Jarinko Chié (o Kie) es una película pre-Ghibli (1981) de Takahata, prácticamente desconocida por acá, incluso entre los fans. De hecho, era la única (hasta ahora) sin subtítulos en castellano. Sólo había sido estrenada hace poco en Francia, con doblaje y todo (los franchutes son los más afectos a Ghibli en occidente, según parece).
No es animé muy típico, está basado en una historieta (manga) humorístico costumbrista, por lo que ni el guión es original de Takahata, ni lo son los caracteres y diseño de personajes (aunque se estilizaron un poco para la película); además, el carácter episódico de la tira (sobre la cual también se hizo después una serie) implica un guión basado en viñetas: si bien tiene un hilo argumental (no es tan fragmentaria como «los Yamada») no puede decirse que tenga comienzo y desenlace.
Dado que es, por lejos, la más ignorada de la lista, yo no esperaba mucho;
tal vez en parte por eso, me llevé una grata sorpresa. Muy disfrutable y graciosa.
Y por más que el estilo de dibujo (la rusticidad del estilo historieta, digamos)
no sea muy ghibliano, creo apreciar montones de
toques Takahata, pequeños grandes aciertos, honestidad artística, calor humano,
detalles de «manejo de cámara», timing o no sé qué. Por eso me decidí a subtitularla, en base a las versiones en inglés y francés que encontré por ahí.
¿Y por qué es tan poco conocida entre nosotros? Por algunos rasgos chocantes, seguramente. No tanto por las referencias culturales, no mayores que otras películas de Ghibli, sino por ciertas convenciones… A ver. Antes de ir a lo más notorio… es un humor algo… brutal, agridulce. Bastante violencia física (no sé si es una ganancia o una pérdida, pero cada vez nos hacen menos gracia los golpes como recurso humorístico; sí, todavía disfrutamos de Tom y Jerry, o del Chavo del Ocho, pero hasta ahí nomás; y estos van un poco más lejos; Miyazaki mismo, en Porco Rosso y en Laputa tiene secuencias humorísticas a base de golpes, levemente excesivas para la mayoría de nosotros).
Humor un poco grueso en varios aspectos (Chié casi se ve obligada a comer una omelette con mocos…). Más importante: una mezcla algo desacostumbrada de puerilidad y adultez, de brutalidad y ternura (de ahí lo de agridulce) en la trama y el tono, que nos descoloca un poco.
Chié una niña muy animosa, con un padre (Tetsu) impresentable, vago y jugador; la madre (Yoshie) ha hecho abandono de hogar, y es Chié prácticamente la que para la olla, atendiendo un bar modesto (un puestito de brochettes), con clientes no muy distinguidos y a horas no muy adecuadas. Ella misma aconseja a su madre (con quien se encuentra a escondidas) que no vuelva a casa, mientras Tetsu (Chié no puede acostumbrarse a llamarlo «papá») no cambie. Avanzada la película se produce una reconciliación a regañadientes, pero la situación no termina de arreglarse; Tetsu no soporta a su mujer, y lo dice abiertamente.
Tragicomedia, diríamos, pero en un registro algo raro, algo disonante a nuestros oídos. Y sin ninguna resolución: las cosas son así. Mezcla rara también de temas realistas-adultos y subtramas fantásticas-infantiles: los gatos que hablan y se baten a duelo, parodia de películas de samurais o spaghetti-westerns.
Y, yendo lo más notorio: testículos. ¿Qué? Sí… los que vieron «Pompoko», por ejemplo, sabrán que en la cultura japonesa los testículos (animales, sobre todo) no son partes tan íntimas/vergonzantes como las otras. Incluso el gatobus de Totoro, si se fijan… Bueno. En esta película (apta para niños, por supuesto) tenemos un par de escenas que… bueno, chocante es decir poco:
1. El padre ha apostado que la próxima persona que pasa es varón. Y resulta ser su hija. Pésimo perdedor, afirma que Chié en realidad es varón. Y como el otro exige pruebas… (bueno, se imaginan más o menos cómo sigue?)
2. Kotetsu, el gato de Kie, ha vencido en una lucha a Antonio, el gato del ganster; en la pelea le ha arrancado un testículo (esperen, no termina acá). Debilitado, Antonio muere en una pelea posterior, y el dueño lo embalsama (con su carencia muy visible).
Aparece después el hijo de Antonio (Junior), dispuesto a vengarlo. Lo enfrentan con Kotetsu, quien declara que ha enterrado el testículo en el cementerio. Ahí van todos, en procesión, bajo la luz de la luna (escena encantadora y desopilante… si uno consiente en instalarse donde el artista quiere).
Junior desentierra el testículo, llora, mira al cielo, promete al padre recuperar su honra y coloca delicadamente el órgano sobre una tumba para que desde allí observe el duelo que va tener lugar… (como dicen los chicos acá: «¡No podés…!»)
Bueno, con esto se hacen una idea… Y también se hacen una idea de los dilemas para el traductor. Opté por elipsis varias veces (no todas) y algún suavizado de asperezas. Espero no haber metido demasiados argentinismos (¿»mocosa» lo es? ¿y «alma en pena»?).
Para los que después de esto quieran ver la película, acá les dejo el torrent que armé (son 990Mb; buen video, mkv; audio en japonés; subtítulos en español y en inglés).