El enemigo y la estrategia

El post anterior —según cree «Sí, sí. No, no» — tiene algo que ver con este artículo. Yo también lo creo.
Tengo la impresión de que, en los últimos años, estamos corriendo dos riesgos gravísimos: el de equivocarnos de enemigo y el de equivocarnos de estrategia.
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… el hermano mayor del hijo pródigo tomó a su padre y a su hermano como enemigos, cuando el único enemigo que tenía era el rencor que habitaba en su pecho.
Este personaje, en nuestros días, no me deja dormir. Me da miedo.
Escucho a católicos hablar con resentimiento de políticos, periodistas, cineastas y veo entonces alargarse la sombra del hermano mayor.
«Estoy pidiendo» -decía hace treinta años una monja de clausura a una mujer devota- «por la conversión de Santiago Carrillo». Y la mujer devota dio un respingo y gritó: «¡Cómo! ¡Quiere usted que tengamos que aguantar a ése también en el Cielo!»
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Jamás se oiría a ese padre hablar de su hijo menor con rabia; con pena sí, pero la pena es eso, pena, y no mala leche. No he encontrado en los Hechos de los Apóstoles una sola palabra contra Nerón. Y, sin embargo, a nosotros nos da por hablar de «persecución», usando el término en circunstancias que harían sonrojar a San Vicente o al obispo de Barbastro que fue castrado en la Guerra Civil
[…]
Sé que es más fácil escupir una filípica contra un ministro que hablar serena y alegremente de Cristo al compañero de trabajo. Pero también sé que estamos llamados a ser sal de la Tierra, y no un mejunje amargo que aumente el amargor de lo ya rancio…
No está mal; nada mal.

De paso, vía el mismo blog (y aunque tengo mis objeciones contra muchas estrategias anti-abortistas, entre ellas cierto exhibicionismo … también es cierto que en muchos casos, lo de «ojos que no ven, corazón que no siente» es una triste verdad): una galería de fotos y video prenatales por ultrasonido, de la National Geographic.

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