Entusiasmos comunes (fads)

fad: (noun) an intense and widely shared enthusiasm for something, especially one that is short-lived

[the book] helped me realize that I wasn’t mistaken or missing something because I thought J2EE was more difficult than it was worth. […] it was a relief to see my concerns more eloquently articulated… [it] influenced me personally and influenced an entire community. [ref]

No suelo hablar en este blog de temas de mi mundo laboral: ingeniería, software, IT. Lo que sigue, a pesar de las apariencias, no es la excepción.

Ese mundo, el de los ingenieros, es —relativamente— bastante racional, creo yo. Sobre todo si nos limitamos a la comunidad de los programadores, (dejando fuera submundos corporativos tipo Dilbert), los que hablan el mismo lenguaje y precisan solucionar problemas técnicos comunes. En general, prima la racionalidad – lo cual es de lo más gratificante. Y a pesar de esto (o no, veremos) abundan aquí los “fads”. Y no como fenómenos laterales o patológicos, sino más bien como partes importantes del asunto, quizás incluso como una savia vital.

¿Qué es un fad? La palabra tiene varios alcances, dentro y fuera de mi ámbito. Me refiero, en primera aproximación, a un entusiasmo  por una nueva herramienta, camino, concepción; un entusiasmo compartido; una convicción difundida y enfática de que por fin descubrimos cómo hay que hacer las cosas. Parece que hemos encontrado una panacea: lo que andábamos necesitando para solucionar un problema o incomodidad. Pero resulta que el entusiasmo es efímero; pasado poco tiempo se ve que la panacea no era tan eficaz, se descubren sus falencias y limitaciones, se revelan nuevos problemas… y surgen nuevos fads, con sus respectivos evangelizadores, prosélitos y escépticos. Y así.

La palabra la encontrarán usada sobre todo en sentido negativo: expectativas exageradas, fanatismo, efimeridad (¿no existe esta palabra? pues debería). Así, los defensores de una nueva herramienta X se atajan: “X no es un fad”, significando que no es mera moda. Pero, en el sentido en que yo aquí uso la palabra —no necesariamente peyorativo—, moda y utilidad no son excluyentes. Por más que el entusiasmo y las promesas desmesuradas (la moda, el fad en sí) tengan vida corta, lo que deja tras de sí  bien puede ser sustancial y perdurable.*

Un esquema más o menos general de la vida de un fad:

  • al salir a la luz, provoca una sensación de satisfacción y alivio; esto porque había una situación previa de incomodidad, una conciencia extendida (más o menos explícita) de que algo venía andando mal
  • al difundirse y afianzarse, despierta un entusiasmo exagerado (hype+ craze), fanatismo incluso (he tenido empleados que traían algunos tics de la facultad…); se llega a creer que la panacea puede curar demasiados males y empiezan a nacer aberraciones (ej: el entusiasmo por XML procrea XHTML y XLST)
  • al pasar el tiempo viene la reacción, y la conciencia de que el entusiasmo acrítico y los abusos han procreado nuevos males que generan nuevas críticas e incomodidades (XML hell), y reclaman soluciones nuevas
  • a la distancia, puede ocurrir que aquella panacea se revele como un espejismo, un callejón sin salida (en este caso se la recordará como un “puro fad”), o que por el contrario haya aportado algo sustancial y perdurable -aunque por debajo de las expectativas iniciales- que pasará a formar parte del acervo común

hype cycles

Cosas análogas deben ocurrir en otros ámbitos y a otras escalas — y a eso voy. Pero quizás en este ámbito mío es donde el fenómeno resulta más visible. Por nuestra especie de racionalidad (técnica; chata, sí). Y porque el ritmo de progreso tecnológico presiona para encontrar soluciones a nuevos problemas, rápido, y en una progresión ni caótica ni lineal, sino como en capas sucesivas de complejidad (y nivel de abstracción) creciente. Y también porque Internet ha potenciado muchísimo a esta comunidad.

 

Ahora bien, si damos por pasablemente buena esta descripción del fenómeno ¿cómo lo juzgaremos? Hablábamos de una comunidad racional que busca soluciones racionales; pero ¿no es aquello de los fads algo bastante irracional? ¿No podemos aprender de una vez a no entusiasmarnos demasiado, a desconfiar de esas panaceas de moda, a ser menos ingenuos y fanáticos, a ser más fríos y escépticos? ¿No sería más conveniente -y racional- bogar por esto?

Arriesgo una respuesta – insegura y parcial. No. No sería más conveniente ni más racional. El entusiasmo es muy probablemente exagerado en relación a la bondad objetiva (esa palabrita!…) del nuevo camino, pero tal vez no es exagerado en relación al esfuerzo que conlleva la exploración de ese camino. Digo “conlleva” porque no creo que el entusiasmo sea un mero agente motivador, que sólo sirve para alimentar el esfuerzo (como una zanahoria engañosa), sino que es inseparable de él. Nos esforzamos porque estamos entusiasmados, sí… pero también estamos entusiasmados porque estamos haciendo el esfuerzo, porque somos felizmente concientes de que estamos explorando, invirtiendo energías en algo que promete: abrir un camino. Y de ambos lados (esfuerzo y entusiasmo) es esencial el aspecto comunitario del asunto. Común es también el convencimiento de que hacía falta explorar un camino nuevo, la conciencia de que estábamos incómodos en la situación anterior y de que no debíamos resignarnos a ella. En el peor de los casos, resultará que el camino no llevaba a ninguna parte. Incluso entonces, valía la pena explorarlo -para aprender que no lleva a ninguna parte- y este sentido el entusiasmo también es justificado.

Concedo: no hay obligación de plegarse a todos los entusiasmos, hay derecho a ser escépticos y críticos de tal o cual herramienta o camino. Lo que no hay derecho es a ser escéptico por principio, a repudiar al entusiasmo común en cuanto tal, a desconocer el estado de malestar previo y el merito del esfuerzo creativo, a regocijarse en las previsiones de los futuros fracasos y las promesas que resultarán incumplidas. En este sentido, proponerse (o jactarse de) no ser ingenuo, es la más triste ingenuidad.

 

Decía al principio que no trata de ingeniería de software. ¿De qué se trata, pues? De todo un poco. El discreto lector sabrá dónde le aprieta el zapato, sabrá qué entusiasmos exagerados le despiertan irritaciones exageradas (y estériles), verá con que género de fads necesita —acaso— reconciliarse, y verá si el ejemplo le sirve de ayuda. Sólo por si no se le ocurriera nada, y por si resultara ser católico (sobre todo de tendencias conservadoras) le sugeriría algunas ideas —que es casi decir algunas banderas— modernas: digamos… Democracia, Ecologismo, LGBT … bueno, no hace falta que siga, ¿no? (si prefiere algo menos amargo de tragar, para empezar, puedo sugerirle el fad aristotélico del siglo XIII, al cual Santo Tomás se subió).

Sólo agrego algo obvio pero que conviene recordar, a la hora de hacer analogías. El mundo de las computadoras -software y hardware- es complejo; aún más de lo que el profano sospecha. Pero la humanidad es mucho más compleja. Nuestros problemas son mucho —pero mucho— más delicados y graves. Y los caminos a explorar, más tortuosos y oscuros. Tenemos que ir a tientas, y gastar más energías y más años — o siglos. Y aun así, tenemos que explorarlos, y (no hay otra manera) con entusiasmo.

* Por ejemplo, OOP (programación orientada a objetos) fue, en este sentido un fad (tuvo un tiempo joven en que pareció la panacea de la programación); eso ya pasó, y varias de sus promesas no se cumplieron del todo (reutilización de código, herencia), pero el aporte fue mayor que las decepciones. Lo mismo (en grado variable) con XML, “depency injection”, UML, AOP, TTD y tantísimas otras siglas.

3 comentarios sobre “Entusiasmos comunes (fads)

  1. Jorge G. Mourelle

    Dices «Lo que no hay derecho es a ser escéptico por principio, a repudiar al entusiasmo común en cuanto tal, a desconocer el estado de malestar previo y el merito del esfuerzo creativo, a regocijarse en las previsiones de los futuros fracasos y las promesas que resultarán incumplidas.’
    Más allá de que en no pocos casos ese escepticismo por principio puede ser una pose para dárselas de listo, yo veo en ello una pantalla que oculta un mal que nos aqueja: el miedo al fracaso.
    Vivimos por desgracia un tiempo en el que no se tolera el fracaso (quizá siempre fue así, no lo sé), en el que no se considera el fracaso como una parte del camino que conduce al éxito, como quizá aquello de lo cual sacamos las mejores lecciones. Gracias a que siempre hubo gente que no temió fracasar, hemos avanzado un poquito desde la época de las cavernas.

    P.d. Hermán, gracias por este magnífico blog.

  2. Francisco Marconi

    Me da la impresión de que el «fad» se relaciona estrechamente con el pecado del crank. Tal vez éste padece de un fad introspectivo o «hacia adentro» en lugar de expansivo y juzgado en comunidad, por lo que el «bien objetivo» le es desconocido. O tal vez de un anacronismo y se sube a un fad que ya dio lo mejor de sì y ahora descansa al final de la curva del gráfico, (por ejemplo, la teología de la liberación) o a un fad importado de otras regiones y no aclimatado, en cualquier caso, se trata de un fad suspendido en las alturas por falta de juicio crítico. Para jugar un poco con el concepto se me ocurre la existencia de fads de ciclo largo. El fad neolítico de la propiedad, la ley y la violencia ha conducido a una crisis planetaria. La humanidad debe conservar el bien objetivo de esta era y buscar la libertad, la paz y el equilibrio perdidos sin pretender volver al paleolítico.
    Pienso otra relación del concepto con los paradigmas de Kuhn, que vendrìan a ser fads exitosos cuya curva ya no sería parabólica sino…sino… no lo sé. El eje de la madurez y visibilidad completos estableciendo un nuevo centro y volviendo a 0, invisibilizándose paradójicamente.

  3. Marina Feltrin

    Vaya! Tengo una expresión nueva. Gracias!

    Mmh… conecté el concepto con el sentimiento de entusiasmo cuando tomás una decisión y su progresiva transformación en vida cotidiana. No termino de saber si se ajusta. Porque la decisión no necesariamente se vuelve obsoleta (¿o si? ¡uf!) ni sé si tiene el matiz de descubrimiento o ¨salir a la luz¨. Aunque uno ES en sus decisiones así que por ahí sí: salgo a la luz cuando tomo una decisión.

    Efimeridad por ahí puede ser fugacidad.

    Saludos!

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