Fue en un colectivo, hace años (más de quince, digamos), Buenos Aires, zona de Congreso, creo. Suben dos artistas ambulantes. Dos chicas muy jóvenes, adolescentes, nerviosas y rientes (al modo de las ‘three little maids’ de El Mikado) *, una de ellas con una guitarra. Se presentan al público (más impasible que respetable) y anuncian una canción; cruce de miradas, nueva risita, y arrancan. Yo, pesimista de mí, estaba apostando por algo de León Gieco o Víctor Heredia. Pero resultó un tango. Y, sorpresa doblemente agradable, un tango no muy frecuentado (y no malo, a pesar de su letra floja y con sus solecismos -¿se dice ‘solecismos’, Jeeves?); y bastante bastante bien interpretado, en la voz y la guitarra. Yo, que por entonces estaba encariñándome con el tango, quedé encantado; aunque no estoy seguro de haber aportado al arte popular, ni siquiera con alguna palabrita de felicitación y aliento. No sé qué habrá sido de aquellas chicas.
Y hoy: viajando en el 15 una mujer inicia su presentación; de entrada me parece una de las habituales vendedoras de medias y hebillas para el pelo. Pero entonces veo que lleva en la cintura un radiograbador; dispara el acompañamiento de un tango y se larga a cantar. Y es «Marionetas«, uno de mis tangos preferidos. Y canta muy bien. Demasiado bien para un colectivo, en realidad. Yo estaba en las nubes. Al menos esta vez alcancé a aportar algo (moneda y felicitación); y aunque no oí o no recuerdo su nombre, sí capté que canta los sábados en el «bar de Carlitos», Carlos Calvo y Avellaneda. Vaya el dato, por lo que valga.
En Europa, las cosas son distintas; los colectivos se llaman ‘buses’ y en lugar de usarlos para cantar tangos lo usan para propaganda atea.
Es claro que en todos las creencias-partidos-sectas hay distintos niveles de inteligencia; si digo que los militantes ateos, los que hacen más ruido, parecen ser los más pavotes, no digo mucho; no es buena razón para el desprecio, y probablemente algo parecido pase con el catolicismo (con darse una vuelta por los comentarios de aciprensa…). Pero es que aparte de esas coordenadas de grado de militancia, el ateísmo tiene una especie de subespecie, la que podríamos llamar cientificista o positivista. Y me parece una desgracia que sea precisamente esa variante la que haga más ruido, ese tipo de ateísmo me parece terriblemente estúpido e insulso, no puedo siquiera hacer el esfuerzo de buscar su lado más inteligente para respetarlo (como sí puedo hacerlo con el ateísmo filosófico, digamos). He tenido mis evoluciones ideológicas, ya lo he dicho; pero este ateísmo, el que tiene a Carl Sagan en su santoral y que a la mención de la palabra Dios hace surgir el espíritu de Popper para aplicar el test del falsacionismo a la existencia de ese objeto problemático, siempre me pareció un simple delirio. Cuando Nietszche o Sartre o Marx o sus seguidores me hablan de Dios, para negarlo o repudiarlo, puedo acordar que estamos hablando de lo mismo, en cierta medida. Con los otros, no, para nada; la verdad es que no sé de qué cuernos están hablando cuando hablan de Dios. Y lo mismo (y por lo mismo) del simple hecho religioso, de lo que significa para el hombre (individuo y sociedad) tener una religión, creer en la divinidad (en los sentidos más amplios de la palabra).
Y el caso de este bus ateo, no parece mal ejemplo. «Probablemente Dios no existe. Entonces, deja de preocuparte y disfruta de la vida»… No, realmente, no nos entendemos. Para empezar, las dos cuestiones que menciona Pseudópodo; son precisamente las dos que primero se me cruzan. Pero ni siquiera podría iniciar una discusión; lo dicho, no sé de qué están hablando esta gente cuando hablan de Dios y de religión.
Por otro lado, dudo que este ateísmo haga mucho daño; y hasta sospecho que campañas como esta son contraproducentes.
Aunque me digan que esta no es la cuestión, y que existe la obligación de dar razones y de llevar luz al que está en las tinieblas, y todo lo que quieran.
En este caso, y por lo pronto, yo me quedo con estas dos entradas del raving atheist. Y a otra cosa.
* El inglés tiene verbos más plásticos, me parece:
«giggle» sólo podemos traducirlo como, sustantivo, y aún la palabra (risita) es pobretona.