Cuando Evelyn Waugh decidió acercarse al catolicismo —1930, él tenía 27 años, dos novelas, un divorcio, un entorno de artistas, intelectuales y gente de alta sociedad —, su instructor fue el padre D’Arcy; un cura jesuita experimentado en esas lides. Waugh era un tipo de esos de exterior frío, con sus ribetes de acidez e ironía, y un implacable desdén … [
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