La Iglesia y los ricos

En una carta a La Nación, un lector —empresario católico, él— critica un documento de los obispos argentinos sobre la posesión de la tierra. Yo no leí el documento episcopal (y no creo que vaya a leerlo) ni conozco los pergaminos del católico lector en cuestión, así que me abstendré de tomar partido.
Pero me hizo gracia el final de la carta:
…Para terminar, señalo que el actual alejamiento de la Iglesia de los que crean fuentes de producción y de trabajo generó su propia decadencia económica actual. En efecto, a principios del siglo pasado se levantaron muchos templos con el aporte de los fieles, templos que hoy la Iglesia no está en condiciones de mantener.
Hablando en criollo (en gorila criollo): Si se ponen (zurditos!) en contra de nosotros (los ricos), aténganse a las consecuencias (joderse! no money! ).

Si no recuerdo mal, al Don Camilo de Guareschi (en la Italia de posguerra, los tiempos de la democracia cristiana… ) le pasó algo parecido. Y por cierto, así como hay una mala (y fácil y tentadora) manera de «estar con los ricos», también hay una mala (y fácil y tentadora) manera de «estar contra los ricos»; uno quisiera creer que en este caso los obispos criticados están tan justificados (o más, preferentemente) como lo estaba Don Camilo; uno quisiera creer que recibir palos de los dos lados es una buena señal. Pero, claro, esto no es necesariamente así; bien puede pasar que uno de los dos lados tenga razón; incluso los dos (los que acusan «la Iglesia está con los ricos» y los que acusan «la Iglesia está contra los ricos»).
Yo —queda dicho— no lo sé.

Pero, mientras tanto, me quedo con una nueva duda: si «a los que crean fuentes de producción y trabajo» les resultará el asunto más fácil que a aquel camello que tenía que pasar por el ojo de aquella aguja.

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