En busca del lenguaje mítico perdido

Un hilo de discusión en ETF.
Dice Abel, sobre la posibilidad de recuperar la «mirada mítica»:
… Es verdad que uso muchas veces la expresión «cambiar la cabeza», pero suelo aclarar que lo hago porque es la traducción más ajustada a la palabra que la Biblia usa para «conversión»: «metá – noia»: cambiar de criterios, de cabeza.
Ahora bien, ese «cambio de cabeza» puede realizarse de varios modos: una propuesta frecuente es volver a lo que ya se usó y funcionó. Así, muchas veces se admira el orden del mundo de la sociedad clásica o medieval, y se propone volver a ese orden del mundo… lo considero por completo imposible. Precisamente porque ese «orden bello del mundo» (ese «cosmos» dirían los griegos) depende de una mirada que no es la nuestra, y sometida también a tensiones y contradicciones que si las viviéramos no las aceptaríamos.
Si lo antiguo fue un orden bello y se salió de él, es porque algo no resolvía, que intentamos resolver nosotros.
No, lejos de mi mentalidad y de mi discurso proponer ninguna especie de «revival» de la mentalidad antigua.
Más bien lo que digo es que ya tenemos la mirada poética que se requiere, sólo que no la utilizamos, en bien de privilegiar, de todo el lenguaje disponible, sólo un aspecto, el demótico y exacto. Sin él no nos estaríamos comunicando en este momento, ya que precisamente sólo el lenguaje demótico es capaz de idear ordenadores y autopistas de la información, y más que de idear, sólo él los puede realizar.

[…]
El criterio de «hablar al hombre moderno en su lenguaje» suena marketineramente tentador… el problema es cuando sales con la linterna de Diógenes a buscar ese hombre moderno, y no lo encuentras en ninguna parte, porque la Modernidad murió hace rato, sólo la estamos terminando de enterrar.

En el mensaje anterior decía que la sospecha como sistema empieza con la formulación del «Mito del Ser», el mito filosófico por excelencia, formulado por Parménides en el inicio mismo del siglo V aC: «Un sólo mito como vía queda: es».
Ese mito del ser acaba (también en un cambio de siglo, curiosamente), cuando alguien (Nietzsche) llega a formular: «El Ser: el más vacío de todos los conceptos». A partir de allí no se puede contar más con lo que daba unidad a nuestro entorno cultural, no hay ya algo común a todos, que pudiera ser la base del intercambio comunitario de signos, es decir, de la comunicación. Porque aquello que daba su peso al intercambio de signos, resultó ser el más vacío de todos los conceptos.
Por eso hablamos de una «post-modernidad», porque estamos más allá de la posibilidad reunidora del ser, pero más acá de nada nuevo… somos apenas unos «post» algo, que no son todavía nada nuevo. Muchas veces se escucha hablar de la «postmodernidad» (sobre todo en nuestros ambientes católicos) como si fuera algo que elegimos a voluntad: -«yo quiero ser postmoderno», -«yo no». La postmodernidad es una época del lenguaje, no se elige: quiere decir tan sólo que no existe más el hombre moderno, por lo que no hay un lenguaje para dirigirse a él…
# | hernan | 27-mayo-2005