Te quiero para estar solo contigo, Sierra de Ronda. Sierra llena de senderos perdidos, de dulces lomas tostadas y con sembrados en las laderas, de motas blancas donde duerme el hombre su constancia perezosa |
y de agudas tempestades armadas de roca en roca. Solo contigo, guardando lo que me basta y me sobra. Allá el mar y tú en mis ojos encrespádonme las horas, sin darme paz y durmiendo en mi paz, tan silenciosa. |
Dionisio Ridruejo, Cancionero en Ronda, 1942.