Archivo por meses: noviembre 2004

Bibliofilias

Un par de libros leídos ultimamente:

  • La sombra del torturador, de Gene Wolfe.
    Literatura fantástica, poco frecuentada por mí. Raro, bien escrito, aunque con una morosidad y una extravagancia narrativa que me dejó perplejo. Montones de divagues, descripciones y episodios que no van —parece— a ningún lado. Y sin embargo, extrañamente, me llevó hasta el final (340 pag) sin exasperarme y hasta con ganas de seguir (es la primera parte de una tetralogía, al parecer). Algo debe tener, supongo. Algunos escritores te llevan por caminos obvios a destinos triviales: otros van sin rumbo, y pretenden descubrir una refinada significación en que cada desvío absurdo en el caen por su propia torpeza y vaciedad. Este no me parece el caso: el tipo maneja raro, pero da la impresión de que sabe por dónde y adónde va, y no le importa si uno no lo entiende. Voy a tratar de leer algo más de este tipo (que, de paso, y aunque casi casi no se nota: es católico).

  • La ciudad de la alegría, de Dominique Lapierre.
    Me prestaron este libro, que arranqué con desconfianza, seguí con gusto y terminé sin esfuerzo aunque sin entusiasmo. Digamos que es un libro que me alegro de haber leído (aunque es cierto que eso me pasa con la mayoría).
    Es una pintura de un barrio mísero de Calcuta (el nombre «La ciudad de la alegría» es si dijéramos acá «Villa Insuperable»; en otra escala, claro). Protagonistas principales: un campesino hindú que vino con su familia a Calcuta, y se dedica a tirar de un rickshaw (tracción a sangre) y un cura francés que se instala voluntario entre los pobres. Pintura algo previsible, pero el material (conmovedor de por sí) está tratado con bastante buen sentido. No me llenó, sin embargo; literariamente, resulta un poco gris; falta una trama. El tratamiento del tema religioso está bastante bien: aunque es de esas cosas que a algunos molestará por demasiado católica (el héroe es un cura; aparece por ahí la Madre Teresa….) y a otros por demasiado poco católica (el cura que reza «om» y que no «convierte» a nadie; algunos rasgos «progresistas», etc). Pero yo le doy el imprimatur, nomás, aunque no llegué a tomarle confianza o cariño al autor.
  • Pascal y el pecado original

    De los «Pensamientos» de Pascal, sobre la caída naturaleza humana, el pecado original y su trasmisión.
    Todo esto —que hoy releo con algo de nostalgia y con una sintonía fuerte pero no completa— jugó un papel importante en mi lejana conversión —con perdón de la palabra, demasiado pretenciosa para el caso.
    No sé cuán aprovechable es esto hoy día, no sé si Pascal puede servir a los cristianos (aunque sea implícitos o potenciales) del siglo XXI. Peter Kreeft dice que sí.
    …. Humíllate, pues, razón impotente; calla, naturaleza imbécil; sepan que el hombre supera infinitamente al hombre y aprendan del maestro cuál es vuestra verdadera condición, que ignoran. Escuchen a Dios.
    Porque, al fin de cuentas, si el hombre jamás hubiese estado corrompido, gozaría de su inocencia, de la verdad y felicidad con seguridad. Y si el hombre siempre hubiese estado corrompido, no tendría idea ninguna de la verdad ni de la beatitud. Pero, desgraciados de nosotros, y más que si no tuviésemos grandeza ninguna en nuestra condición, tenemos una idea de la felicidad, y no podemos llegar a ella; sentimos una imagen de la verdad y no poseemos sino la mentira; incapaces de ignorar absolutamente y de saber con certeza. ¡Tan manifiesto es que hemos estado en un grado de perfección del que desgraciadamente hemos caído!

    Cosa sorprendente, sin embargo, que el misterio más alejado de nuestro conocimiento, el de la transmisión del pecado, sea una cosa sin la cual no podemos tener conocimiento ninguno de nosotros mismos.
    Porque no hay duda de que nada choca más a nuestra razón que decir que el pecado del primer hombre haya hecho culpables a los que, estando tan alejados de esta fuente, parecen incapaces de participar de ella. Esta corriente, no solamente nos parece imposible, sino hasta sumamente injusta; porque ¿qué hay de más contrario a las reglas de nuestra miserable justicia que condenar eternamente a un niño incapaz de voluntad por un pecado en que parece haber tenido tan poca parte y que fue cometido seis mil años antes de que viera el ser? Ciertamente, nada nos repele más fuertemente que esta doctrina; y, sin embargo, sin este misterio, el más incomprensible de todos, somos incomprensibles a nosotros mismos. El nudo de nuestra condición se anuda en este abismo; de suerte que el hombre es más inconcebible sin este misterio que lo que este misterio es inconcebible para el hombre.

    Cuestiones intangibles

    Sólo un botón de muestra.
    Nuestra amiga Paula Lugones, enviada por Clarín a EEUU, se lamenta; no puede entender que en las elecciones hayan jugado un papel importante los «valores morales«, ese «concepto [sic] vinculado a cuestiones religiosas o a debates polémicos [sic]«, «ese difuso e inasible concepto [resic!]» ,
    Los «valores morales» es un término que aquí cuesta definir.
    («aquí» es el cerebro de Paula, supongo).
    Es un entidad [sic] muy elástica y borrosa que comprende fundamentalmente el debate por los matrimonios gays, el aborto, la investigación con células madre y otros temas polémicos, vinculados a cuestiones religiosas.
    Pero también está asociado a otros conceptos como familia, patria, libertad, fe, confianza, integridad, carácter.
    (las negritas son de Paula) ….
    […] Pero los «valores morales» (las comillas son de Paula) van un poco más allá de la cuestión religiosa. La inmensa mayoría de los consultados por Clarín, no decían que iban a votar a Bush por alguna determinada razón o plan político. Simplemente mencionaban cuestiones intangibles, vinculadas a los valores, o cuestiones de carácter [sic], axiomas que no permitían discusión. [sic! las negritas son mías]
    Pero el climax del escándalo es éste:
    La gente que estaba decidida a votar por la reelección del presidente mencionaba invariablemente como decisivo los famosos «valores morales», como un sinónimo de los valores cristianos más fundamentalistas. No sólo la oposición al aborto o al matrimonio gay.
    Había incluso quienes impulsan la educación de sus hijos en las casas, para no enviarlos a escuelas que enseñan materias «izquierdistas» como ecología, educación sexual o contenidos como la teoría de la evolución. Sí, en pleno siglo XXI. En la primera potencia del planeta.
    Qué barbaridad, en pleno siglo XXI ! Que haya padres tan degenerados que quieran sustraer a sus hijos del adoctrinamiento estatal! Así nunca los vamos a poder convencer de que el aborto y el matrimonio gay están ok…
    Es lógico que la sola idea del «home schooling» les parezca la peor herejía.

    Porque ya se sabe cómo funciona para esta gente la opinión de las mayorías: Se hace una encuesta sobre un «tema polémico» (digamos, el «matrimonio» homosexual). Si «sale bien» (es decir, si la posición de la mayoría coincide con la de estos iluminados), exhibirán los resultados en todos lados, y exigirán inmediatamente las medidas (leyes) que obedezcan… a la encuesta; es el sentir de la gente, dirán.
    Si «sale mal» … no la publicarán demasiado, pero redoblarán los esfuerzos para hacer de la educación estatal pública una especie de catecismo, y para adoctrinar educar a los chicos de las nuevas generaciones, a ver si podemos hacerlos más inteligentes que sus pobres padres retrasados. Todavía no tendremos totalmente domesticada a la gente, pero tenemos el poder, tenemos el control de la educación. Hay que tener paciencia.

    Esa es la esperanza, como bien dice el gran Michael Moore: escupí a tus padres, nene, seguinos a nosotros:
    «El grupo de población que votó en favor de Kerry son jóvenes adultos, lo que demuestra una vez más que nuestros padres están siempre equivocados y que nunca hay que escucharlos«»…..
    (lo mismo vale para los cristianos, claro).
    En los próximos años, el Presidente se volverá tan arrogante y pedante -por lo tanto incontrolable- que cometerá errores de tal magnitud que hasta su partido se verá obligado a sacarlo de la Casa Blanca», afirmó como pequeño consuelo el cineasta, que con el documental «Fahrenheit 9/11» lleva recaudados más de 120 millones de dólares.
    Parece que eso último es el verdadero consuelo, y algo más que consuelo. También un arma para convencer (Está bien: hay que contrarrestar al oro del Vaticano, que inunda la TV, los diarios, el cine, la radio, etc, con propaganda católica).

    Esos son los valores tangibles, y no los otros.

    Concordia y Catena

    (o «Dadme vi(m) con perl y moveré el mundo»)

    Novedades en la Concordia: además del ya mencionado buscador de palabras, ahora los textos de los evangelios aparecen mechados con unos botoncitos con la letra «C», que llevan a comentarios de la Catena Aurea de Santo Tomás —fragmentos recopilados de los «Padres de la Iglesia«.
    Por ejemplo.

    No, si yo soy más ecuménico que no sé qué !

    Acá no le hacemos asco a nada, ya saben.
    Vean: ni siquiera me tiembla el pulso (bueno, no mucho) a la hora de poner un link (y no para criticar) al sitio de Clarín: el weblog de Podeti. En su línea, realmente está bien hecho. O como diría él (con expresión que me recuerda a mi hermana, y que delata la vecindad generacional) : «es mortal».

    (Por otro lado, ahora que lo pienso.. ¿tiene sentido decir «no me tiembla el pulso», cuando no estoy usando una lapicera sino un teclado de PC? …)

    Bueno, pero tampoco seremos tan generosos como para dedicarle un post sólo a él. Aprovecho entonces este momento de tolerancia y amplitud de miras (en unos minutos se me pasa, no es para preocuparse) para meter al tuntún sitios de muy variado estilo, contenido y calidad, que cada tanto visito, con mayor o menora asiduidad, y mayor o menor agrado. Ni siquiera son recomendaciones, sólo menciones, para tener los links a mano y por si a alguno le sirve. Agua va, en orden alfabético y sin nombres:
    Mañana notaré que faltan algunos y que sobran otros, pero de eso se trata.

    Cerramos con este impecable consejo de unas «máximas para mis hijos» (emulando a San Martín) de Amor entintado:
    Si tu anécdota termina con la frase «… y ahí estábamos, un turco, una alemana, la pareja de japoneses y yo, completamente perdidos en Budapest, sentados en un bar en donde servían una sidra tibia increíble y riéndonos a carcajadas de cualquier cosa» o algo similar, no la cuentes. Todos te odiarán, y con razón.

    Hipérboles ( 2 )

    Me comenta un lector, sobre la parábola del camello y el ojo de la aguja que yo puse como ejemplo de estilo hiperbólico:
    «Las agujas que habla Cristo no son las de coser, sino las llamadas agujas de las típicas contrucciones árabes: espacio por dónde solo pasa una persona, un camello dificílmente lo hace, pero de hecho podría.»
    Ah… sí, conocía esta exégesis arquitectónica; creo que es bastante antigua. Nunca me hizo demasiada gracia. Casi menos que al cura de Torcy de la novela de Bernanos, cuyo fragmento de monólogo copio abajo.

    Sucede que esa interpretación —como otras menos antiguas— me suena como algo buscado para eliminar estridencias, para suavizar escándalos y durezas (desde la doctrina hasta el estilo literario). Y dejando aparte la aplicación de esta imagen del camello y la aguja, quedándonos solamente con el estilo, vemos que Jesús era naturalmente (y humorísticamente; un poco como los niños, tal vez) hiperbólico.
    Dice Chesterton:
    …Hasta el estilo literario del Cristo es peculiar, y sólo en él creo que se encuentre: con siste en el uso casi abusivo del a fortiori. En el eslabo namiento de su frase («si tal cosa es así, cuanto más lo será tal otra»), el cuanto más remeda la arqui ra de un castillo encaramado sobre otro castillo hasta tocar las nubes.
    De Cristo se ha dicho siempre, y con razón, que es dulce y sumiso. Pero las cosas que Cristo ha dicho son siempre gigantescas : su estilo está lleno de camellos que pasan por el ojo de una aguja y de montañas que se precipitan en el mar.
    Chesterton no será una autoridad en crítica bíblica; pero acá no hablamos de crítica sino de buen sentido. Viene bien el ejemplo que acompaña: la imagen del camello que pasa por el ojo de la aguja —en la interpretación ingenua—, pega muy bien la montaña que se zambulle en el mar.

    Y no son los únicos ejemplos. Otras dos notorias desmesuras, entresacadas de las parábolas:

    Una: La deuda del siervo sin misericordia.
    Muchos han notado que la cifra adeudada (10.000 talentos) es, para la época, astronómica; una desmesura.

    Dos: la harina que la mujer pone a fermentar. Si nos fijamos en las medidas, se trata de una pizca de levadura en 40 kilos de harina (pan para unas 150 personas). Un ama de casa desmesurada, también…

    Y bueno. Por todo esto y provisionalmente, a falta de mejores argumentos, yo me quedo con la lectura ingenua.
    … Seguir leyendo

    Live Bookmarks en Firefox

    Un dato técnico. Los que usen Firefox para navegar, pueden acceder a los «feeds» de muchos blogs (este, para empezar; y los de Blogger, y la mayoría) directamente desde los bookmarks. Los blogs habilitados mostrarán en la esquina inferior derecha una etiqueta naranja «RSS», clickeando sobre ella podemos agregar el «Live Bookmarks» a nuestros favoritos y así tener el listado (actualizable) de los últimos posts, con sus accesos directos.

    Espero que la imagen aclare algo al interesado que no tenga mucha idea de lo que estamos hablando.

    Todo en el Firefox, insistimos. Que puede bajarse acá; aunque tal vez convenga esperar unos días, que el 9 de noviembre estaría saliendo la versión 1.0 final.

    Con una ayudita de los difuntos

    Ya que estamos con esto:
    Una vez leí a alguien (quién ? dónde ? no me acuerdo) que recomendaba la oración a los muertos como la mejor arma contra la lujuria (o la concupiscencia ? bueno, es más o menos lo mismo; las tentaciones de la carne, digamos).

    Curioso que la idea me resulte tan sugestiva —y hasta convincente— cuando ni el autor daba razones o experiencias, ni yo me animaría a darlas.

    Un efecto inmanente —en el mejor de los casos—, dirá algún pedante escéptico.
    No sé, miren… ; no sé.

    Amor libre, por Kierkegaard

    (Un título con gancho, no ? como el «Diario de un seductor»…)

    Bien. No es exactamente lo mismo, no es el punto de vista de la fecha que celebramos los católicos, pero… se trata de Kierkegaard escribiendo sobre el amor a los difuntos.
    Forma parte de sus sermones de «Las obras del amor«. Y entre otras cosas, pone al amor por los difuntos como el más libre y el más fiel.

    Hay un proverbio que dice: «En quitándole de la vista, pronto se va también de la memoria» [ «Ojos que no ven, corazón que no siente» ]. Y podemos estar seguros de que los proverbios dicen en verdad lo que acontece en el mundo; claro que otra cosa muy distinta es la de que los proverbios desde el punto de vista cristiano siempre sean falsos. […]

    …nadie hay que esté tan desamparado como un muerto Y en tanto desamparo es imposible que se ejerza la más mínima violencia sobre nadie. Y por esta razón no existe ningún amor más libre que el que representa la obra amorosa de guardar memoria de un difunto.[…]
    En general los hombres se han hecho a la idea de que a un muerto se le puede decir poco más ó menos lo que a uno se le antoje: supuesto que está bien muerto, y ni oye nada, ni puede responder nada. Y, sin embargó, nunca te es necesario tanto cuidado en tus palabras como cuando se las diriges a un muerto.
    Porque quizá no haya mayor dificultad en que a un vivo le digas : «No te olvidaré jamás». Casi seguro, al cabo de algunos años, que los dos habréis olvidado felizmente esas palabras y el conjunto a que correspondían; sería muy rarísimo, y como quien dice: un casó de muy mala suerte, el que en la vida te tropezases con una persona que tuviese una menor capacidad de olvido.
    En todo caso, ¡ten mucho cuidado con cualquiera de los muertos! Pues cada uno de los muertos posee una personalidad redondeada y definitiva, no está cómo nosotros todavía en las aventuras, en las cuales podemos ser testigos y actores de innumerables sucesos estrafalarios, y olvidar setenta veces siete lo que alguna vez dijimos.

    Por eso, si dices a un muerto «No te olvidaré jamás«, es como si él te respondiera: «Bien; y puedes estar seguro de que yo nunca olvidaré esto que acabas de decir«. Y ya pueden venir todos tus contemporáneos dándote mil seguridades de que el muerto se ha olvidado; pero de sus labios, nunca lo escucharás. …

    De esta manera, el guardar amorosamente memoria de los difuntos es la obra del amor más desinteresada, libre y fiel de todas. Decídete, pues, a ponerlo en práctica; recuerda así a algún muerto, y cabalmente con ello aprenderás a amar a los vivos con un amor desinteresado, libre y fiel.
    En la relación con un difunto tienes la pauta a que has de ajustarte. Quien use esta pauta podrá con facilidad salir airoso de las situaciones más embrolladas; y sentirá asco de todo ese cúmulo de disculpas al que de ordinario se echa mano en el mundo de la realidad: que es la otra persona quien es la interesada, que ella ha tenido la culpa de que se la olvide, porque nunca se hacía recordar, y en fin, que ella solamente es la infiel.
    Acuérdate del muerto, y así habrás logrado (aparte de la bendición que siempre viene emparejada con esta obra amorosa) el método más adecuado para comprender rectamente la vida; es decir, que nuestro deber es amar a los hombres que no vemos, pero también a aquellos que vemos.

    Todos los muertos

    Hoy es el día de todos los muertos. La Iglesia recuerda a las almas del Purgatorio, tras haber recordado ayer («Todos los santos») a las que están en el Cielo.
    Misa en la Catedral. El cura en el sermón hace mención de «los muertos que están debajo nuestro», pues parece que la catedral fue edificada sobre un antiguo cementerio. (yo no lo sabía). Y me reconfortó que lo dijera, el hecho de recordar a -y de rezar por- esos muchos muertos desconocidos y cercanos, me hizo sentir algo mejor el sentido de la fecha. Como también la esperanza que expresó de que algún futuro 2 de noviembre otros cristianos recen por nosotros. La comunión de los santos, extendiéndose a la muchedumbre de muertos; muertos que a pesar de su anonimato, están presentes —no ya en la pobre memoria de los hombres, ni exclusivamente en la memoria de Dios, sino en comunicación actual con nosotros—.
    No recuerdo quién -Bloy? Bernanos?- gustaba de recordar destacaba esta obviedad, que solemos olvidar: la muchedumbre de muertos es muchísimo más numerosa que la de los vivos… (y eso sin entrar a dilucidar en qué medida los «vivos» que nos rodean realmente viven).

    Las venas hinchadas de América Latina

    Un motivo por el cual podría alegrarme una victoria de Bush (un motivo de dudosa calidad, por cierto – y de hecho, que gane o que pierda no me alegrará ni me entristecerá) sería tener la oportunidad de asistir a la irritación zurdo-progresista.
    Es que cuando se enojan pierden la compostura. Y es divertido, en pequeñas dosis, verles mostrar la hilacha -y algo más que la hilacha.

    La revista «Veintitrés«, por ejemplo. Esta semana están exultantes con el «uruguayazo». Pero la semana pasada … aaah, la semana pasada, estaban furiosos con lo del rescate… Unos policías (aajj!) habían salido bien parados, se repartieron condecoraciones y las venas de los cuellos progres se veían hinchadas de odio («hay que ser fascista para aplaudir a un policía!»).

    La tapa entonces era inevitable. Inevitable la foto (bigotes, anteojos oscuros, corbata, pelada y metra: un lujo). Inevitable el tono del título «La inquietante historia del comisario Seisdedos«, que promete sabrosas infamias. Menos inevitable (téngase en cuenta que se trata de una revista con ciertas pretensiones de inteligencia) me pareció el texto de tapa; podríamos decir que excedió mis esperanzas:
    Conozca la cara oculta del comisario que con semejante apellido acaudilla la institución más corrupta del país.

    Teoría sureña

    Ya que recuerdan hoy a Manzi, y «Sur», tiro acá una vieja teoría mía sobre un verso de la letra. No creo ya demasiado en ella, y la dejo acá para que se las arregle sola, a ver si sobrevive al frío de la indiferencia o -mejor- a la aplastante refutación de esos eruditos tangueros que nunca faltan.

    Veamos.
    Leamos estos versos, con atención y -cosa difícil para un argentino- como si fuera la primera vez:
    Sur…
    Paredón y después
    Sur…
    Una luz de almacén
    Ya nunca me verá como me viera
    Recostado en la vidriera
    Esperándote
    Ya nunca alumbrará con las estrellas
    Nuestra marcha sin querellas
    Por las noches de Pompeya
    Las calles y la luna suburbana
    Y mi amor en tu ventana
    Todo ha muerto, ya lo sé.
    Los lectores atentos ya me estarán corrigiendo: el quinto verso está mal, es «ya nunca me verás como me vieras«.
    Y más de uno agregará : no es «alumbrará«, sino «alumbraré«.

    Pues bien, esa es mi teoría. Que la versión «correcta», la que pensó Manzi, es la que está arriba, y que el «nunca me verás» es un error, una deformación que se terminó imponiendo. Y que se impuso con motivos, claro: el verbo en segunda persona queda más redondo, y el endecasílabo gana en sonoridad y -digamos- inevitabilidad, y ya es un lugar común de nuestra cultura popular.
    Bien.
    Pero díganme uds si «mi» versión no es la que pide la lógica de la letra.
    Relean. En mi versión, es la luz del almacén la que «nunca me verá como me viera», esperando a la mujer que alude la segunda persona. Es lógico. Y es la luz la que además «ya nunca alumbrará, con las estrellas, nuestra marcha…».
    La versión establecida, en cambio, hace agua por todos lados. No tiene mucho sentido decirle a la mujer recordada «ya nunca me verás como me vieras… esperándote» (sí tiene sentido decirlo de la luz del almacén); la imagen no cierra. Y sobre todo, lo que sigue: al dejar de hablar de la luz de almacén, hay que decir «ya nunca alumbraré con las estrellas…?» ¿pero qué cuernos quiere decir eso? No tiene sentido.
    Me dirán que la poesía tiene su propia lógica. Bueno, creo que eso puedo entenderlo; pero lo cierto es que ni siquiera en clave poética me parece consistente…
    Me dirán que no hay rastros de «mi» versión; y que el mismo Rivero la cantaba así. Pero es claro que, en mi teoría, el verso erróneo se habría impuesto de entrada.
    Ahora, si alguien si alguien puede refutarme trayéndome un manuscrito de Manzi, sería otra cosa. Pero ni aún así me consideraría derrotado, vea. El mismo Manzi pudo haberse equivocado al escribirlo, qué tanto…