Desokupación

Hay una casa, enfrente, antigua y sin uso, que fue okupada un par de meses atrás por una o varias familias. Toma de posesión cautelosa al principio, más despreocupada después. Hace poco incluso pintaron el frente, de un celeste no muy discreto; y colocaron membrana asfáltica en el techo; y, supongo, (dado que cesaron los gritos de «¡Puertaaaa!!!») pusieron timbre. Un lujo de okupas, vamos.
Pero… hoy los propietarios legales recuperaron el territorio.
Y, a juzgar por la simpática escena que encontré al llegar del trabajo, están decididos a que no ocurra de nuevo.

A mí me vino a la mente aquella sentencia doméstica (¿sigue vigente? ¿los niños la escuchan de sus padres?) de que tirar la comida es pecado.
Y también me vino, cómo no, una tenue racha de simpatía… comunista, digamos. Tenue, porque dificulto que estos entiendan o aprueben la sentencia en su sentido fuerte, místico. Pero que me vino, me vino.

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