Algo parecido a esto leí en algún blog yanqui -con los matices del caso.
Acá, uno —católico— todo el tiempo está relacionándose
con no creyentes. Y a veces, «sale el tema» de la religión. Y a veces
se cruzan —digamos—ideas,
porque —por ejemplo— al otro le resulta
delirante que uno vaya a misa -y no solamente los domingos!.
Y surgen las preguntas típicas; el
«Pero, decime ¿vos estás de acuerdo con … ?» y el «No, si yo no tengo nada
contra la religión; ahora no me digas que… «.
De estos cruces, la mayoría son livianitos y pasajeros;
algunos son más satisfactorios y otros menos. Hay mucha previsibilidad, pero también algunas sorpresas; bobería y agudeza; buena voluntad, y mala.
En fin, hay de todo, y es imposible generalizar; y Sus caminos no son mis caminos, y el viento sopla donde quiere, y todo lo que quieran.
Pero: cuando el objetor comienza advirtiéndonos que él
sabe de qué está hablado (o que está de vuelta), cuando arranca
con una frase del tipo:
—»Mirá, yo de pibe era de la Acción Católica… » (o cualquier variante
que documente una familiaridad infanto-juvenil con el ambiente clerical:
«yo estudié en colegio de curas/monjas«) …
puede darse por casi seguro que todo lo que sigue será una
gansada de proporciones astronómicas.
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