Con una relectura más de una novela más (todas son iguales)
de Wodehouse, con unos relatos
(familiares, de una ternura muy elemental) de Guareschi,
con unas páginas (humildísimas, también en lo literario)
de Jorge W. Abalos…
pero sobre todo, con «Whisper of the Heart» (o «Susurro del corazón»; otro anime de estudio Ghibli),
abyectamente simple y romántica, de una «humildad consumada» y que disfruté -y sigo disfrutando, tras siete u ocho vistas- inmensamente. Con esto pasé estos días pasados; y por eso anduve escribiendo poco acá.
Parece que estoy hecho para disfrutar del arte chiquito nomás.
Mejor se me da -disfrute más seguro- «entender» plenamente una linda milonga, un tanguito con guitarras o una
zamba de cuatro acordes, que entender un poquito de una sinfonía de Beethoven o una suite de Bach.
Y no me quejo, eh. Para nada.
(PS: Bueno… a Dostoyevsky podemos ubicarlo entre las excepciones a la regla … espero)