Pero

«… Cristo perdonó a la adúltera, pero …»

Cualquiera que haya respirado un poco nuestro ambiente lo ha escuchado y leído mil veces (probablemente también dicho), y sabe bien qué sigue: Cristo perdonó a la adúltera … pero le dijo que no pecara más.

Y está bien… ¿no? Es lo que dice el evangelio, ¿no?

Sí, pero… no. Lo dice el evangelio, pero el evangelio no dice eso. Es bastante claro que lo que el episodio está diciendo… es una cosa muy distinta.

Y a mí me está pareciendo que, en la medida en que los cristianos ponemos ese pero (y en el evangelio ni siquiera es un «pero») en el primerísimo plano (sobran ejemplos), cuando lo primero que nos viene a la mente con el episodio es la frase final «en adelante no peques más», cuando sentimos la urgencia de recordarla y escribirla en letra bien grande, porque de otro modo la gente puede entender mal lo que antecede… estamos sonados. Como si pudiéramos dar por sentado que nosotros ya lo entendimos bien, que el evangelio no tiene en sustancia nada nuevo que decirnos, y que nosotros no necesitamos convertirnos. Lo cual sería una forma de ser infieles; o, para el caso, adúlteros.

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