Junio 2009 Archives
Nuestra extensa sección de Bibliografía en inglés de las obras de PGW acaba de incorporar dos partes importantes: las novelas sueltas de su primera época, con algunos experimentos literarios y la formación del estilo característico, y los relatos de Mr. Mulliner.
Nuestros partidos en Much Middlefold se juegan en un prado cercano al cementerio. No es un campo demasiado bueno; para el cricket, quiero decir. Hay un espacio de césped corto en el medio del tamaño de un campo de tennis. Alrededor hay hierba alta. El espacio segado me da la impresión de un trozo de tierra ganado a la jungla. El césped no es muy bueno. Es bastante desigual. En cierto modo es un campo malo para los bateadores; pero tampoco es muy lindo para los hombres de campo. Hay un montón de zanjas, algunas de ellas bastante profundas, y la hierba alta las oculta, así que a veces uno puede ver desaparecer de golpe hombres que corrían en pos de una pelota. Por supuesto, la mayor parte de los jugadores regulares del pueblo saben donde están las zanjas, pero para los visitantes es una molestia. A veces hay barro y agua en el fondo, lo que empeora las cosas. Cuando no hay partido, se deja a las vacas pastar allí, aunque a nadie realmente le agrada que lo hagan; y ellas hacen muchos hoyos. Todo sumado, no es un campo muy bueno.
Este mes, nuestro cuento semanal nos acerca otro episodio deportivo donde la intervención de la adorable Joan Romney resulta decisiva. El equipo del pueblo tiene que hacer sólo ochenta y un tantos, pero juega Contra el reloj...
–Te diré lo que haremos, querida –dijo–; haremos un trato.
–Sí –dije. Sabía que algo espantoso estaba al caer.
–Si hago cincuenta puntos en el partido del lunes, celebraremos el acontecimiento pasando el invierno en la ciudad, por mucho que me desagrade. Esos pavimentos mojados siempre me provocan reumatismo, no sé por qué. El césped mojado nunca lo hace.
–¿Y si no haces cincuenta puntos, papá?
–Pues entonces –respondió contento–, nos quedamos a disfrutar en casa.
La angelical Joan Romney se enfrenta a una de las amenazas más atroces de su vida: la de pasar el invierno en el campo, prácticamente sin fiestas ni paseos de compras. ¿Cómo hará para sortear tan siniestro sino? Entérese en nuestro cuento semanal, Manejando los hilos.