Por tu culpa, me alquilé «El viaje de Chihiro«, y no entendí
absolutamente nada.
Y bien. No voy a decir que me arrepiento, siempre que recomiendo
algo sé que corro ese riesgo. Me preocupa mucho más
el otro riesgo: el de recomendar algo que no lo vale.
Creo que este no es el caso. Y aunque lo fuera: esto es un mero blog, vamos.Hablando de Chihiro.
Ayer pensaba algo sobre los padres, tan clase-media-moderna ellos… poco antes de caer bajo la maldición (por meterse en un lugar prohibido y ponerse a comer como cerdos, son transformados en …cerdos) el padre había tranquilizado a la hija (malcriada y apática) diciéndole «No hay por qué preocuparse, tengo efectivo y tarjetas de crédito». Y recién ahora me percato del evidente carácter «burgués» de esa seguridad, y del paralelo con la anterior frase tranquilizadora, cuando se meten con el auto por un camino abandonado: «No te preocupes, tenemos un gran automóvil» (en realidad, veo ahora, dice literalmente: «Tenemos un ‘4×4’«).
Nada demasiado sobrenatural que ellos se conviertan en cerdos, al fin y al cabo. Y que la niña alcance a salvarse (y salvarlos) «desmalcriandose», trabajando duro, rechazando el oro falso y compadeciéndose del que no tiene rostro.
No está mal (claro que estas interpretaciones no hacen ninguna falta para disfrutar la película; yo al menos no las necesité).
Pero la observación sobre el castigo que cae sobre la falsa seguridad burguesa de los padres no será un hallazgo mío, seguro… A ver, busquemos en Google… Claro. Acá, por ejemplo.
En fin, si uno quiere hacerse la ilusión de tener alguna pequeña idea original, lo mejor es no tener Internet.
Algunas otras grandes ideas que se me cruzaron estos días:
No hace falta buscar demasiado en Google para encontrar miles de ingeniosos periodistas que tuvieron la misma brillante ocurrencia. Maldición.
Sí: claro que mi invento ya existe y al parecer no funciona del todo bien; demasiados avisos de «compre mi manual y mi kit por $40…» ; de esas cosas que dan alguna satisfacción a los vendedores poco escrupulosos y muy poca a los compradores ingenuos. Por ejemplo.
Contemos pues, entre las virtudes de Internet, esta de matar -casi de raíz- esos berretines de originalidad, que son triste y moderna cosa. Y esto último que digo, tampoco es nada original.