Dicen que de los estudiantes-profesionales exitosos
de EEUU, de esos que a edades muy tempranas han
alcanzado posiciones laborales de importancia
y son tenidos por empresarios precoces y brillantes,
más de la mitad -digamos, un 60%- sufren un síndrome
que les hace sentir que son un fraude, y
«adjudican sus sucesivos éxitos profesionales a la buena suerte, a los contactos o a un mayor esfuerzo que los demás, y no a sus propias habilidades mentales.»
.
No sé, a mí me preocupa más el 40% restante.