Así, por ejemplo, hay una extraña idea instalada (y en ella se basan negocios, publicidades, empresas) en la sociedad: la de que, si una determinada canción te gusta, entonces debes querer tenerla como «Ring Tone» (sonido de llamada del teléfono celular).
Completamente absurdo. Basta con pensarlo cinco segundos (pero despierto; así, sacar la vista del monitor, apagar el celular y sacarse los auriculares, una palmadita en la mejilla derecha puede ayudar; mirar a ningún lado y decirse «Momento. A ver…»), y el razonamiento correcto salta a la vista:
La canción X me gusta.
Ergo, no quiero que la canción X suene en mi celular cada vez que alguien me llama.
Con esto, alguien podría hacer una parábola, o dos.
Pero no yo. Ergo, no quiero que la canción X suene en mi celular cada vez que alguien me llama.