Todos reconocemos, aunque sea implícitamente, el principio del tercero excluido: o bien [P] es verdad, o bien [no P] lo es. Según eso, se nos puede exigir respuesta, por sí o por no, a la pregunta «¿es verdad que P?» Si no podemos alegar ignorancia, incomprensión, ambigüedad o sinsentido de la proposición, si no hay cuestión de grises, y si … [
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