Escrituras y lectores

Suele darse entre los católicos lectores (quiero decir, aquellos que gustan de los libros y suelen leer bastante) una especie de sentimiento de culpa por dedicar poco tiempo -comparativamente- a la lectura de la Biblia.
(Lo comparto, en alguna medida).

Steven y Tom dicen lo suyo al respecto en sus blogs.

Sin descartar que algunas culpas puede ser reales y no meros escrúpulos (yo, por ejemplo, tiendo a menospreciar demasiado el Antiguo Testamento; al menos una buena parte), coincido con Tom: la relación de un cristiano con la Biblia debería estar en otro plano que la relación con «un libro que se lee».
El asunto es que no deberíamos decirnos «En cuanto lector, yo debería estar leyendo las Escrituras», sino, «En cuanto cristiano, debería estar con las Escrituras».
No leemos la Biblia en lugar de leer algún otro libro. […]

Tengo muchos libros que quiero leer, muchos libros que quiero haber leído, otros que quiero releer alguna vez, y unos pocos que quiero releer periódicamente. La Biblia es el único libro que quiero estar leyendo.
Bien. (Sólo espero que nadie que la expresión «estar leyendo» acá equivale al —para decirlo matematicamente— límite de «releer periódicamente» para el período entre lecturas tendiendo a cero. Es otra cosa).

Dos observaciones más.
Uno: Pienso en la persona que intenta acercarse —a tientas, sin ayuda y tal vez con algo de temor, dudas o desconfianza— al cristianismo … «leyendo la Biblia». Creo -en mi pequeña experiencia- que es un caso bastante frecuente, y me da un poco de pena… (me lo imagino intentando sobrevivir al Levítico, por ejemplo, haciendo fuerza para encontrar «algo» en esas páginas…). Tal vez sea pequeñez de miras, o de confianza. Pero me cuesta creer que sea buen camino de entrada. Claro que mis caminos no son los únicos caminos (ni siquiera los mejores, seguramente).

Dos: Recuerdo algo que leí de Castellani, hace mucho tiempo. Decía que, por más grande que fuera la Suma Teológica (por ejemplo), era un libro; mientras que los evangelios son otra cosa: Al fin y al cabo (decía Castellani … viejo y castigado) me doy cuenta de que «necesito» leer el evangelio, que me habla; no tengo esa necesidad con la Suma o con cualquier libro.
Yo estaba descubriendo por el lado libresco ese mundo nuevo y enorme (Castellani incluido), y la patrística y la Suma… Y la verdad es que no quedé muy convencido de la sinceridad del cura…
Ahora sí lo creo; y me alegra poder creerlo.

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