Canto y trabajo

Lo recordé al ver este fragmento de Mononoke (Miyazaki… en portugués!), al comienzo; se ven la mujeres que trabajan en la fragua, cantando. Edad Media, eso sí; aunque japonesa.

Chesterton se preguntaba por qué, si tantas labores antiguas son acompañadas de cantos, no sucede nada parecido con los trabajos modernos.
¿Por qué ningún periódico moderno se imprime cantando a coro? ¿Por qué los hombres de negocio cantan tan poco, por no decir nunca? Si hay canciones para las tareas que se realizan en un barco, ¿por qué no las hay para las que se realizan en un banco?
Y escribió algunos versos, un coro de alabanza a la Simple Adición, especial para contadores; y también una canción para bancarios que deben afrontar rumores de venta:
There’s a run upon the Bank
Stand away!
For the Manager’s a crank
and the Secretary drank,
and the Upper Tooting Bank
Turns to bay!
Stand close: there is a run
On the Bank.
Of our ship, our royal one,
let the ringing legend run,
that she fired with every gun
Ere she sank.
Entregó estos versos a un amigo que trabajaba en un banco —dice—, pero no logró despertar mayor entusiasmo. Al parecer, hay algo indefinible en la misma atmósfera de la sociedad en que vivimos que hace muy difícil cantar en un banco.
Luego, recordando los reparos socialistas contra el individualismo y los males de la empresa privada, Chesterton probó con los trabajadores estatales:
.. naturalmente, pensé que el servicio de correos se dejaría cautivar por la idea colectivista de un coro. Calculen mi sorpresa cuando la señora de la oficina local (a quien animé a cantar) descartó la idea con más frialdad aún que el cajero del banco. Por cierto, parecía sumida en una depresión considerablemente mayor a la de aquel. Y por si a alguien se le ocurre atribuir este efecto a mis versos, creo que es justo indicar que el himno del servicio de correos decía así:
O’er London our letters are shaken like snow,
Our wires o’er the world like the thunderbolts go.
The news that may marry a maiden in Sark,
Or kill an old lady in Finsbury Park.

(Chorus; with a swing of joy and energy):
Or kill an old lady in Finsbury Park.
No se trata de la pobreza, ni de la dureza del trabajo, dice Chesterton. (Bank-clerks are without songs, not because they are poor, but because they are sad.)

Quizás se deba al tipo de trabajo, dirá alguno. No estoy seguro.
Me parece más bien una tristeza general, hija de un inconformismo estéril, una ingratitud y un enfurruñamiento cósmico propio de este tiempo y de estos niños malcriados que somos. (Lo cual, por cierto, no veo desmentido por esa necesidad de muchos trabajadores de tener música de fondo heavy).

Si de la naturaleza del trabajo se tratara… Yo tengo en mi barrio, en una de esas galerías comerciales mistongas, un local dedicado a la recarga de cartuchos de tinta. Una actividad no muy glamorosa que digamos. Además del que parece el dueño, está el empleado principal; un hombre mayor, pelado, que atiende al público y hace lo suyo con un entusiasmo insólito y hasta un poco conmovedor. Este, se me ocurre, recibiría encantado unos versos de Chesterton a los cartuchos de tinta (negro y color), y los cantaría con alegría.
Pero, claro… queda dicho: es un caso insólito.

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