Librería de usados, grande. Examino minuciosamente —como si tuviera veinte años— varios sectores; entre ellos, la sección de Viajes. Suelo hacerlo, sólo por la vieja y cada vez más débil esperanza de encontrar aquel libro del P. Huc en Tartaria… En cambio, encuentro uno de León Bloy : «El peregrino de lo Absoluto».
Y creo yo que a Bloy no le habría disgustado demasido la confusión
del librero. Esos son viajes, y no otros…
Digamos, ya que estamos, algunos libros leídos últimamente.
Pasemos rápidamente lo más humillante: como si no me hubiera
bastado el primer libro de Ana de las Tejas Verdes (Lucy Montgomery), confieso que compré y leí (y con bastante gusto) tres más de la serie ; como atenuante sólo puedo decir que eran libros usados. Y no, no los recomendaré. (Sí a la serie de Takahata… pero estamos hablando de libros).
Conocí al fin a Ursula Le Guin, me prestaron los 5 libros de la serie
de Terramar
(
«Un mago de Terramar», «Las tumbas de Atuan», «La costa más lejana», «Tehanu», «En el otro viento») . Se leen con facilidad;
será que yo no tenía muchas expectativas, pero me gustaron
—sin llegar a entusiasmarme, ni a encariñarme— tiene
su fuerza. No me suena desencaminada aquella opinión, de que Le Guin es mejor creadora de mundos que de historias; en cuanto a mí, suelo entrar a las novelas por un tercer elemento: los personajes; supongo que ese elemento habría que ponerlo como intermedio entre los otros.
«Nostalgia de Dios» (Diario de una conversión) de Pieter Van der Meer de Walcheren. Debería haber leído mucho antes este libro, común en librerías de usados, dado que el autor es un conocido convertido por León Bloy -quien además prologa el libro; pero no sé por qué, nunca me había atraído. Pasable. Menos devoto
de lo que temía, sencillo; nada especiablemente recordable para mí (verdad es que lo leí muy rápìdo).
«Meditación sobre la Iglesia» (1953), de Henri de Lubac. Lo abrí con desconfianza. Esperaba algo más denso o difuso; por el contrario, me resultó bien
claro e interesante. Citaremos o comentaremos.
«El libro negro» (1951), de Papini. No encontré al Papini de los relatos tempranos. Algunas ideas más o menos interesantes, puestas en bocas ajenas más o menos ficticias, con un ropaje literario un poco zonzo
para mi gusto. Más bien decepcionante.
«Sobre la ciencia», de Simone Weil; editorial «El cuenco de plata«.
Es bueno que otra editorial, además de Trotta, (y para mejor, argentina) edite a Simone. Son una colección de ensayos relacionados con (adivinen) la ciencia moderna; unas cuantas cosas sugerentes, como siempre (aunque debo decir que no me impresionan demasiado
las notas geométricas o aritméticas de Simone). Lo más voluminoso es una obra temprana y técnica, su tesis sobre Descartes, que todavía no encaré. La edición está bien, cuidada; encuadernación pobre… pero, bueno, es argentina, vio…
«Cristianos en diálogo», de Yves Congar (eh! estás hecho un progre!)
Una recopilación de escritos (1930-1960 aprox) relacionadas con el ecumenismo. Leí algunas partes sueltas; me ha resultado instructivo
y nada ingrato de leer. A retomar.
«El caso del bailarín barbudo» (Have his carcase) de Dorothy Sayers Sí, está bien, pero… Después de tantos años y tantos libros, recién me empiezo a dar cuenta que no leo una novela policial como se supone
(o como yo imagino) que un lector de novelas policiales debería hacerlo
(prestando atención a los indicios, buscando contradicciones, tratando de anticiparse a los hechos); ni siquiera estoy seguro de me gusten, ahora que lo pienso.
«Father Malachy’s Miracle» y «El Papa» (Urban the Ninth), de Bruce Marshall. Dos novelas de temática religiosa. La primera es más joven, y se nota; un argumento imposible y atrayente, aunque el desenlace es poco logrado. La segunda ha perdido algo de libertad y de alegría (sí, ya sé el historial del tipo), y no deja un buen regusto; pero tiene lo suyo (me recordó en algunas cosas al Juan 24 de Castellani). Releí después «El mundo, la carne y el padre Smith», para comprobar si mi buena impresión inicial de esa novela sobrevivía; sí, sobrevive, y con buena salud.
Y no he leído mucho más, que recuerde… Estos días se me han juntando demasiadas lecturas en paralelo (cosa que suelo hacer, pero no a tanta escala). Estoy leyendo, además de lo ya mencionado:
«La Odisea», de Homero (que??). Sí… Tenía la vaga idea de que la había leído, hace muchísimo tiempo (tal vez en otra vida). Pero ahora veo que no.
«Los grandes cementerios bajo la luna» y «El crepúsculo de los viejos», de Bernanos.
«El misterio de los santos inocentes», de Peguy.
«Ciencia, orden y creatividad», de D. Bohm y F. Peat
«Fe y filosofía», de Ricoeur (primer contacto).
«La tentación de existir», de Cioran (idem).
«Concluding Unscientific Postscript», de Kierkegaard. Lectura
retomada a principios de año, e iniciada hace demasiado tiempo….
Y como si esto fuera poco, conseguí el (casi) último libro de P. G. Wodehouse que me quedaba por leer: «Las noches de Mr Mulliner» (y en inglés y en castellano, con dos días de diferencia!). Pero ese me lo reservo para la Pascua.
Comentaremos… si sacamos algo en limpio de este caos.