Sobre el domingo:
En el monasterio no existe la noción del «fin de semana»,
-lo cual resulta un poco duro para las jóvenes al principio-…
Pero sí existe el Domingo! Es un día lleno de sacralidad y de alegría, un día muy amado por todas las hermanas … un día especialmente dedicado al Amado, en silencio y alegría. Salvo para las hermanas en la cocina (que se rotan cada domingo), es tiempo para leer, echar una siestita o caminar en el jardín, y para rezos extra: sea en el Coro, o en la celda propia, o al aire libre.
Es un día simplemente «para ser».
Las comidas son sencillas pero especiales; y hay una especie de ley que parece universal en los monasterios: el domingo a la noche, helado (aun en Cuaresma!).
«Sabés que no aprendí a vivir…«, cantaba Charly García.
Y supongo que todos podríamos decir lo mismo. O casi todos.
Pero sí existe el Domingo! Es un día lleno de sacralidad y de alegría, un día muy amado por todas las hermanas … un día especialmente dedicado al Amado, en silencio y alegría. Salvo para las hermanas en la cocina (que se rotan cada domingo), es tiempo para leer, echar una siestita o caminar en el jardín, y para rezos extra: sea en el Coro, o en la celda propia, o al aire libre.
Es un día simplemente «para ser».
Las comidas son sencillas pero especiales; y hay una especie de ley que parece universal en los monasterios: el domingo a la noche, helado (aun en Cuaresma!).