Podría uno, forzando algo las cosas,
pensar en una especie
de tradición nacional. Porque, hace siglo y medio,
un pasquín satírico danés se las agarró mal con Kierkegaard: lo ridiculizó de varias maneras (caricaturas, entre otras) y con especial saña, al punto de que el tipo pasó a ser una figura cómica entre
el pueblo de Copenhague.
Para Kierkegaard, como se ve en sus diarios,
el Corsair affair
fue un trago muy amargo.
Curiosidad nomás.
Y para que nadie crea que esto es un palo
a los daneses (al fin y al cabo, el mismo Kierkegaard
lo era), vaya otra referencia.
El fin de semana pasado vi «La fiesta de Babette«, y fue un verdadero placer. Muy linda película.
Que, de paso, tiene su lado religioso; y que pinta
ciertos aspectos del cristianismo luterano-pietista, que me recordaban al padre de Kierkegaard.
[* Es sugestivo que Página 12 hable -y casi sin ironía- de «pequeño pecado» para referirse a la inocentísima fiesta]