En vano, y solamente en vano…

Tendría algún moderado interés, supongo (y supongo que habrá muchos que lo han hecho) estudiar cuánto y cómo se menciona el nombre de Dios en los textos que se encuentran en el mundo de hoy —sin limitarse a diarios y tv: también revistas de toda temática, folletos, instructivos, discursos varios, poemas, cuentos infantiles, canciones, contratos de seguros y especificaciones de garantías para el uso de sistemas informáticos.
¿Contratos de seguros …. y … qué ?

Eso. Hace un tiempo Juan Pablo observó que en EEUU se ha empezado a usar la expresión «Acts of Gods» (actos de Dios) en contextos técnico-legales. Lo cual no es precisamente un rasgo de religiosidad norteamericana; quizás más bien de irreligiosidad moderna.
Por ejemplo: este glosario -de finanzas y seguros– lo explica así:
«Actos de Dios» son las calamidades naturales que no son cubiertas por nuestra política de seguros, tales como: terremotos, tormentas tropicales extraordinarias, rayos, etc. El rasgo esencial de un «acto de Dios» es que no puede, razonablemente, ser previsto …
De igual modo, la expresión se emplea mucho para aludir a causas inesperadas de desastres informáticos o tecnológicos.
Esto, insistamos, es algo que no disuena en el ambiente mental de hoy; no choca; es parte de la religión laica.
En cambio, como lo nota el mismo JP, interpolaciones deístas «positivas», ya nos chocarían un poco … («El cliente se compromete a abonar al proveedor el total del importe en caso de que, con la ayuda de Dios, el sistema funcionare de acuerdo a las especificaciones»).

A Dios sólo vale usarlo -un poco en broma- para «echarle la culpa«…

Exagerando —tal vez— un poco, podríamos verlo como la inversión del decálogo (Nietzsche estaría contento … ? yo no lo creo). Ya habíamos leído alguna vez al gurú que enseñaba: «Nuestros padres nunca tienen razón«.
Listo con el cuarto mandamiento, tarea cumplida. Es hora de pasar a la primera tabla.
«Tomarás el nombre de Dios en vano, y solamente en vano».

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