Artículo 1:
En el ángel, entender, ¿es o no es su sustancia?
lat
Objeciones por las que parece que en el ángel entender es su
sustancia:
1. El ángel es más sublime y más simple que el entendimiento agente
del alma. Pero la sustancia del entendimiento agente es su acción,
como nos consta por Aristóteles en el III De Anima y por su Comentarista. Por lo tanto, con mucho mayor motivo la sustancia del ángel es su acción, que es entender.
2. El Filósofo en el XII Metaphys.
dice: La acción del entendimiento es vida. Pero como para
los vivientes vivir es ser, como se dice en II De
anima, parece que la vida sea la esencia. Por lo
tanto, la acción del entendimiento es la esencia del ángel que
entiende.
3. Si los extremos son una misma realidad, el medio no
difiere de ellos, porque más dista un extremo de otro que de lo
intermedio. Pero en el ángel el entendimiento y lo entendido son lo
mismo, al menos cuando entiende su esencia. Por lo tanto, el acto de
entender, que ocupa el lugar medio entre el entendimiento y lo
entendido, es lo mismo que la sustancia del ángel que
entiende.
Contra esto: la acción de una cosa difiere más de su propia sustancia
que de su ser. Pero no hay nada creado cuyo ser se identifique con su
sustancia, puesto que, como ya dijimos (
q.3 a.4;
q.7 a.1 ad 3;
q.44 a.1), esto sólo le corresponde a Dios. Por lo tanto, ni la acción del
ángel ni la de cualquier otra criatura es su sustancia.
Respondo: Es imposible que la acción del ángel
o la de cualquier otra criatura sea sustancia. Propiamente hablando,
la acción es la actualidad de una facultad, como el ser es la
actualidad de la sustancia o de la esencia. Es imposible que sea su
propia actualidad una cosa que no es acto puro, sino que está mezclada
con la potencia, porque actualidad se opone a potencialidad. Sólo
Dios es acto puro. Por lo tanto, sólo la sustancia de Dios es su
propio ser y su propio obrar.
Además, si el entender del ángel fuese su sustancia, sería necesario
que fuera subsistente. Pero el entender subsistente, como cualquier
otra forma abstracta subsistente, tiene que ser algo único. Por eso,
la sustancia del ángel no se distinguiría de la sustancia de Dios, que
es el mismo ser subsistente, ni de la sustancia de otro
ángel.
También, si el ángel fuera su mismo entender, no podría haber en el
entender grados más o menos perfectos, ya que esto radica en la
diversidad de participación del acto de entender.
A las objeciones:
1. Cuando se dice que el
entendimiento agente es su acción, no se trata de una atribución esencial sino por
concomitancia, ya que, desde el momento en que la sustancia del
entendimiento agente está en acto, le acompaña en cuanto que de ella
depende su acción. Esto no puede decirse del entendimiento posible, el
cual no ejecuta sus acciones hasta que no ha sido puesto en
acto.
2. Respecto al vivir, la vida no
es lo que la esencia respecto al ser, sino lo que carrera y
correr, pues estas dos palabras significan el acto en abstracto
y en concreto, respectivamente. Por lo tanto, algunas veces la
palabra vida es tomada por esencia, según aquello que dice
Agustín en el libro De Trin.: La memoria, la
inteligencia y la voluntad son una sola esencia, una sola vida.
Pero no es éste el sentido dado por el Filósofo cuando dice: La
acción del entendimiento es vida.
3. La acción que pasa a algo
exterior, en realidad es algo medio entre el agente y el sujeto que
recibe la acción. Pero la acción que permanece en el agente no es
realmente algo intermedio, sino sólo según nuestro modo de entender,
porque, realmente, hay unión entre sujeto y objeto. Del hecho de que
lo entendido se haga una misma realidad con quien entiende, deriva el entender como si fuera casi un efecto distinto de
ambos.
Artículo 2:
En el ángel, entender, ¿es o no es su ser?
lat
Objeciones por las que parece que en el ángel entender es su
ser:
1. En los vivientes, vivir es ser, se dice en II De anima. Pero entender es un cierto vivir, como se dice
alli mismo. Por lo tanto, el entender del ángel es su
ser.
2. La misma relación que hay entre las causas, la hay entre
los efectos. Pero la forma por la que el ángel es, se identifica con
la forma por la que entiende, al menos a sí mismo. Por lo tanto, su
entender es su ser.
Contra esto: el entender del ángel es su movimiento, como nos consta
por Dionisio en c.4 de Div. Nom. Pero ser no es
movimiento. Por lo tanto, el ser del ángel no es su
entender.
Respondo: La acción del ángel no es su ser,
como tampoco lo es la acción de ninguna criatura. Como se dice en
IX Metaphys., hay un doble género de acción.
1) Una, que pasa a algo exterior y produce en él una pasión.
Ejemplo: Quemar y cortar. 2) Otra, que no pasa al exterior,
sino que permanece en el agente. Ejemplo: Sentir, entender y querer.
Estas no modifican nada exterior, sino que se consuman en el mismo
agente. Si se trata de la primera, es evidente que no hay lugar para
afirmar que sea el propio ser del agente, ya que el ser del agente es
algo que está dentro de él; y este tipo de acciones consiste en algo
que pasa del agente al paciente. En cuanto a la segunda, esencialmente
requiere ser infinita, bien absolutamente, bien en cierto modo. Absolutamente, como entender, cuyo objeto es lo verdadero; o
querer, cuyo objeto es el bien. Ambas cosas se identifican con el ser,
por lo cual, los actos de entender y de querer están referidos a todo
y ambos reciben su especie de su objeto. En cierto modo, como
lo es el acto de sentir, que llega a todo lo sensible. Así, la vista
abarca todo lo visible. En cambio, el ser de la criatura está
determinado a una sola cosa en cuanto al género y en cuanto a la
especie; y solamente el ser de Dios es un ser absolutamente infinito,
que comprehende en sí todas las cosas, como dice Dionisio en el c.5 De Div. Nom. Por eso, sólo el ser divino es su
entender y su querer.
A las objeciones:
1. Vivir, unas veces se emplea para
designar el ser viviente; otras, para indicar las acciones vitales, es
decir, aquellas por las que se comprueban que un ser es viviente. Y
éste es el sentido en el que el Filósofo dice que entender es un
cierto vivir, ya que allí mismo distingue los diversos grados de
vida, en conformidad con las distintas operaciones
vitales.
2. La esencia del ángel es la
razón de todo su ser. Pero no es la razón de todo su entender, porque
no puede entender todas las cosas por sus esencias. Por eso, en cuanto
tal esencia y por su razón propia, se compara con el ser del ángel.
Pero se compara con su entender por la razón del objeto más universal,
esto es, del ser o de lo verdadero. Así, se comprende que, si bien la
forma es la misma, sin embargo, no es principio del ser y del
entender. Por eso hay que concluir: el entender del ángel no es su
ser.
Artículo 3:
La potencia intelectiva del ángel, ¿es o no es su
esencia?
lat
Objeciones por las que parece que en el ángel la potencia intelectiva
no es algo distinto a su esencia:
1. Mente y entendimiento indican la potencia intelectiva. Pero
Dionisio, en muchos lugares de sus libros, llama
a los ángeles mentes o entendimientos.
Por lo tanto, el ángel es su potencia intelectiva.
2. Si la potencia intelectiva en el ángel es algo distinto
de su esencia, es necesario que sea un accidente, pues llamamos
accidente de un ser a lo que está fuera de su esencia. Pero la
forma simple no puede ser sujeto, como dice Boecio en el libro De Trin. Por lo tanto, el ángel no sería forma
simple. Y esto va contra lo ya establecido (q.50, a.2).
3. Agustín, en XII Confess.,
dice: Dios hizo la naturaleza angélica cerca de si, y la materia
prima cerca de la nada. Esto parece indicar que el ángel, como más
cercano a Dios, es más simple que la materia prima. Pero la materia
prima es su propia potencia. Por lo tanto, con mayor motivo el ángel
es su potencia intelectiva.
Contra esto: está lo que dice Dionisio en el c.11 Angel,
hier.: Los ángeles se dividen en sustancia,
virtud y operación. Por lo tanto, una cosa es en ellos la
sustancia, otra la virtud y otra la operación.
Respondo: Ni en el ángel ni en ninguna criatura
la potencia operativa es lo mismo que la esencia. Se demuestra así:
Como la potencia se relaciona con el acto, es necesario que, conforme
a la diversidad de actos, haya diversidad de potencias. Por eso se
dice que a cada acto propio le corresponde su potencia propia. La
esencia de todo ser creado difiere de su ser, y, como ya dijimos (
a.1;
q.44 a.1), se relaciona con él como la potencia con el acto. El acto
que le corresponde a la potencia operativa es la acción. Pero en el
ángel, ser y entender no son una misma cosa, como tampoco hay en
ningún otro ser creado alguna acción que sea lo mismo que su ser. Por
lo tanto, la esencia del ángel no es su potencia intelectiva, ni
tampoco en un ser creado su potencia operativa es su
esencia.
A las objeciones:
1. El ángel es llamado
entendimiento y mente, porque en él no hay más
conocimiento que el intelectual. El conocimiento del alma en parte es
intelectual y en parte es sensitivo.
2. La forma simple que
simultáneamente es acto puro no puede ser sujeto de ningún accidente,
porque el sujeto se relaciona con el accidente como la potencia con el
acto. Un acto así sólo lo es Dios. En este sentido habla Boecio. En
cambio, la forma simple que no es su ser, sino que se relaciona con él
como la potencia con el acto, puede ser sujeto de accidentes, y, en
particular, de los que se derivan de la especie, ya que éstos
pertenecen a la forma; como, por el contrario, los del individuo no
extensibles a toda la especie, derivan de la materia, principio de
individuación. En este último sentido es simple la forma del
ángel.
3. La potencia de la materia se
relaciona con el ser sustancial, y, en cambio, la potencia operativa
lo hace con el ser accidental. Por lo tanto, no hay
paridad.
Artículo 4:
En el ángel, ¿hay o no hay entendimiento agente y
posible?
lat
Objeciones por las que parece que en el ángel hay entendimiento
agente y posible:
1. El Filósofo, en III De Anima, dice: Así
como en toda naturaleza hay algo que es principio de toda pasividad y
algo principio de toda actividad, así también lo hay en el alma.
Pero el ángel es una determinada naturaleza. Por lo tanto, en él hay
entendimiento agente y posible.
2. Como consta en III De Anima, lo
propio del entendimiento posible es recibir; lo propio del
entendimiento agente, iluminar. Pero un ángel recibe la iluminación
del ángel superior e ilumina al inferior. Por lo tanto, en él hay
entendimiento agente y posible.
Contra esto: está el hecho de que en nosotros hay entendimiento agente y
posible por razón de las imágenes, que son al entendimiento posible lo
que los colores a la vista, y al entendimiento
agente lo que los colores a la luz, como consta en III De
Anima. Pero en el ángel no hay imágenes. Por lo
tanto, tampoco en él hay entendimiento agente y posible.
Respondo: La necesidad de admitir en nosotros
un entendimiento posible se debe al hecho de que, a veces, estamos en
potencia para entender y, a veces, estamos en acto. Por eso, es
necesario que exista una facultad que, antes de entender, esté en
potencia con respecto a lo inteligible, y que pase a acto cuando lo
conoce y después cuando los piensa. Esta es la facultad llamada
entendimiento posible. La necesidad de admitir el entendimiento agente
proviene del hecho de que las naturalezas de lo material que son las
que nosotros conocemos, no existen fuera del alma en estado inmaterial
y actualmente inteligible, sino que, tal como existen fuera del alma,
sólo son inteligibles en potencia; por lo cual es necesario que exista
alguna facultad que las haga inteligibles en acto. Esta es la facultad
llamada entendimiento agente.
Pero en los ángeles no se da ninguna de estas dos necesidades, puesto
que nunca está en pura potencia para entender lo que entienden por
naturaleza, ni sus objetos son inteligibles en potencia, sino en acto;
pues, ante todo y sobre todo, entiende lo inmaterial, como se
demostrará (q.34 a.7; q.85 a.1). Así, en ellos no puede haber
entendimiento agente ni posible, a no ser equívocamente.
A las objeciones:
1. El Filósofo, como se deduce de
sus mismas palabras, entiende que estas dos cosas las poseen todas las
naturalezas en las que se da el ser engendradas o hechas. En el ángel
la ciencia no es engendrada, sino infundida. Por lo tanto, no es
necesario que tenga entendimiento agente y posible.
2. Lo propio del entendimiento
agente es iluminar, pero no a otro ser inteligente, sino lo
inteligible potencialmente, en cuanto que, por la abstracción, lo hace
inteligible en acto. Y lo propio del entendimiento posible es estar en
potencia respecto a los objetos connaturales de su conocimiento, y,
algunas veces, ser reducido a acto. Por lo tanto, que un ángel ilumine
a otro no pertenece a la razón de entendimiento agente; como tampoco
pertenece a la razón de entendimiento posible el hecho de que sea
iluminado en lo referente a los misterios sobrenaturales, para cuyo
conocimiento algunas veces está en potencia. Si alguien prefiere
llamar a esto entendimiento agente o posible, tomará las palabras en
sentido equívoco, aunque, por lo demás, la cuestión de nombres no debe
preocupar.
Artículo 5:
En los ángeles, ¿hay o no hay sólo conocimiento intelectivo?
lat
Objeciones por las que parece que en el ángel no hay sólo
conocimiento intelectivo:
1. Agustín, en VIII De civ. Dei, dice: En
los ángeles hay vida que entiende y siente. Por lo tanto, en ellos
hay potencia sensitiva.
2. Isidoro dice que los ángeles conocieron
muchas cosas por experiencia. Pero la experiencia se forma de muchos
recuerdos, como se dice en I Metaphys. Por lo
tanto, en ellos hay potencia memorativa.
3. Dionisio en el c.4 De div. nom.
dice que en los demonios hay fantasía desenfocada. Pero la
fantasía pertenece al poder imaginativo. Por lo tanto, en los demonios
hay poder imaginativo. Por lo mismo, también en los ángeles, porque
son de la misma naturaleza.
Contra esto: está lo que dice Gregorio en la Homilía de la Ascensión: El hombre siente como los animales y entiende como
los ángeles.
Respondo: En nuestra alma hay facultades cuyas
operaciones se ejecutan por medio de órganos corpóreos. Estas fuerzas
son actos de algunas partes determinadas del cuerpo.
Ejemplo: La vista en el ojo; el oído en la oreja. En cambio, hay otras
fuerzas del alma cuyas operaciones no son ejecutadas por órganos
corpóreos. Ejemplo: El entendimiento y la voluntad. Estas no son acto
de ninguna parte del cuerpo. Como se desprende de lo dicho
anteriormente (
q.51 a.1), los ángeles no tienen cuerpos a los que
estén unidos por naturaleza. Por lo tanto, de todas las fuerzas
indicadas, no le cuadran más que el entendimiento y la
voluntad.
Esto mismo es admitido por el Comentarista cuando en XII Metaphys. dice que las sustancias separadas se
dividen en entendimiento y voluntad. Es también lo que le corresponde
al orden del universo para que la criatura intelectual suprema sea
totalmente intelectual, y no sólo en parte, como lo es nuestra alma.
Esta es la razón por la que los ángeles son llamados Entendimientos y Mentes, como dijimos (a.3 ad 1).
A las objeciones:: A las objeciones
planteadas hay que responder de una doble manera. 1)
Una,
diciendo que los textos citados expresan la opinión de quienes
sostienen que los ángeles y los demonios tienen cuerpos unidos
naturalmente a ellos. Esta opinión con frecuencia la utiliza Agustín
en sus libros, aun cuando no sea su intención suscribirla. Por eso en
XXI
De Civ. Dei dice:
Sobre esta cuestión no
hay que devanarse mucho los sesos.
2) También puede responderse que aquellas autoridades, y otras
parecidas, hay que entenderlas por cierta semejanza. Porque, como
quiera que el sentido percibe con certeza su objeto sensible propio,
en el uso de los escritores estaba la palabra sentir para
indicar la certeza de la percepción intelectual. Por eso también es
llamada sentencia. La experiencia puede ser atribuida a
los ángeles por razón de la semejanza existente entre los objetos del
conocimiento, aunque no la haya entre las facultades cognoscitivas. En
nosotros hay experiencia cuando conocemos lo singular por medio de los
sentidos; los ángeles conocen lo singular, como quedará demostrado más
adelante (q.57 a.2), pero no por los sentidos. Sin embargo, en los
ángeles es admisible la memoria en el sentido en el que
Agustín lo atribuye a la mente; aunque no les es
atribuible en cuanto parte del alma sensitiva. Lo mismo cabe decir con
respecto a la fantasía desenfocada, que se atribuye a los
demonios por tener una falsa estimación práctica de lo verdadero y lo
bueno. Entre nosotros, las equivocaciones provienen precisamente de la
fantasía, que nos impulsa a adherirnos a las imágenes de las cosas
como si fueran las cosas. Esto es comprobable en los que están
dormidos y en los locos.