Hildegarda

Aquel que todo lo ve dice: «Tienes ojos para ver y para mirar todo a tu alrededor. Allá donde veas suciedad, lávalo y haz reverdecer lo que está árido, y vuelve también sabrosos los aromas que posees». Pues si no tuvieras ojos se te podría disculpar, mas los tienes. ¿Por qué no miras con ellos en torno a ti? Tienes el discurso fácil en tus raciocinios. En efecto, muchas veces juzgas a los otros en cosas en las que tú misma no deseas ser juzgada, y pese a ello a veces dices sabiamente lo que expresas.
Pon, pues, atención en llevar tu carga y recoge toda buena obra en la bolsa de tu corazón para que no te falten; pues en la vida solitaria que buscas, según dices, no podrías encontrar el reposo, en medio de condiciones nuevas, difíciles, desconocidas para ti, y por tanto mucho peores que aquellas de antes, e incluso más pesadas, como el peso de una piedra. Imita, pues, a la tórtola en castidad y procúrate una viiia escogida, para que puedas mirar a Dios con rostro derecho y puro.
De una carta de Hildegarda de Bingen a otra abadesa, que fantaseaba con la idea de dejar el monasterio para dedicarse a la vida solitaria.
Extraído de un libro de Régine Pernoud que estoy leyendo, sobre esta notabilísima monja -escritora, música y médica del siglo XII.

Deja un comentario

Para comentar en el blog hay que autenticarse con cuenta de Google (Gmail), Twitter, Facebook, Windows Live (Hotmail) (o Disqus, o wordpress.com). También recibo comentarios por mail, a hjg.com.ar@gmail.com.