Si de lo otro se tratara, podría haber copiado otros párrafos … y tentado estuve, pero no quise alargarme. Vaya ahora uno más:
Desde el punto de vista de la culpa,
la relación del hombre a Dios no es -en
el monoteísmo de inspiración judeocristiana-
la de acusador-acusado, sino más bien
la de interrogador-interrogado. […]
Si sólo Dios «sondea los riñones y los corazones»
no es para perturbar la intimidad del hombre
y ejercer una especie de venganza, sino para
exponer el egoísmo, despertando sin cesar
esa humildad sin la cual no existe apertura
de corazón con el prójimo. «Hay algo
peor que el vicio: es el orgullo de la virtud»,
dirá San Agustín. […]
Aquí puede darse, ciertamente, el peligro de la humillación, y hasta cierto desprecio de sí mismo. Hesnard tiene razón al denunciar la tentación constante: volverse hacia la raíz de nuestros actos es una ocasión peligrosa de regresión a una culpabilidad infantil y mórbida. Muestra él, precisamente, cómo ese odio de sí se torna fácilmente voluptuoso. «El que se desprecia, se aprecia al menos como despreciador», decía Nietzsche.
Pero la humildad no es humillación. No se trata de buscar la bajeza, sino la verdad. La conciencia humilde es, simplemente, una conciencia que se ubica. Como decía profundamente San Benito, «la humildad es la verdad de nuestras relaciones con Dios, verdad reconocida por la inteligencia y realizada por la voluntad«.
Aquí puede darse, ciertamente, el peligro de la humillación, y hasta cierto desprecio de sí mismo. Hesnard tiene razón al denunciar la tentación constante: volverse hacia la raíz de nuestros actos es una ocasión peligrosa de regresión a una culpabilidad infantil y mórbida. Muestra él, precisamente, cómo ese odio de sí se torna fácilmente voluptuoso. «El que se desprecia, se aprecia al menos como despreciador», decía Nietzsche.
Pero la humildad no es humillación. No se trata de buscar la bajeza, sino la verdad. La conciencia humilde es, simplemente, una conciencia que se ubica. Como decía profundamente San Benito, «la humildad es la verdad de nuestras relaciones con Dios, verdad reconocida por la inteligencia y realizada por la voluntad«.