Reportaje a Chesterton

[TJ] Yo me siento a gusto con mis responsabilidades, me gusta regirme por un código de vida. Pero no me agrada su código de vida. Quiero tener el mío, con reglas que yo acepte como legítimas. Si usted me impone el suyo, está reemplazando mi consenso por su coerción, y ésa es la razón –le ruego que no se ofenda– por la cual usted es católico y yo protestante. El catolicismo promueve la obediencia, y el protestantismo la responsabilidad. Una responsabilidad verdadera, porque es elegida, no impuesta.

[GKC] Como muchos de su generación, usted se complace en cultivar una presuntuosidad estridente. Usted, dice, es quien escribe su propio código. Ustedes han heredado las actitudes transmitidas por cuatro siglos de pensamiento reformador y están convencidos de que la verdad sólo se nos revelará si emprendemos nuestro propio camino y cometemos nuestros propios errores. “Escuchen el oráculo íntimo de Milton”, dicen, “y todo estará bien”. Como a los científicos del siglo XVII, a ustedes los entusiasma elaborar leyes a partir de la experimentación, de modo que tratándose de la moral personal consideran que el individuo es el único árbitro. Esa es la piedra fundamental de la modernidad. Yo disiento de este ardoroso humanismo porque es escéptico con respecto a lo que debería ser reverenciado (las escrituras, la iglesia, la tradición y la verdad) y demasiado reverente con lo que debería ser cuestionado (la naturaleza humana). Yo creo más en los siglos de sabiduría y revelación que en un instante de mi propia inspiración. Usted deposita su fe en un lugar equivocado: usted mismo. Usted piensa que puede escribir su propio código moral, pero eso es absurdo: es como decir que un jugador de fútbol puede ser al mismo tiempo el árbitro del partido. La moral, como la autoridad, reside fuera del individuo. Significa una restricción de lo individual, y la verdadera religión (como la verdadera felicidad) siempre ha propiciado el achicamiento del ego, no su agrandamiento. Estoy convencido de que la epidemia de depresión que azota a Occidente se debe más al exceso de individualismo que a la falta de él.
De un reportaje apócrifo de Tobias Jones a G. K. Chesterton. Fragmento del original en inglés acá.

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