Un artículos sobre Jorge W. Abalos, con algunos links.
Me cae muy simpático este Abalos, ; algo olvidado hoy, según creo. No será un gran escritor, probablemente; pero, como decían en otros tiempos, parece ser un tipo con el corazón en su sitio (eso no basta para hacer a un buen escritor, me dirá alguno; no sé, no sé).
Me gustan sobre todo Shunko, Norte pencoso y Shalacos. Todos sobre sus tiempos de maestro rural en Santiago del Estero (enseñando «castilla» -castellano-
en un ambiente predominantemente quechua). Prosa tan humilde como el entorno. Y no sé muy bien qué es lo que me emociona; tal vez ese trabajo (maestro/médico en zona prácticamente indígena) evoca en mí alguna especie de
santidad, al modo misionero… No sé.
Poco y nada de religión, en sus libros. Y no está mal.
Sólo algo de religiosidad
popular (mitologías ingenuas), que el maestro
a lo sumo «enfrenta» con la ciencia…
Aunque en la última
página de Shalacos, a modo de epílogo, hay un rasgo curioso: el maestro, alejado de ya de su «pago dichoso» pero en comunicación por carta con sus ex alumnos, le manda
a uno de ellos que acaba de perder a su madre unas palabras de aliento y «un libro» («sobre todo, Shigu, leélo cuando
te sientas desalentado», le dice).
Eso termina convirtiéndose en una especie de ritual;
así cuando a otra de sus alumnas se le muere la madre,
va todos los días al correo hasta que
recibe el esperado envío del maestro:
la carta y «el libro». Y eso es todo lo que dice.
Raro.