasan. No he leído la última encíclica, y no tengo apuro. Sobre todo, no tengo apuro en «formarme una opinión» -en esta cuestión y casi cualquier otra. De todas maneras, ha sido divertido ver el efecto en la derecha liberal, cómo les ha hecho mostrar la hilacha a tantos (George Weigel en especial; estos también se lucen con las interpretaciones). Y me estoy temiendo que el catolicismo español se viene más deshilachado que el yanqui en este renglón. «¿Es realmente tan espantoso tu trabajo?» pregunta la madre a Dilbert. Respuesta: «Es la muerte; pero sin su glamour».
Aprecio tanto la sabiduría del autor de Dilbert como la del autor de Mafalda -es decir, prácticamente nada. Pero la frase tiene gracia y tiene miga.