Artículo 1:
¿Es un hábito la virtud humana?
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Objeciones por las que parece que la virtud humana no es un
hábito.
1. La virtud es, según se dice en el libro I De
caelo, lo último de la potencia. Pero lo
último de cada cosa se reduce al género de lo ultimado, como el punto
se reduce al género de la línea. Luego la virtud se reduce al género
de la potencia y no al género del hábito.
2. Dice San Agustin, en el libro II De libero arbitrio, que la virtud es el buen uso del libre albedrío. Pero el uso del libre albedrío es un acto. Luego la virtud no es un hábito, sino un acto.
3. No merecemos por los hábitos, sino por los actos, porque de lo
contrario el hombre merecería continuamente, incluso durmiendo. Pero
por las virtudes merecemos. Luego las virtudes no son hábitos, sino
actos.
4. Dice San Agustín, en el libro De moribus Eccles., que la virtud es el orden del amor; y en el libro Octoginta trium quaestionum afirma que la ordenación que se llama virtud consiste en gozar de lo que se ha de gozar y en usar de lo que se ha de usar. Ahora bien, orden u ordenación designa, bien acto, bien relación. Luego la virtud no es un hábito, sino un acto o una relación.
5. Así como existen virtudes humanas, así también existen virtudes
naturales. Pero las virtudes naturales no son hábitos, sino potencias.
Luego tampoco las virtudes humanas son hábitos.
Contra esto: Aristóteles afirma, en el libro Praedicamentorum, que la ciencia y la virtud son hábitos.
Respondo: La virtud designa una perfección de
la potencia. Ahora bien, la perfección de cada cosa se entiende
principalmente en orden a su propio fin. Siendo, pues, el fin de la
potencia su propio acto, la potencia será perfecta en cuanto que se
determine a su propio acto.
Ahora bien, hay potencias que están determinadas por sí mismas a sus
propios actos, como son las potencias naturales activas. De ahí que
estas potencias naturales se llamen, ellas mismas, virtudes. Mas las
potencias racionales, que son propias del hombre, no están
determinadas a un solo acto, sino más bien indeterminadas respecto de
muchos; pues se determinan a los actos por los
hábitos, según consta por lo dicho anteriormente (q.49 a.4). Por
tanto, las virtudes humanas son hábitos.
A las objeciones:
1. La virtud se toma unas veces por
aquello a lo que se ordena, es decir, por su objeto o por su acto,
como es el caso de la fe, que unas veces significa aquello que se
cree; otras veces, el acto mismo de creer; y otras, el hábito con el
que se cree. Por eso, cuando se dice que la virtud es lo último de la
potencia, se toma la virtud por el objeto de la virtud. Porque,
efectivamente, la virtud de una cosa se define por lo último a que se
extiende su potencia. Por ejemplo, si uno puede llevar un peso de cien
libras, y no más, su virtud se valora en cien libras, no en sesenta.
La objeción procedía, de suponer que se definía esencialmente a la
virtud como lo último de la potencia.
2. En el mismo sentido se dice que
la virtud es el buen uso del libre albedrío, a saber, porque a eso es
a lo que se ordena la virtud como a su propio acto, pues el acto de la
virtud no es otra cosa que el buen uso del libre albedrío.
3. Se dice que merecemos por algo
de dos modos: uno, por el mérito mismo, al modo como decimos que
corremos por la carrera, y en este sentido merecemos por los actos; de
otro modo se dice que merecemos por algo como por el principio de
merecer, al modo como decimos que corremos por la facultad de
movimiento, y en este sentido merecemos por las virtudes y
hábitos.
4. Se dice que la virtud es el
orden u ordenación del amor en razón de aquello a que se ordena la
virtud, pues mediante la virtud se ordena el amor en
nosotros.
5. Las potencias naturales están de
suyo determinadas a una sola cosa; no así las potencias racionales. No
es, por tanto, el mismo caso, conforme se ha explicado (en
sol.).
Artículo 2:
¿Es la virtud humana un hábito operativo?
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Objeciones por las que parece que la virtud humana no es un hábito
operativo.
1. Dice Tulio Cicerón, en el libro IV De tuscul.
quaest., que así como la salud y la belleza es del
cuerpo, así la virtud es del alma. Ahora bien, la salud y la belleza
no son hábitos operativos. Luego tampoco lo es la virtud.
2. En las cosas naturales se da la virtud no sólo para obrar, sino
también para ser, según consta por Aristóteles, en el libro I De
caelo, al decir que ciertas cosas tienen virtud
para ser siempre, mientras que otras no la tiene para siempre, sino
por un tiempo determinado. Ahora bien, la virtud humana es en los
seres racionales lo que es la virtud natural en las cosas naturales.
Luego también la virtud humana es no sólo para obrar, sino también
para ser.
3. Dice el Filósofo, en el libro VII Physicorum, que la virtud es disposición de lo perfecto para lo mejor.
Ahora bien, lo mejor para lo que debe disponerse el hombre por la
virtud es Dios mismo, según prueba San Agustín, en el libro II De
moribus Eccles., respecto del cual se dispone el
alma asemejándose a El. Según eso, parece que la virtud se ha de
definir como una cierta cualidad del alma en orden a Dios, como
asimilativa a El, y no en orden a la operación. Luego la virtud no es
un hábito operativo.
Contra esto: dice el Filósofo, en el libro II Ethic., que la virtud de cada cosa es la que hace que su obra sea buena.
Respondo: La virtud, como indica su mismo
nombre, importa una perfección de la potencia, según
se ha dicho anteriormente (
a.1). De ahí que, siendo doble la potencia,
a saber, potencia para ser y potencia para obrar, tanto la perfección
de la una como la de la otra se llamen virtud. Pero la potencia para
ser responde a la materia, que es ser en potencia, mientras que la
potencia para obrar responde a la forma, que es el principio de la
operación, ya que cada cosa obra en cuanto que es en
acto.
Ahora bien, en la constitución del hombre, el cuerpo es como la
materia, mientras que el alma es como la forma. Por parte del cuerpo,
el hombre conviene con los demás animales; y lo mismo hay que decir
respecto de aquellas facultades que son comunes al cuerpo y al alma,
pues tan sólo aquellas facultades que son propias del alma, esto es,
las racionales, son exclusivas del hombre. Por consiguiente, la virtud
humana, de la que estamos hablando, no puede pertenecer al cuerpo,
sino a lo que es exclusivamente propio del alma. En conclusión, la
virtud humana no importa orden al ser, sino más bien a la operación y,
por tanto, la virtud humana es esencialmente un hábito
operativo.
A las objeciones:
1. El modo de la acción sigue a la
disposición del agente, pues cada cosa obra según es. Por tanto, al
ser la virtud un principio de una acción cualificada, es necesario que
en el agente preexista virtuosamente alguna disposición conforme a
ella. Ahora bien, la virtud hace que la operación sea ordenada. Luego,
la misma virtud es una cierta disposición ordenada en el alma, en el
sentido de que las potencias del alma están de algún modo ordenadas
entre sí y respecto de las cosas exteriores. Y por eso, la virtud, en
cuanto que es una disposición conveniente del alma, es semejante a la
salud y a la belleza, que son las debidas disposiciones del cuerpo.
Pero con ello no se excluye que la virtud sea también principio de
operación.
2. La virtud respecto del ser no
es la que es propia del hombre, sino solamente la que se ordena a las
obras de la razón, que son las propias del hombre.
3. Puesto que la sustancia de Dios
se identifica con su operación, la máxima asimilación del hombre con
Dios se realiza mediante alguna operación. De ahí que, según se ha
dicho anteriormente (
q.3 a.2), la felicidad o bienaventuranza, por la
que el hombre se conforma máximamente con Dios, que es el fin de la
vida humana, consiste en una operación.
Artículo 3:
¿Es la virtud humana un hábito bueno?
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Objeciones por las que parece que no es esencial a la virtud ser un
hábito bueno.
1. El pecado se entiende siempre en el orden del mal. Pero existe
alguna virtud del pecado, según aquello de 1 Cor 15,56: la virtud
del pecado es la ley. Luego la virtud no siempre es un hábito
bueno.
2. La virtud corresponde a la potencia. Pero la potencia no es sólo
respecto del bien, sino también del mal, según aquello de Isaías
5,22: ¡Ay de los que son valientes para beber vino y fuertes para
mezclar licores! Luego también la virtud es respecto del bien y
del mal.
3. Según San Pablo, en 2 Cor 12,9, la virtud se perfecciona en la
debilidad. Pero la debilidad es un cierto mal. Luego la virtud no
es sólo respecto del bien, sino también del mal.
Contra esto: dice San Agustín, en el libro De moribus
Eccles.: nadie habrá dudado de que la virtud
hace óptima al alma. Y el Filósofo dice, a su vez, en el libro II
Ethic., que la virtud es la que hace bueno
al que la tiene y que su obra sea buena.
Respondo: Según queda dicho (
a.1), la virtud
importa perfección de la potencia; de ahí que la virtud de cada cosa
se defina por lo máximo de que es capaz, conforme se
dice en el libro I
De caelo. Ahora bien, lo
último de que es capaz una potencia ha de ser bueno, ya que todo lo
que es malo importa defecto, conforme dice Dionisio, en el capítulo
4
De div. nom., que todo mal es
débil.
Por eso es necesario que la virtud de cada cosa se defina en orden al
bien. Por consiguiente, la virtud humana, que es un hábito operativo,
es un hábito bueno y operativo del bien.
A las objeciones:
1. Como ocurre con lo perfecto,
también ocurre con el bien, que se dice metafóricamente de los males,
pues se habla de un perfecto hurtador o ladrón y de un buen hurtador o
ladrón, según consta por el Filósofo, en el libro V Metaphys. Según esto, por tanto, también la virtud
se dice metafóricamente de los malos. Y así se habla de la ley como
de virtud del pecado, en cuanto que la ley es ocasión de que
sea mayor el pecado y, como que por ella llega al máximo su
poder.
2. El mal de la embriaguez y de la
excesiva bebida consiste en el defecto del orden de la razón. Pero
ocurre que, a la vez que falla la razón, alguna potencia inferior
tiende perfectamente a sus objetivos propios, aunque sea con
repugnancia y con defecto de la razón. Mas la perfección de tal
potencia, al ser con defecto de la razón, no puede tenerse por virtud
humana.
3. La razón tanto más perfecta se
muestra cuanto mejor puede vencer o tolerar las debilidades del cuerpo
y de las facultades inferiores. Por eso la virtud humana, que se
atribuye a la razón, se dice que se perfecciona en la
debilidad, no de la razón, ciertamente, sino en la debilidad del
cuerpo y de las facultades inferiores.
Artículo 4:
¿Es correcta la definición de la virtud?
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Objeciones por las que parece que no es correcta la definición de la
virtud que suele darse en estos términos: La virtud es una buena
cualidad de la mente por la que se vive rectamente, de la cual nadie
usa mal, producida por Dios en nosotros sin intervención
nuestra.
1. La virtud es la bondad del hombre, ya que es la que hace bueno
al que la tiene. Pero no parece correcto decir que
la bondad es buena, como tampoco se dice que la blancura es blanca.
Por consiguiente, no es correcto decir que la virtud es una buena
cualidad.
2. Ninguna diferencia es más común que su propio género,
puesto que es ella la que divide al género. Pero el bien es más común
que la cualidad, ya que se convierte con el ser. Luego el bien
no debe entrar en la definición de la virtud como diferencia de la
cualidad.
3. Como dice San Agustín, en el libro XII De Trin., donde comienza a percibirse algo que no nos es común a nosotros y a los animales, allí encontramos la mente. Pero algunas virtudes se dan también en las facultades irracionales, según dice el Filósofo, en el libro III Ethic. Luego no toda virtud es una buena cualidad de la mente.
4. La rectitud parece ser propia de la justicia, pues es lo mismo
hablar de hombres rectos que de justos. Pero la justicia es una
especie de virtud. Luego no es correcto poner la rectitud en la
definición de la virtud, al decir «por la que se vive
rectamente».
5. Cualquiera que se enorgullece de una cosa usa mal
de ella. Pero muchos se enorgullecen de la virtud, según dice San
Agustín, en la Regla, que la soberbia se
infiltra insidiosamente incluso en las buenas obras para
destruirlas. Luego es falso decir que de la virtud nadie usa
mal.
6. El hombre es justificado por la virtud. Pero, comentando aquello
de Jn 14,12, hará mayores obras que éstas, dice San
Agustín: Quien te creó sin ti no te justificará sin
ti. Luego no se dice correctamente que la virtud es producida
por Dios en nosotros sin intervención nuestra.
Contra esto: está la autoridad de San Agustín, con cuyas palabras,
tomadas principalmente del libro II De libero arbitrio, se ha elaborado dicha definición.
Respondo: Esta definición abarca perfectamente
todo lo que es esencial a la virtud. Efectivamente, la definición
perfecta de cada cosa se hace teniendo en cuenta todas sus causas; y
la antedicha definición comprende todas las causas de la virtud. La
causa formal de la virtud se toma, como en las demás cosas, de su
género y diferencia específica, al decir
cualidad buena, pues
el género de la virtud es el ser
cualidad, y su diferencia
específica es el ser
buena. Sin embargo, sería más exacta la
definición si en vez de cualidad se pusiese
hábito, que es el
género próximo.
La virtud no tiene materia de la que (ex qua) se forme, como
tampoco la tienen otros accidentes; pero tiene materia sobre la que (circa quam) versa, y materia en la que (in qua) se da,
esto es, el sujeto. La materia sobre la que versa es el objeto de la
virtud, que no pudo ponerse en dicha definición, porque por el objeto
se determina la virtud a su especie, mientras que aquí se trata de la
definición de la virtud en común. Por eso, en lugar de la causa
material se pone el sujeto de la virtud, al decir que es una buena
cualidad de la mente.
El fin de la virtud, por tratarse de un hábito operativo, es la misma
operación. Pero hay que notar que unos hábitos operativos disponen
siempre para el mal, como son los hábitos viciosos; otros disponen
unas veces para el bien y otras veces para el mal, como la opinión,
que puede ser verdadera o falsa; la virtud, en cambio, es un hábito
que dispone siempre para el bien. Por eso, para distinguir la virtud
de los hábitos que disponen siempre para el mal, se dice por la que
se vive rectamente; y para distinguirla de aquellos otros que unas
veces inclinan al bien y otras veces al mal, se dice de la cual
nadie usa mal.
La causa eficiente de la virtud infusa, de la que se da esta
definición, es Dios. Por eso se dice producida por Dios en nosotros
sin intervención nuestra. Si se prescinde de esta cláusula, el
resto de la definición es común para todas las virtudes, tanto
adquiridas como infusas.
A las objeciones:
1. Lo primero que aprehende el
entendimiento es el ser. Por eso a todo lo que aprehendemos le
atribuimos que es ser, y, consiguientemente, que es uno y que es
bueno, que son convertibles con el ser. De ahí que digamos que la
esencia es ser, y que es una y que es buena; y que la unidad es ser, y
que es una y que es buena; y lo mismo hacemos con la bondad. Pero esto
no se da en las formas especiales, como son la blancura y la salud,
pues no todo lo que aprehendemos lo aprehendemos bajo la razón de
blanco y sano. Sin embargo, hay que tener en cuenta que los accidentes
y las formas no subsistentes, así como se llaman entes, no porque
tengan ellos mismos el ser, sino porque por ellos algo es, así también
se dice que son buenos o unos; no, ciertamente, debido a alguna otra
bondad o unidad, sino debido a que por ellos algo es bueno y uno. En
este sentido, pues, también la virtud se dice que es buena, porque por
ella algo es bueno.
2. El bien que se pone en la
definición de la virtud no es el bien común que se
convierte con el ser y es más común que la cualidad,
sino el bien de la razón, según dice Dionisio, en el capítulo 4 De
div. nom., que el bien del alma consiste en
vivir conforme a la razón.
3. La virtud no puede existir en
las facultades irracionales del alma sino en cuanto participan de la
razón, como se dice en el libro I Ethic. Por eso
es la razón o la mente el sujeto propio de la virtud
humana.
4. Es propia de la justicia la
rectitud que se realiza acerca de las cosas exteriores de las que usa
el hombre y constituyen la materia propia de la justicia, según se
verá más adelante (
q.60 a.2;
2-2 q.58 a.8). Pero la rectitud que
importa orden al fin debido y a la ley divina, que es la regla de la
voluntad humana, según se ha dicho anteriormente (
q.19 a.4), es común
a toda virtud.
5. De la virtud se puede usar mal
tomándola como objeto como, por ejemplo, cuando uno siente mal de
ella, cuando la odia o se enorgullece de ella; pero no en el sentido
de que ella sea el principio del mal uso, de modo que el acto de la
virtud sea malo.
6. La virtud infusa es causada por
Dios en nosotros sin que intervenga nuestra acción en ello, pero no
sin nuestro consentimiento. Así ha de entenderse la cláusula producida por Dios en nosotros sin intervención nuestra. En
cambio, las cosas hechas por nosotros las causa Dios en nosotros, pero
no sin nuestra intervención, pues El obra en toda voluntad y en toda
naturaleza.