El bate de oro : II. El bate de oro
Trevor no tardó en volver a ponerse las prendas de la civilización. Nunca perdía mucho tiempo en algo. Estaba dotado de una energía ilimitada que lo habría hecho impopular si no fuese porque venía acompañada de buenos resultados. Nunca antes el rugby del colegio había conocido un florecimiento como el que vivía desde que él había asumido la capitanía. No era sólo que el primer quince fuese bueno. La excelencia de un primer quince no siempre depende de su capitán. Pero todos los juegos, hasta el más ínfimo de los juegos junior, se habían despertado una mañana, a principios del curso, para comprobar sorprendidos que se habían convertido en una actividad organizada. Como el inmortal Capitán Pott* Cita de The Messenger Boy, comedia musical de 1900., era "un terror para el gandul y el palurdo". La semejanza estaba acentuada, además, por el hecho de ser Trevor "un caso duro", y "pequeño, pero de acero y caucho". Su aspecto, a primera vista, no era imponente. El paterfamilias que durante las vacaciones había oído a su hijo elogiar el desempeño de Trevor, y que venía a observar uno de los partidos de la escuela, se llevaba una decepción al hallar cinco pies con seis allí donde esperaba encontrar seis pies con uno por lo menos, y sesenta kilos donde esperaba ochenta. Pero, como ya se ha señalado, lo poco o mucho que había de Trevor era todo acero y caucho, y ciertamente jugaba al rugby como un Stoddart* Legendario jugador inglés de rugby y cricket. en miniatura. Era típico de él que se hallase en la mejor condición posible aun cuando fuese el primer partido del curso. En el campo de juego, había hecho su propio trabajo y también la mayor parte del de Rand-Brown, sin que se le moviera un pelo al parecer. Pertenecía a esa clase de gente responsable que entrena durante las vacaciones.
En cuanto se hubo cambiado fue hasta el estudio de Clowes. Éste había adoptado la posición que era habitual en él cuando hacía buen tiempo: sentado en el alféizar de la ventana, con una pierna dentro del estudio y la otra colgando en el vacío. La pierna interior carecía de bota, lo que demostraba que su dueño había tenido al menos la energía para empezar a cambiarse. Era propio de Clowes que, agotado tras semejante esfuerzo, hubiese abandonado la empresa en ese punto. Habría sido un actor estupendo: lo suyo eran las poses.
–Apresúrate y vístete –dijo Trevor–; quiero que vengas a los baños conmigo.
–¿Qué demonios quieres ir a hacer por allí?
–Quiero ver a O'Hara.
–Ah, sí, ya recuerdo. Los de Dexter's están acampando allí, ¿no? O al menos eso oí. ¿Sabes por qué?
–Uno de los hijos de Dexter se agarró sarampión en la última semana de las vacaciones, así que se llevaron todas las camas y demás cosas, y los chicos volvieron allí en vez de a la residencia.
Durante el curso de invierno los baños se cerraban y se convertían en una especie de gimnasio extra, donde se podía ir a practicar boxeo y esgrima cada vez que no había lugar en el verdadero gimnasio. Allí también se jugaba mucho fútbol y stump-cricket*Modalidad de juego para dos o tres personas., puesto que el suelo era muy apropiado para juegos de ese tipo, aunque la luz era siempre engañosa y atentaba contra los puntajes altos.
–Por lo que sé de esas bellezas que tienen en Dexter's –dijo Clowes–, a Dexter bien le gustaría que acamparan en el fondo de los baños durante todo el año. Se sentiría aliviado si todos se ahogaran. Y supongo que, si tuviera que elegir a uno para una muerte violenta, elegiría a O'Hara. O'Hara debe ser la bendición de los maestros de residencias. He conocido a tipos que violaban las reglas cuando la musa los inspiraba, pero él es el único a quien he visto violarlas durante todo el día y gran parte de la noche sólo por divertirse. A menudo he pensado en escribir a la Sociedad Protectora de Animales al respecto. Porque supongo que podemos considerar a Dexter un animal, ¿no?
–O'Hara es un buen tipo, en realidad. Dexter es alguien que haría desbocar a cualquiera. Y además O'Hara es irlandés, lo que ya es una diferencia.
Es normal que en las escuelas haya una residencia del tipo "oveja negra", y si se indaga hasta las raíces del asunto por lo general se halla que la culpa la tiene el maestro a cargo. Un maestro de residencia que se integra a la vida de ésta, que si es atleta se desempeña como entrenador de sus equipos y que, si no lo es, por lo menos mira los partidos, y es umpire*Árbitro de cricket. en cricket y árbitro en rugby, nunca tiene problemas para mantener el orden. Es un hecho de experiencia que los juniors de una residencia nunca se portan bien por propia voluntad, pero que haya disturbios de la sala junior no significa que una residencia sea indisciplinada. El criterio está en los prefectos*Alumno senior de una residencia, a cargo de uno de los dormitorios.. Si uno los encuentra sumándose al alboroto general, o incluso dando origen a alborotos privados por cuenta propia, entonces puede decir sin miedo a equivocarse que es hora de que el maestro de esa residencia se retire del negocio y se dedique a criar gallinas. Y ésa era la situación en Dexter's. Era la más anárquica de las residencias. Mr. Dexter pertenecía a una clase de profesor casi desconocida en las public schools*Un internado pago para estudios secundarios.: el profesor-guardián. Podría haber pasado en una private school, pero en Wrykyn estaba fuera de lugar. Para él, el conjunto de las obligaciones del maestro de residencia se reducía a mantener un estado de guerra con su residencia.
Dexter's había ganado la final de la copa de cricket durante el curso de verano dos años atrás, y el partido había durado cuatro tardes; cuatro tardes completas de cricket glorioso, con alternativas cambiantes. Mr. Dexter no vio un solo lanzamiento de ese partido. Merodeaba, en cambio, por caminos apartados y graneros en ruinas, fuera de los límites, con la improbable esperanza de hallar a algún miembro de la residencia fumando. ¡Como si toda la residencia, desde el head hasta el fag*Estudiante de los cursos inferiores que hace de sirviente para otro de los cursos superiores. más insignificante, no estuviesen en el campo de juego, viendo cómo los mejores bateadores de Day's se derrumbaban ante los lanzamientos de Henderson, y cómo Moriarty lograba esos maravillosos e inesperados cincuenta y tres al final del segundo innings!
Ésta es la clase de cosas que marcan definitivamente a un maestro.
–¿Para qué quieres ver a O'Hara? –preguntó Clowes.
–Tiene mi bate de oro. Se lo presté en las vacaciones.
Esta explicación requiere una nota al pie. El bate a que se hace referencia estaba hecho de oro macizo, y tenía aproximadamente una pulgada de longitud por un octavo de ancho. Había cobrado existencia unos diez años atrás, del siguiente modo. En un principio, la copa de cricket entre residencias de Wrykyn había sido un cacharro bastante deslucido y poco atrayente, cuyo único mérito consistía en ser de plata. Hacía diez años un Ex-Wrykiniano al que de pronto se le ocurrió que no sería mala idea hacer una pequeñez por la escuela se llegó a la joyería más cercana y compró otra copa de plata, de vastas dimensiones y hábilmente decorada con filigranas, sobre una peana de ébano macizo con pequeños losanges de plata donde se podía inscribir el nombre de la residencia ganadora del año de gracia. La obsequió a la escuela con su bendición, para que sirviese como trofeo por el que competirían las doce residencias de Wrykyn, y se estableció formalmente que sería la copa para el campeonato de cricket entre residencias. Surgió entonces la pregunta: ¿qué hacer con la otra copa?
La Residencia Central, que casualmente poseía la copa en ese tiempo, sugirió (no guiada en absoluto por el interés) que pasase a pertenecer de modo permanente a la última residencia que la hubiese ganado.
–No será –dijo el Comité de Deportes–, sino muy por el contrario* Cita del cuento "How the Whale Got his Throat", en Just So Stories de Rudyard Kipling.. Haremos que se funda en el ígneo horno, y que con ella se formen once pequeños bates de plata. Y estos pequeños bates de plata serán galardón para los once miembros del equipo ganador, para que los tengan y exhiban por el lapso de un año, salvo que, ganando la copa dos veces seguidas, adquieran el derecho de portarlos otro año más. ¿Qué tal, umpire?
Y las autoridades contestaron:
–Oh hombres de recursos y sagacidad sin límite, frío será en verdad el día en que alguien os deje atrás*Sigue la misma cita. . ¡Forjad! –Pero he aquí que, en cuanto hubieron forjado, no alcanzó para once pequeños bates de plata, sino sólo para diez pequeños bates de plata. De modo que el director, hombre generoso con su hacienda, mandó hacer un onceno bate para que el capitán del equipo ganador lo tuviese y exhibiese en las condiciones antedichas. Y para que se distinguiese de los demás se hizo no de plata sino de oro. Y así fue como, al comienzo de esta historia, Trevor era el poseedor del batecito de oro, porque Donaldson's había ganado la copa el verano anterior, y él había sido su capitán (y había anotado, de paso, setenta y cinco sin cometer un solo error).
–Bueno, que me cuelguen si soy capaz de confiar a O'Hara mi bate –dijo Clowes, refiriéndose al adorno de plata que tenía en la cadena de su reloj–; probablemente empeñó el tuyo durante las vacaciones. ¿Por qué se lo prestaste?
–Su gente quería verlo. Sabes, soy amigo de la familia. Me invitaron a almorzar el penúltimo día de las vacaciones, y nos pusimos a hablar del bate, porque si no hubiésemos derrotado a Dexter's en la final O'Hara tendría el bate, por supuesto. Así que lo envié al día siguiente, con una nota donde pedía a O'Hara que lo trajese de regreso.
–Oh, bueno, hay al menos cierta posibilidad entonces de que no lo haya empeñado todavía, si lo ha tenido tan poco tiempo. Te conviene apurarte y recuperarlo lo antes posible. No vale la pena que me esperes. Tardaré semanas en estar listo.
–¿Dónde está Paget?
–Tomando el té con Donaldson. Al menos eso es lo que dijo que haría.
–Entonce supongo que tendré que ir solo. Odio caminar solo.
–Si te apresuras –dijo Clowes, inspeccionando el camino desde su posición privilegiada–, podrás hacerlo con Ruthven, ese fascinante amigo tuyo. Acaba de salir.
Trevor se precipitó escaleras abajo con su energía característica y alcanzó al joven aludido.
Clowes reflexionó sobre esa pareja como una Providencia apenada y bastante molesta. El aprecio de Trevor por Ruthven, donaldsoniano como él, era uno de los pocos puntos en que los dos discordaban. Clowes no podía entender cómo alguien en posesión de sus facultades mentales podía hacerse amigo íntimo de Ruthven por propia decisión.
–Hola, Trevor –dijo Ruthven.
–Vamos a los baños –dijo Trevor–, tengo que arreglar un asunto con O'Hara. ¿O ibas a algún otro lado?
–No iba a ningún lado en particular. Nunca sé qué hacer durante el curso. Es mortalmente aburrido.
Trevor no podía entender cómo a alguien podía parecerle aburrido el curso. Por su parte, siempre le parecía que el tiempo era corto para lo que quería hacer.
–¿No te dejan hacer deportes? –dijo, recordando algo sobre un certificado médico en el pasado.
–No –dijo Ruthven–. Gracias a Dios –añadió.
Esta acotación dejó mudo a Trevor. Nada tenía para decir a una persona que agradecía a Dios el no poder hacer deportes. Pero ya no volvió a preguntarse por qué Ruthven se aburría.
Se dirigieron hacia los baños en silencio. Un fag de Dexter's que encontraron en la puerta les informó que O'Hara no estaba.
–Cuando regrese –dijo Trevor–, dile que quiero que venga a tomar el té mañana, inmediatamente después de la escuela, y que traiga mi bate. No te olvides.
El fag prometió que no se olvidaría.