La sal del tiempo

Repasando unas partituras de tango, di con Te llaman Malevo, música de Troilo, letra de Homero Expósito. No es lo más grande de estos dos grandes, pero no está mal. La música está bien, estructura algo trillada (estribillo centrado sobre una palabra que ocupa los primeros versos impares: como Sur María y Garúa)… La letra tiene algunos toques Expósito, felices a mi ver.
Dicen que dicen que una noche zurda
con el cuchillo deshojó la espera
y entonces solo, como flor de orilla,
largó el cansancio y se mató por ella.
Me gusta el paralelo con el final de la primera parte (primero «largó el laburo», al fin «largó el cansancio»), lo de «con el cuchillo deshojó la espera» y «solo como flor de orilla». Lástima el «dicen que dicen», algo … ¿ramplón, no? No estoy seguro del porqué de la «noche zurda», si va por el lado de la acepción ‘siniestra’ o por el lado del corazón.
Pero los versos que más recuerdo yo son estos:
La sal del tiempo le oxidó la cara
cuando una mina lo dejó en chancleta.
Y los recuerdo (disculpen si caemos en el pantanoso terreno de la nostalgia) en conexión inseparable con una telenovela argentina vieja, Malevo, con Rodolfo Bebán y Gabriela Gili, que miraba de niño en casa de mis abuelos (supongo que lo pasaban los fines de semana). Ese tango era la cortina musical. Y me llamaba la atención la letra, sobre todo esos versos. Debe haber sido mi primer contacto con la poesía, más allá de la simple rima… esa imagen exótica, no muy inteligible pero misteriosamente expresiva, como una bebida fuerte.
Compruebo ahora, a juzgar por las fechas, que yo entonces tendría siete años, año más o menos.
Creo recordar que, si no entendía esos versos, sí entendía otros («dejaste en los boliches los anhelos de tu vieja» «se agrandaron tus hazañas con las copas de ginebra»). Y lo que no entendía, no se me ocurría preguntar (típico) ni preguntarme; lo tomaba como venía, a un oscuro modo fantástico-literal. Recién ahora, me empujo a entenderlos. Y veo que, a diferencia de otros versos de Expósito, es una imagen bastante inteligible (aunque tal vez no a los siete años), una metáfora fierrera, los estragos que hace el tiempo comparados con el orín (óxido) que ataca a los metales, sobre todo bajo la acción de la sal —y el abandono. En fin, como impresión poética, puede considerarse relativamente precoz, a pesar de la falta de interpretación (o quizás por eso mismo). Curioso que me haya llevado tanto tiempo preguntarme por su significado; y que venga a entenderlo recién ahora, cuando la sal del tiempo ya va queriendo oxidarme la cara.

Deja un comentario

Para comentar en el blog hay que autenticarse con cuenta de Google (Gmail), Twitter, Facebook, Windows Live (Hotmail) (o Disqus, o wordpress.com). También recibo comentarios por mail, a hjg.com.ar@gmail.com.