Beata Ana Catalina

Hoy fue beatificada Ana Catalina Emmerich.

Sus «Visiones» son algo asombroso. Muy (pero muy) admiradas por Leon Bloy, entre otros. No han sido, sin embargo, muy estimadas en el medio católico, en general; a muchos incomoda tanta imaginería («¿ todo esto es verdad sobrenatural o no ? no parece que lo sea, sería demasiado enorme; mejor dejarlo de lado, entonces»); y además su obra ha tenido demasiados favores por parte de sectores tradicionalistas de dudosa sensatez (el mismo Mel Gibson…). Junten eso al consabido desprecio por la belleza y ese racionalismo de bajo vuelo de tantos católicos (aún intelectuales)… y ahí tienen.

Un tema aparte sería discernir cuánto influyen estas «Visiones» (a favor y en contra) en la decisión de (tras más de un siglo de proceso) proclamarla beata; como igualmente cuánto influye (a favor y en contra) su predicamento en los dichos sectores católicos. No me meto en eso; aguas demasiado profundas (y turbias) para mí. Notemos igualmente, como simple hecho, que al parecer la declaración no menciona a las visiones (sí sus estigmas).

De sus «Visiones», transcriptas y editadas por Clemente Brentano:
Mi ángel me llama y me guía, ya a un lugar, ya a otro. Con frecuencia voy en su companía.
Me conduce con gentes a quienes he visto alguna vez, y adonde hay gente desconocida. Me lleva sobre el mar, rápido como el pensamiento, y entonces voy lejos, muy lejos. El fue quien me llevó a la prisión donde estaba la reina de Francia.
Cuando se acerca a mí para acompañarme a alguna parte, muchas veces veo primero un resplandor y después surge de repente su figura en la oscuridad de la noche, como esos fuegos articiales que se encienden súbitamente.

Mientra viajamos, por encima de nosotros es de noche , pero en la tierra hay resplandores. Vamos desde aquí, a través de comarcas conocidas, a otras cada vez más lejanas…

Tengo que recorrer a pie todos los caminos y trepar muchas veces montañas escarpadas; las rodillas me flaquean doloridas, y mis pies arden, pues siempre voy descalza.
Mi guía vuela, unas veces delante de mí y otras a mi lado, siempre muy silencioso y reposado. Acompaña sus respuestas breves con movimientos de mano o con inclinaciones de cabeza. Es brillante y transparente, a veces severo, a veces amable. Sus cabellos son lisos, sueltos y despiden reflejos; lleva la cabeza descubierta y viste un largo traje, resplandeciente como el oro.
Hablo confiadamente con él; pero nunca puedo verle el rostro, pues estoy muy humillada en su presencia.

El me da instrucciones, y yo me averguenzo de preguntarle muchas cosas, pues experimento una alegría celestial en su compañía. Es siempre muy parco en palabras. Lo veo también cuando estoy despierta. Cuando hago oración por otros y él no está conmigo, lo invoco para que vaya con el ángel de aquellos. Si está conmigo, le digo muchas veces «Ahora me quedaré aquí sola; vete allá y consuela a esa gente»; y lo veo desaparecer.
Cuando llegamos al mar y no sé cómo pasar a la orilla opuesta, de repente me veo del otro lado y miro maravillada hacia atrás.
Más información en Zenit. (El último link es una entrevista a una artista libanesa ortodoxa, que dice » Creo que hay que reconocer la valentía de Juan Pablo II y de su Iglesia, que han reconocido la santidad de Anna Katharina Emmerick, en una época en la que basta decir que uno no la desprecia para ser despreciado» … lo cual acaso sea demasiado decir).

Con todo, estoy contento.

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