Siempre fui un desastre para acordarme de los cumpleaños.
Un lector, Agustín, me hace notar que ayer este blog
cumplió un año.
Y no sé si me corresponde felicitar, agradecer, lamentar, disculparme o qué.
Y si todavía no aprendimos a hablar (ni a caminar!), no hay que perder la esperanza.