Futurismos antiguos

Algunas postales del 1900, imaginando el mundo del futuro (2000).
Aporte de alguno a una lista Ghibli, preguntándo(se) si Miyazaki habría sacado de allí inspiración para sus avionetas personales de Howl; parece que no, dicen los que saben que lo sacó de acá.

1900… quizás nunca hubo tanta fascinación con el futuro como entonces, pienso; el paraíso en el futuro, el progreso de la mano de la razón y la ciencia. Hoy estamos un poco hastiados, y a nadie parece entusiasmarle demasiado imaginar postales idílicas del año 2100. Otra ingenuidad perdida, para bien o para mal.

A algunos nos tienta más bien la imaginación inversa: mirar el año 2000 desde el año 2100, hacer desde el futuro un recuento de las necedades de nuestra época, con la clarividencia -y el humor, acaso- que da la distancia y la experiencia; recrearnos en el alivio que supone imaginar un tiempo futuro donde las estupideces y las vilezas del presente son tratadas, con toda naturalidad, como lo que son, en lugar ser aplaudidas y publicitadas con pompa.
Más o menos como funcionan ciertas parodias (así, uno que haya sufrido aquellas películas argentinas del ’70, no podrá dejar de disfrutar de esta parodia de los de «ChaChaCha»).
Naturalmente, esta imaginación también tiene sus bemoles, hijos de la autoindulgencia: no sólo por la esperanza (que puede ser tan optimista e ingenua como la científica-progresista del 1900) de que los tiempos futuros traigan alguna clarividencia, sino por la pretensión de constituir nosotros la minoría de espectadores clarividentes del presente.
Por eso, mejor mantener las riendas cortas a esas imaginaciones, digo yo.

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