… en una breve autobiografía,
dice de sí mismo que, después de haber sido presbítero y escolástico de la
iglesia de Autún, se retiró a hacer vida solitaria en el sur de Alemania, probablemente
en algún monasterio benedictino cerca de Ratisbona, donde se dedicó
a escribir sus numerosas obras. A esto se debe su apelativo,
quizá seudónimo, de «Honorius solitarius».
Fue escritor muy fecundo,
aunque de poca originalidad. Es un buen compilador de materiales, que toma
de las fuentes más diversas: Plinio, San Jerónimo, San Agustín, Gennadio,
San Isidoro, San Beda, Escoto Eriúgena, San Anselmo, Lanfranco, Abelardo, etc.
Pero sus escritos tuvieron gran difusión en la Edad Media, aunque se echó en olvido su biografía y hasta su nombre.
…
Honorio es un caso representativo del estado de los espíritus a principios del siglo XII, cuando, después del letargo que sigue al renacimiento carolingio, comienzan a despertarse inquietudes filosóficas y teológicas. Su habilidad como recopilador y vulgarizador de ideas le hizo desempeñar a maravilla el papel de lanzar una multitud de temas que serán discutidos en el siglo siguiente. Es un lector incansable, pero tiene la habilidad de lograr síntesis claras, aunque un poco ingenuas. Tiene la preocupación del orden y de la síntesis panorámica del universo para colocar cada cosa en su lugar, en el espacio y en el tiempo.
…
Su «Imago mundi» es una vasta recopilación de conocimientos físicos, geográficos, astronómicos, meteorológicos e históricos de su tiempo […] su interés científico es nulo, pero constituye una buena muestra de la imagen panorámica del mundo en la Edád Media, que siempre debe tenerse en cuenta como fondo sobre el cual se desenvuelven sus especulaciones. Muchos conceptos medievales resultan incomprensibles si se prescinde del vasto panorama cósmico sobre el cual se entienden encuadrados.
En toda la Edad Media, la física, la astronomía e incluso la geografía y las ciencias naturales no se estudian sobre la naturaleza ni sobre la realidad, sino en los libros.
Así van pasando de mano en mano, en abigarrada mescolanza, datos bíblicos, paganos, cristianos, con las leyendas más inverosímiles, siempre respaldadas por el prestigio de alguna «autoridad» antigua. Todo ese pintoresco material, que circula sin el más mínimo sentido crítico, tiene sus fuentes remotas en la antigüedad: Varrón, Plinio, Aristóteles, los bestiarios, lapidarios y «physiologus» bizantinos, San Basilio, Gregorio de Nisa, San Ambrosio, etc.
Acompañemos a Honorio en su itinerario cósmico
En verdad es notable (y ha sido notado por muchos;
entre otros, C. S. Lewis en «The discarded image»)
la autoridad que tenían los libros en la Edad Media.
Nos cuesta comprenderlo … como nos cuesta
ver que hoy también confiamos en autoridades
de pareja confiabilidad.…
Honorio es un caso representativo del estado de los espíritus a principios del siglo XII, cuando, después del letargo que sigue al renacimiento carolingio, comienzan a despertarse inquietudes filosóficas y teológicas. Su habilidad como recopilador y vulgarizador de ideas le hizo desempeñar a maravilla el papel de lanzar una multitud de temas que serán discutidos en el siglo siguiente. Es un lector incansable, pero tiene la habilidad de lograr síntesis claras, aunque un poco ingenuas. Tiene la preocupación del orden y de la síntesis panorámica del universo para colocar cada cosa en su lugar, en el espacio y en el tiempo.
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Su «Imago mundi» es una vasta recopilación de conocimientos físicos, geográficos, astronómicos, meteorológicos e históricos de su tiempo […] su interés científico es nulo, pero constituye una buena muestra de la imagen panorámica del mundo en la Edád Media, que siempre debe tenerse en cuenta como fondo sobre el cual se desenvuelven sus especulaciones. Muchos conceptos medievales resultan incomprensibles si se prescinde del vasto panorama cósmico sobre el cual se entienden encuadrados.
En toda la Edad Media, la física, la astronomía e incluso la geografía y las ciencias naturales no se estudian sobre la naturaleza ni sobre la realidad, sino en los libros.
Así van pasando de mano en mano, en abigarrada mescolanza, datos bíblicos, paganos, cristianos, con las leyendas más inverosímiles, siempre respaldadas por el prestigio de alguna «autoridad» antigua. Todo ese pintoresco material, que circula sin el más mínimo sentido crítico, tiene sus fuentes remotas en la antigüedad: Varrón, Plinio, Aristóteles, los bestiarios, lapidarios y «physiologus» bizantinos, San Basilio, Gregorio de Nisa, San Ambrosio, etc.
Acompañemos a Honorio en su itinerario cósmico
Mañana vendrá alguna muestra del cosmos de Honorio.