No sabía yo que alguien pudiera ser benedictino sin ser católico. Pero, como aclaran por ahí, los benedictinos, a pesar de la sigla OSB que usan (Orden de San Benito) no son propiamente una orden (en el sentido de las órdenes de los dominicos, carmelitas, franciscanos, etc), sino más bien una forma de vida monástica y una espiritualidad, basadas en la antigua regla de San Benito (siglo VI): recién en el siglo XIX se formó la Confederación Benedictina, que agrupó a los distintos monasterios y congregaciones existentes; pero no hay una Constitución única. Sí pueden llamarse propiamente «órdenes» los Trapenses, Cistercienses y otros, que son como ramas de los benedictinos. (Sé muy poco de todo esto, se aceptan correcciones).
P.S.: Ignacio me acerca más datos:
Es correcto. OSB no es una orden y OCSO (trapenses) y OCist (cistercienses de la observancia común) sí. Esto se traduce en que los benedictinos no son nada uniformes, con congregaciones más litúrgicas y ortodoxas (ejemplo clásico es la congregación de Solesmes, a la que pertenecen no sólo Silos sino incluso los monjes ex-lefevbristas de Le Barroux y Fontgombault) y otras que son un despelote (si no me equivoco, la Casinense americana). Los trapenses y cistercienses a secas tienden a ser más uniformes, aunque hay grandes diferencias entre los monasterios. Es bastante complicado.
Los trapenses tienen además algunas congregaciones monásticas que no pertencen estrictamente a la orden pero que están afiliados jurídicamente con ellos como la congregación cistercience de Las Huelgas (parece que la abadesa de Las Huelgas era de armas tomar en la edad media, mandaba más que un obispo y hasta pretendía oír confesiones de sus monjas (!); creo que S. Josemaría Escrivá escribió una tesis jurídica sobre este caso).
Y, para aportar un poco más de confusión, parece que está afiliado de alguna forma a la OCSO un «ashram» indio fundado por algún trapense medio loco, que poco o nada tiene que ver con el estilo y la espiritualidad cisterciense tradicional.
Más todavía: la división de trapenses y cistercienses comunes no quedó oficializada sino hasta hace poco pero las diferencias que llevaron a la «escisión» (llamémosla así) han quedado medio borroneadas últimamente. Los OCist se parecen más a los benedictinos, pues atienden parroquias, tienen escuelas y tienden ser conservadores doctrinales y litúrgicos (algunas abadías como Hauterive en Suiza tienen un coro gregoriano impresionante). Curiosamente, la «estricta observancia» perdió bastante estrictez: los monasterios siguen sin comer carne, tienen vigilias bien de noche -3.30 en Azul, por ejmplo- y no hacen actividad apostólica activa (salvo emergencias o reemplazos temporales pedidos por el obispo de la diócesis en la que estén). Pero en materia litúrgica y doctrinal se fueron bastante al diablo, sobre todo en EEUU, donde el proceso de «mertonización» (en mi opinión, una influencia nefasta para la orden por más que la «Montaña de los siete círculos» sea muy buen libro) fue y es más fuerte, lo que se traduce en escarceos con el «zen» y las religiones orientales que llegan a actitudes sincréticas y heréticas en algunos casos. Últimamente les ha dado fuerte por la Iglesia Oriental, lo que no pega nada con su historia ni su espiriualidad. Andan medio sin rumbo me parece…
Los trapenses tienen además algunas congregaciones monásticas que no pertencen estrictamente a la orden pero que están afiliados jurídicamente con ellos como la congregación cistercience de Las Huelgas (parece que la abadesa de Las Huelgas era de armas tomar en la edad media, mandaba más que un obispo y hasta pretendía oír confesiones de sus monjas (!); creo que S. Josemaría Escrivá escribió una tesis jurídica sobre este caso).
Y, para aportar un poco más de confusión, parece que está afiliado de alguna forma a la OCSO un «ashram» indio fundado por algún trapense medio loco, que poco o nada tiene que ver con el estilo y la espiritualidad cisterciense tradicional.
Más todavía: la división de trapenses y cistercienses comunes no quedó oficializada sino hasta hace poco pero las diferencias que llevaron a la «escisión» (llamémosla así) han quedado medio borroneadas últimamente. Los OCist se parecen más a los benedictinos, pues atienden parroquias, tienen escuelas y tienden ser conservadores doctrinales y litúrgicos (algunas abadías como Hauterive en Suiza tienen un coro gregoriano impresionante). Curiosamente, la «estricta observancia» perdió bastante estrictez: los monasterios siguen sin comer carne, tienen vigilias bien de noche -3.30 en Azul, por ejmplo- y no hacen actividad apostólica activa (salvo emergencias o reemplazos temporales pedidos por el obispo de la diócesis en la que estén). Pero en materia litúrgica y doctrinal se fueron bastante al diablo, sobre todo en EEUU, donde el proceso de «mertonización» (en mi opinión, una influencia nefasta para la orden por más que la «Montaña de los siete círculos» sea muy buen libro) fue y es más fuerte, lo que se traduce en escarceos con el «zen» y las religiones orientales que llegan a actitudes sincréticas y heréticas en algunos casos. Últimamente les ha dado fuerte por la Iglesia Oriental, lo que no pega nada con su historia ni su espiriualidad. Andan medio sin rumbo me parece…