Artículo 1:
Nuestro entendimiento, ¿conoce o no conoce lo corporal y lo material
abstrayendo especies de las imágenes?
lat
Objeciones por las que parece que nuestro entendimiento no conoce lo
corporal y lo material abstrayendo especies de las imágenes:
1. Cualquier entendimiento que entiende una cosa de modo distinto a
como ella es, está equivocado. Ahora bien, las formas de las cosas
materiales no existen abstraídas de los objetos particulares, cuyas
representaciones son las imágenes. Por lo tanto, si conociéramos las
realidades materiales abstrayendo sus especies de las imágenes, la
falsedad estaría en nuestro entendimiento.
2. Las realidades materiales son realidades naturales en
cuya definición entra la materia. Pero nada puede ser entendido sin
conocer lo que entra en su definición. Por lo tanto, los seres
materiales no pueden ser entendidos sin la materia. Pero la materia es
principio de individuación. Por lo tanto, las realidades materiales no
pueden ser entendidas abstrayendo lo universal de lo particular, que
consiste en abstraer las especies inteligibles de las
imágenes.
3. En el III De Anima se dice que
las imágenes se relacionan con el alma intelectiva como los colores
con la vista. Pero la visión no se efectúa abstrayendo especies de
los colores, sino por la impresión de éstos en la vista. Por lo tanto,
tampoco el entender ocurre abstrayendo algo de las
imágenes, sino porque las imágenes se imprimen en el
entendimiento.
4. Como se dice en III De Anima, en
el alma intelectiva se encuentra el entendimiento posible y el agente.
Pero extraer las especies inteligibles de las imágenes no le
corresponde al entendimiento posible, sino que le corresponde archivar
las especies ya abstraídas. Pero tampoco parece que le corresponda al
entendimiento agente, que se relaciona con las imágenes como con los
colores la luz, la cual no abstrae nada de ellos, sino que, más bien,
influye en ellos. Por lo tanto, de ninguna manera entendemos
abstrayendo de las imágenes.
5. El Filósofo, en el III De Anima,
dice: El entendimiento conoce las especies en las imágenes. Por
lo tanto, no abstrayéndolas.
Contra esto está lo que se dice en III De Anima: En
la medida en que las cosas son separables de la materia, se aproximan
al entendimiento. Por lo tanto, es necesario que las cosas
materiales sean entendidas por abstracción de la materia y de las
representaciones materiales, esto es, de las imágenes.
Respondo: Como dijimos (
q.84 a.7), el objeto
cognoscible está proporcionado a la facultad cognoscitiva. Hay tres
grados en la facultad cognoscitiva. 1) Hay una facultad cognoscitiva
que es acto de un órgano corporal, y es el
sentido. Por eso, el
objeto de cualquier potencia sensitiva es la forma en cuanto presente
en la materia corporal. Como dicha materia es principio de
individuación, las potencias de la parte sensitiva sólo conocen
realidades concretas. 2) Hay otra facultad cognoscitiva que ni es acto
de un órgano corporal ni está unida de ninguna manera a lo corpóreo, y
ésta es el
entendimiento angélico. Así, el objeto de esta
facultad cognoscitiva es la forma subsistente sin materia, pues aunque
conozca las realidades materiales, sin embargo, no las conoce más que
viéndolas en las inmateriales, ya sea en sí mismo, ya en Dios. 3) El
entendimiento humano ocupa un lugar intermedio, pues no es acto de
ningún órgano corporal. En cambio, es una facultad del alma que es
forma del cuerpo, como quedó demostrado (
q.76 a.1). Y por eso, le
corresponde como propio el conocimiento de la forma presente en la
materia corporal individual, si bien no tal como está en la materia.
Pero conocer lo que está en una materia individual y no tal como está
en dicha materia, es abstraer la forma de la materia individual
representada en las imágenes. De este modo, es necesario afirmar que
nuestro entendimiento conoce las realidades materiales abstrayendo de
las imágenes. Y por medio de las realidades materiales así entendidas,
llegamos al conocimiento de las inmateriales, pero de forma distinta a
como lo hacen los ángeles, los cuales por lo inmaterial conocen lo
material.
En cambio, Platón, atendiendo sólo a la inmaterialidad del
entendimiento humano y no al hecho de que de algún modo está unido al
cuerpo, sostuvo que su objeto son las ideas separadas y que nosotros
entendemos no abstrayendo, sino, más bien, participando de las
realidades abstractas, como se dijo anteriormente (q.84 a.1).
A las objeciones:
1. Hay dos maneras de Abstraer.
1)
Una, por composición y división, como cuando entendemos que
una cosa no está en otra o que está separada de ella. 2)
Otra,
por consideración simple y absoluta, como cuando entendemos una cosa
sin pensar en ninguna otra. Así, pues, abstraer según la primera
manera indicada, esto es, abstraer con el entendimiento cosas que en
la realidad no están abstraídas, no puede darse sin error. Pero no hay
error en abstraer según la segunda manera, como resulta evidente en el
orden sensible, pues si pensamos o decimos que el color de un cuerpo
no le es inherente, o que está separado de él, hay falsedad en el
juicio o en la expresión. En cambio, si consideramos el color y sus
propiedades sin referencia alguna a la manzana en que está el color, o
expresamos de palabra lo que así entendemos, no habrá error ni en el
juicio ni en la expresión. Pues la manzana no
pertenece a la esencia del color, y, consecuentemente, no hay
inconveniente en que consideremos el color sin referirnos para nada a
la manzana. Igualmente, lo que pertenece a la esencia específica de
cualquier objeto material, una piedra, un hombre o un caballo, puede
ser considerado sin sus principios individuales, que no entran en el
concepto de esencia. En esto consiste precisamente abstraer lo
universal de lo particular por la especie inteligible de las imágenes,
esto es, considerar la naturaleza específica independientemente de los
principios individuales representados por las imágenes.
Por lo tanto, cuando se dice que es falso quien entiende algo de modo
distinto a como es, se está diciendo algo verdadero si la expresión de modo distinto se refiere a lo entendido. Pues es falso aquel
entendimiento que entiende algo de modo distinto a como es en
realidad. Por eso, sería falso aquel entendimiento que abstrajera de
la materia la especie de piedra de manera que entendiese que no está
en la materia, como sostuvo Platón. Pero no es verdadero si la
expresión de modo distinto está referida a quien entiende. Pues
no hay falsedad en que su modo de ser cuando entiende sea distinto del
modo de ser de la realidad existente, puesto que lo entendido está
inmaterialmente en quien lo entiende, según el modo de ser del
entendimiento, y no materialmente, según el modo de ser de la realidad
material.
2. Algunos pensaron
que la especie del objeto natural es sólo la forma, y que la materia
no es parte de la especie. Pero, según esto, la materia no entraría en
la definición de las cosas naturales. Hay que tener presente dos tipos
de materia, esto es, la común y la concreta o individual. Común, como
la carne y los huesos; individual, como esta carne y estos huesos. El
entendimiento abstrae la especie de la materia sensible individual, no
de la materia sensible común. De este modo, abstrae la especie de
hombre de esta carne y de estos huesos, que no pertenecen al concepto
de especie, sino que son partes del individuo, como se dice en VII
Metaphys., que no sufran en su noción esencial.
Pero la especie de hombre no puede ser abstraída por el entendimiento
de la carne y de los huesos.
Las especies matemáticas pueden ser abstraídas por el entendimiento,
no sólo de la materia sensible individual, sino también de la común.
Sin embargo, no de la materia inteligible común, sino sólo de la
individual. Pues se llama materia sensible a la materia corporal en
cuanto que es sujeto de cualidades sensibles, como el calor, el frío,
la dureza o la blandura. Y se llama materia inteligible a la sustancia
en cuanto que es sujeto de la cantidad. Es evidente que la cantidad
está presente en la sustancia antes que las cualidades sensibles. Por
eso, las cantidades, como números, dimensiones y figuras, que son
límites de la cantidad, pueden ser consideradas sin las cualidades
sensibles, y esto es abstraer de la materia sensible. Sin embargo, no
pueden ser concebidas sin referirlas a la sustancia en cuanto sujeto
de la cantidad, ya que esto sería abstraerlas de la materia
inteligible común. Sin embargo, no es necesario referirlas a esta o a
aquella sustancia. Esto equivaldría a abstraerlas de la materia
inteligible individual.
Hay esencias que pueden ser abstraídas incluso de la materia
inteligible común, como son el ser, la unidad, la potencia y el acto,
los cuales también pueden existir sin materia alguna, como es el caso
de las sustancias inmateriales. Y porque Platón no tuvo presente este
doble modo de abstracción, sostuvo que era abstracto realmente todo lo
que, tal como dijimos (ad 1), es abstraído por el entendimiento.
3. Los colores existen del mismo
modo en la materia corporal que en la potencia visiva, y, así, pueden
imprimir su representación en la vista. Pero las imágenes, por ser
representaciones de individuos y existir en órganos corporales, no
tienen el mismo modo de existencia en el entendimiento humano, como
resulta claro por lo dicho, y, por lo tanto, por sí mismas no
pueden imprimirse en el entendimiento posible. Pero en virtud del
entendimiento agente, que actúa sobre las imágenes, en el
entendimiento posible se produce una cierta impresión
o representación de los mismos objetos a los que se refieren las
imágenes, pero exclusivamente en lo que respecta a su naturaleza
específica. En este sentido, se habla de abstraer las especies
inteligibles de las imágenes, no en el sentido de que una forma
numéricamente la misma, y que antes estaba en la imaginación, pase al
entendimiento posible, tal como un cuerpo pasa de un lugar a
otro.
4. El entendimiento agente no sólo
ilumina las imágenes, sino que también abstrae de ellas las especies
inteligibles. Las ilumina porque, así como el sentido se perfecciona
en su capacidad por su unión a la facultad intelectiva, así también
las imágenes, en virtud del entendimiento agente, se hacen aptas para
que de ellas puedan ser abstraídas las especies inteligibles. Y
abstrae estas especies inteligibles de las imágenes en cuanto que, en
virtud del entendimiento agente, podemos considerar las naturalezas
específicas de las cosas sin sus determinaciones individuales, en
cuanto que el entendimiento posible es informado por las
representaciones de dichas naturalezas.
5. Nuestro entendimiento abstrae
las especies inteligibles de las imágenes en cuanto que considera de
modo universal la naturaleza de las cosas. Sin embargo, las entiende
en las imágenes, porque no puede entender nada, ni siquiera lo
abstraído, a no ser recurriendo a las imágenes, como dijimos
anteriormente (
q.84 a.7).
Artículo 2:
Las especies inteligibles abstraídas de las imágenes, ¿se relacionan
o no se relacionan con nuestro entendimiento como objeto?
lat
Objeciones por las que parece que las especies inteligibles
abstraídas de las imágenes se relacionan con nuestro entendimiento
como el objeto:
1. Lo entendido en acto está en quien entiende, porque lo entendido
en acto es el mismo entendimiento en acto. Pero nada de lo entendido
está en el entendimiento de quien entiende en acto, a no ser la
especie inteligible abstraída. Por lo tanto, esta misma especie es lo
entendido en acto.
2. Es necesario que lo entendido en acto esté en algún ser.
De no ser así, nada sería. Pero no está en la realidad exterior al
alma, porque, por ser ésta una realidad material, nada de lo que hay
en ella puede ser entendido en acto. Por lo tanto, lo entendido en
acto está en el entendimiento. Consecuentemente, no es más que la
especie inteligible anteriormente mencionada.
3. Dice el Filósofo en I Periherm.: Las palabras son signos de las impresiones que hay en el alma.
Pero las palabras significan las cosas entendidas, pues por ellas
expresamos lo que entendemos. Por lo tanto, lo entendido en acto son
las mismas impresiones del alma, esto es, las especies
inteligibles.
Contra esto: la especie inteligible es con respecto al entendimiento lo
que lo sensible con respecto al sentido. Pero la especie sensible no
es lo que se siente, sino, más bien, aquello por lo que el sentido
siente. Por lo tanto, la especie inteligible no es lo que se entiende
en acto, sino aquello por lo que el entendimiento entiende.
Respondo: Algunos sostuvieron que
nuestras facultades cognoscitivas no conocen más que las propias
pasiones. Por ejemplo, que el sentido no conoce más que la alteración
de su órgano. En este supuesto, el entendimiento no entendería más que
su propia alteración, es decir, la especie inteligible recibida en él.
Según esto, estas especies son lo que el entendimiento
conoce.
Pero esta opinión es evidentemente falsa por dos razones. 1) Primera, porque los objetos que entendemos son los mismos que
constituyen las ciencias. Así, pues, si solamente entendiéramos las
especies presentes en el alma, se seguiría que ninguna ciencia
trataría sobre las realidades exteriores al alma, sino sólo sobre las
especies inteligibles que hay en ella. Así, los platónicos sostenían
que todas las ciencias tratan sobre las ideas,
entendidas en acto. 2) Segunda, porque se repetiría el error de
los antiguos, los cuales sostenían que es verdadero todo lo
aparente. Así, lo contradictorio sería simultáneamente verdadero.
Pues si una potencia no conoce más que su propia impresión, sólo juzga
de ella. Pero lo que algo parece, depende del modo como es alterada la
potencia cognoscitiva. Por lo tanto, el juicio de la potencia
cognoscitiva siempre tendría por objeto aquello que juzga, es decir,
su propia alteración tal y como es. Consecuentemente, todos sus
juicios serían verdaderos. Por ejemplo, si el gusto no siente más que
su propia impresión, cuando alguien tiene el gusto sano y juzga que la
miel es dulce, hará un juicio verdadero. Igualmente emitiría un juicio
verdadero quien, por tener el gusto afectado, afirmara que la miel es
amarga. Pues ambos juzgan según les indica su gusto. De ser así, se
deduciría que todas las opiniones son igualmente verdaderas. Lo mismo
cabría decir de cualquier percepción.
Por lo tanto, hay que afirmar que la especie inteligible con respecto
al entendimiento es como el medio por el que entiende. Se demuestra de
la siguiente manera. Como se dice en IX Metaphys., la acción es doble. 1) Una, que permanece en el agente, como
ver o entender. 2) Otra, que pasa a una realidad externa, como
calentar o cortar. Ambas se realizan de una forma determinada. Así
como la forma según la cual se realiza la acción que tiende a una
realidad exterior es imagen del objeto de dicha acción, como el calor
de lo que calienta es imagen de lo calentado, así también la forma
según la que se produce la acción que permanece en el agente, es una
representación del objeto. Por eso, en conformidad con la imagen del
objeto visible ve la vista, y la representación de lo entendido o la
especie inteligible, es la forma según la que el entendimiento
conoce.
Pero porque el entendimiento vuelve sobre sí mismo, por un único acto
reflexivo conoce tanto su propio entender como la especie por la que
entiende, y, así, secundariamente, la especie inteligible es lo
entendido. Pues lo primero que se entiende es la realidad representada
en la especie inteligible.
Esto se comprueba partiendo de la opinión de los antiguos, quienes
sostenían que lo semejante se conoce por lo semejante. Pues
también afirmaban que el alma conoce la tierra exterior a ella por la
tierra presente en ella, y lo mismo las demás cosas. Por lo tanto, si
en lugar de la tierra ponemos su especie inteligible, según la
doctrina de Aristóteles, para quien en el alma no
está la piedra, sino la especie de la piedra, tendremos que el
alma conoce por medio de las especies inteligibles la realidad
exterior a ella.
A las objeciones:
1. Lo entendido está en quien
entiende por medio de una representación. Y así se dice que lo
entendido en acto significa que la representación de lo entendido es
la forma del entendimiento, como la imagen del objeto sensible es la
forma del sentido en acto. Por eso, no se sigue de aquí que la especie
inteligible abstraída sea lo entendido en acto, sino que es su
imagen.
2. Cuando se dice lo entendido
en acto se implica tanto lo entendido como el acto de entender.
Igualmente, cuando se dice el universal abstraído, se implica
tanto la naturaleza misma del objeto como su abstracción o
universalidad. Así, pues, la naturaleza que puede ser abstraída,
entendida o concebida de modo universal, no existe más que en los
singulares, mientras que su abstracción, intelección y
universalización conceptual es propia del entendimiento. Algo parecido
podemos observar en los sentidos. Pues la vista ve el color de la
manzana sin su olor. Por lo tanto, si se pregunta dónde está el color
que se ve sin el olor, la respuesta tiene que ser: en la manzana
misma. El que se perciba sin el olor depende de la vista, en cuanto
que posee la imagen del color y no la del olor. Igualmente, la
humanidad conocida no existe más que en este o en aquel hombre. El que
sea percibida sin las condiciones individuantes, en lo cual consiste
su abstracción y de lo que se sigue su universalidad conceptual, le
viene del hecho de ser percibida por el entendimiento, en el que se
encuentra la representación de su naturaleza
específica y no la de sus principios individuales.
3. En la parte sensitiva hay una
doble operación.
Una, consistente en la alteración. Es la
operación del sentido, que se realiza por la alteración que en los
sentidos produce lo sensible.
Otra, formativa, que se da cuando
la potencia imaginativa forma la imagen de algún objeto ausente o
nunca visto. Esta doble operación se encuentra en el
entendimiento.
Pues, en primer lugar, el entendimiento posible sufre una
modificación al ser informado por la especie inteligible, y luego, una
vez informado, establece una definición, división o composición, que
expresa por medio de la palabra. La razón significada por el nombre es
la definición. La proposición indica la composición o división hecha
por el entendimiento. Por lo tanto, las palabras no indican las
especies inteligibles, sino lo que el entendimiento forma para juzgar
las realidades exteriores.
Artículo 3:
Nuestro entendimiento, por naturaleza, ¿conoce o no conoce antes lo
más universal?
lat
Objeciones por las que parece que lo más universal no es lo primero
en nuestro conocimiento intelectual:
1. Lo que por naturaleza es primero y más conocido, es para nosotros
posterior y menos conocido. Pero lo universal es por naturaleza lo
primero, porque es anterior aquello que en su existencia no lleva
consigo reciprocidad con sus derivados. Por lo
tanto, lo más universal es posterior en nuestro conocimiento
intelectivo.
2. Lo compuesto es anterior para nosotros a lo simple. Pero
lo universal es lo más simple. Por lo tanto, lo conocemos con
posterioridad.
3. El Filósofo en I Physic. dice
que antes conocemos lo definido que las partes de la definición. Pero
lo más universal es parte de la definición de lo menos universal, como
animal es parte de la definición de hombre. Por lo tanto, conocemos
con posterioridad lo más universal.
4. Por los efectos llegamos a las causas y a los
principios. Pero los universales son ciertos principios. Por lo tanto,
los conocemos con posterioridad.
Contra esto: está lo que se dice en I Physic.: Es necesario pasar de lo universal a lo particular.
Respondo: En nuestro conocimiento intelectual
es necesario tener presentes dos aspectos. 1)
Uno, que el
conocimiento intelectual se origina de algún modo en el sensitivo. Y
porque los sentidos perciben lo particular y el entendimiento percibe
lo universal, es necesario que el conocimiento de las cosas
particulares en nosotros preceda al conocimiento de las universales.
2)
Dos, que nuestro entendimiento pasa de la potencia al acto.
Todo lo que pasa de la potencia al acto, antes que al acto perfecto
llega a un acto imperfecto, intermedio entre la potencia y el acto. El
acto perfecto al que llega nuestro entendimiento es la ciencia
completa, por la que conocemos las cosas de forma clara y
determinante. El acto incompleto constituye la ciencia imperfecta, por
la que conocemos las cosas de un modo indeterminado y confuso, ya que
lo que así conocemos, en un cierto grado, lo conocemos en acto, y de
alguna manera, en potencia. Por eso, el Filósofo en I
Physic. dice que
primero nos es evidente y
claro lo más indeterminado, y, después, conocemos distinguiendo con
precisión los principios y los elementos. Es evidente que conocer
algo en lo que estén contenidas otras muchas cosas sin un conocimiento
particular de cada una, es conocerlas confusamente. De este modo
pueden ser conocidos tanto el todo universal, en el que las partes
están en potencia, como el todo integral, puesto que de uno y otro
cabe un conocimiento confuso sin tenerlo claro de
sus partes. En cambio, conocer distintamente lo que contiene un todo
universal es tener conocimiento de algo menos común. Así, conocer
indistintamente al animal significa conocerlo únicamente en cuanto
animal, mientras que conocerlo distintamente significa conocerlo en
cuanto racional o irracional, lo cual significa conocer al hombre o al
león. Así, pues, nuestro entendimiento conoce antes al animal que al
hombre. Y la misma razón es aplicable a lo más universal respecto de
lo menos universal.
Y porque el sentido pasa de la potencia al acto, como el
entendimiento, en el sentido encontramos el mismo orden de
conocimiento. Pues por los sentidos formamos un juicio de lo más común
antes que de lo menos común, tanto con respecto al espacio como al
tiempo. Ejemplo: Con respecto al espacio, al ver un objeto lejano nos
damos cuenta antes de que es cuerpo que de que es animal; y antes nos
damos cuenta que es animal de que es hombre; y antes nos damos cuenta
que es hombre de que sea Sócrates o Platón. Con respecto al tiempo,
porque el niño empieza por distinguir al hombre de lo que no es hombre
antes que a este hombre de aquél. Como se dice en I Physic., los niños al principio llaman padre a
todos los varones, hasta que más tarde distinguen quién es cada
uno.
El porqué de esto es evidente. Porque quien conoce algo
indistintamente aún está en potencia para conocer el principio de su
distinción, como quien conoce el género está en potencia para conocer
la diferencia. Resulta claro que el conocimiento confuso es algo
intermedio entre la potencia y el acto.
Por lo tanto, hay que decir: El conocimiento de los singulares nos es
anterior al de los universales, de igual modo que el conocimiento
sensitivo es anterior al intelectivo. Pero tanto en el sensitivo como
en el intelectivo, el conocimiento de lo más común es anterior al de
lo menos común.
A las objeciones:
1. El universal puede ser
considerado bajo dos aspectos. 1) Uno, en cuanto que la
naturaleza del universal implica la intención de universalidad. Como
la intención de universalidad, esto es, que una y la misma cosa se
refiera a muchas, proviene de la abstracción del entendimiento, es
necesario que lo universal, bajo este aspecto, sea lo posterior. Por
eso, en I De Anima se dice que el animal
universal o no es nada o es algo posterior. En cambio, según
Platón, que admitió los universales subsistentes, el universal
considerado así sería anterior a los singulares, los cuales, según él,
no son más que participaciones de los universales subsistentes
llamados ideas. 2) En un segundo aspecto, el universal puede
ser considerado en cuanto a su misma naturaleza, esto es, su
animalidad o humanidad, tal como existe en los individuos. Y entonces
debemos distinguir un doble orden de naturaleza. 1) Primero, el
de la generación y el tiempo en conformidad con el que son anteriores
las cosas más imperfectas y las potenciales. Desde este punto de
vista, lo más común por naturaleza es anterior, como resulta evidente
en la generación del animal y del hombre. ya que antes se genera el
animal que el hombre, como se dice en el libro De Generat.
Animal. 2) Segundo, el orden de perfección o
finalidad de la naturaleza, a la manera como el acto por naturaleza es
anterior a la potencia y lo perfecto es anterior a lo imperfecto. En
este sentido, lo menos general por naturaleza es anterior a lo más
general, como lo es el hombre con respecto al animal, pues la
finalidad de la naturaleza en la generación humana no se alcanza con
la generación del animal, sino con la del hombre.
2. Lo universal más común es con
respecto a lo menos común como el todo a la parte. Como un todo, en
cuanto que en lo más universal no solamente se incluye en potencia lo
menos universal, sino, además, otras cosas, al modo que en animal no sólo está incluido el hombre, sino también el caballo.
Como parte, en cuanto que lo menos común en su concepto contiene no
sólo lo más común, sino también otras cosas, al modo como en
hombre está incluido no sólo el ser animal, sino también
racional. Así, pues, animal, considerado en sí mismo, en nuestro
conocimiento precede a hombre, pero conocemos al
hombre antes de conocer que animal es parte de su definición.
3. La parte puede ser conocida de
dos maneras. 1) Una, en absoluto, según es en sí misma, y, así,
nada impide conocer las partes antes que el todo. Ejemplo: Las piedras
antes que el edificio. 2) Otra, en cuanto partes de este todo,
y es necesario que conozcamos el todo antes que las partes, puesto que
primero tenemos un cierto y confuso conocimiento del edificio antes de
distinguir cada una de sus partes. Así, pues, debemos decir que los
elementos de la definición, considerados en sí mismos, nos son
conocidos antes que lo definido. De no ser así, no darían a conocer lo
que definen. Pero, en cuanto a las partes de la definición, nos son
conocidos con posterioridad, pues primero tenemos una noción confusa
del hombre antes de saber distinguir todo lo que pertenece a su
esencia.
4. El universal, en cuanto que
implica la intención de universalidad, de algún modo es principio de
conocimiento, puesto que el conocimiento intelectivo, que se realiza
por medio de la abstracción, lleva consigo dicha intención de
universalidad. Pero no es necesario que todo principio de conocimiento
sea principio de ser, como pretendía Platón. Pues a veces conocemos la
causa por el efecto y la sustancia por los accidentes. Por eso, según
Aristóteles, en VII Metaphys., el universal así
considerado no es ni principio de ser ni sustancia. Si consideramos la
naturaleza misma del género y de la especie tal como se encuentra en
los singulares, en cierto modo y con respecto a ellos tiene razón de
principio formal, ya que lo singular se constituye en tal por la
materia, y la razón de especie se toma de la forma. Pero la naturaleza
genérica se relaciona con la específica como principio material, ya
que la razón de género se toma de lo que hay de material en el objeto,
y la de especie, de lo que hay de formal, como la razón de animal se
toma del elemento sensitivo, y la de hombre, del intelectivo. De ahí
que la tendencia última de la naturaleza vaya dirigida a la especie y
no al individuo ni al género, pues el fin de la generación es la
forma, y la materia existe por la forma. No es necesario que el
conocimiento de la causa o del principio para nosotros sea lo
posterior, ya que, a veces, conocemos por causas sensibles efectos
desconocidos, y, a veces, sucede todo lo contrario.
Artículo 4:
Nuestro entendimiento, ¿puede o no puede conocer simultáneamente
muchas cosas?
lat
Objeciones por las que parece que podemos conocer muchas cosas
simultáneamente:
1. El entendimiento está sobre el tiempo. Pero el antes y el después
pertenecen al tiempo. Por lo tanto, el entendimiento no conoce las
cosas distintas unas antes y otras después, sino simultáneamente.
2. Nada impide la coexistencia de formas diversas no
opuestas en un mismo sujeto. Ejemplo: El olor y el color en la misma
manzana. Pero las especies inteligibles no son opuestas. Por lo tanto,
nada impide que un mismo entendimiento sea actualizado a la vez por
diversas especies inteligibles y que de este modo pueda entender
muchas cosas simultáneamente.
3. El entendimiento puede entender simultáneamente algún
todo. Ejemplo: Un hombre o una casa. Pero en cada todo se contienen
muchas partes. Por lo tanto, el entendimiento conoce muchas cosas
simultáneamente.
4. Como se dice en el libro De Anima, no se puede conocer la diferencia entre dos cosas
si ambas no se perciben simultáneamente. Lo mismo sucede en cualquier
comparación. Pero nuestro entendimiento conoce las diferencias y
establece comparaciones entre los seres. Por lo tanto, conoce muchas
cosas simultáneamente.
Contra esto: está lo que se dice en el libro Topic.; El entender es único, el saber es
múltiple.
Respondo: Ciertamente, el entendimiento puede
conocer muchas cosas en cuanto constituyen una unidad, no en cuanto
son muchas. Al hablar de unidad o multiplicidad, nos referimos a una
sola o a varias especies inteligibles. Pues el modo de cada acción
proviene de la forma que es su principio. Por lo tanto, todo lo que el
entendimiento puede conocer por una sola especie, puede entenderlo
simultáneamente. Por eso Dios lo ve todo simultáneamente, ya que lo ve
todo en una sola realidad: Su esencia. Las cosas, en cambio, que el
entendimiento conoce por especies distintas, no las conoce
simultáneamente. El porqué de esto radica en que es imposible que un
mismo sujeto a la vez sea perfeccionado por distintas formas del mismo
género y de distinta especie, como es imposible que un mismo cuerpo
tenga simultáneamente y desde un mismo punto de vista diversos colores
y figuras. Todas, las especies inteligibles pertenecen a un mismo
género, ya que son perfecciones de una misma potencia intelectiva, aun
cuando pertenezcan a distinto género los objetos que representan. Por
lo tanto, es imposible que un mismo entendimiento sea perfeccionado
simultáneamente por especies inteligibles diversas de modo que
entienda en acto objetos diversos.
A las objeciones:
1. El entendimiento está por encima
del tiempo, que mide el movimiento de los cuerpos. Pero la pluralidad
de las especies inteligibles origina una cierta sucesión en las
operaciones intelectivas, según la cual una es anterior a otra. A esta
sucesión Agustín, en VIII Super Gen. ad litt. la
llama tiempo cuando dice que Dios mueve a la criatura
espiritual en el tiempo.
2. Es imposible que coexistan
simultáneamente en un mismo sujeto no sólo formas opuestas, sino
cualquier tipo de formas de un mismo género aunque no sean opuestas,
como resulta evidente en el ejemplo de los colores y las
figuras.
3. Las partes pueden ser conocidas
de dos maneras. 1) Una, con cierta confusión, en cuanto
incluidas en el todo, y de este modo se las conoce por la única forma
del todo y, por lo tanto, simultáneamente. 2) Otra, con un
conocimiento claro y distinto, en cuanto que cada una es conocida por
su especie respectiva, y entonces no se conocen simultáneamente.
4. Cuando el entendimiento conoce
la diferencia o la relación de un ser con respecto a otro, conoce los
seres que divide o compara en razón de la misma diferencia o
comparación, tal como dijimos que conoce las partes incluidas en el
todo.
Artículo 5:
Nuestro entendimiento, ¿conoce o no conoce componiendo y
dividiendo?
lat
Objeciones por las que parece que nuestro entendimiento no conoce
componiendo y dividiendo:
1. La composición y la división requieren pluralidad de elementos.
Pero el entendimiento no puede entender muchas cosas simultáneamente.
Por lo tanto, no puede entender componiendo y dividiendo.
2. En toda composición intervienen el tiempo presente, el
pasado y el futuro. Pero el entendimiento abstrae del tiempo, así como
de las demás condiciones particulares. Por lo tanto, el entendimiento
no conoce componiendo y dividiendo.
3. El entendimiento conoce por cuanto se asemeja a las
cosas. Pero en éstas no se da ni composición ni división, ya que en
las cosas no se encuentra más que la realidad significada por el
predicado y el sujeto, que es una y la misma si la composición es
verdadera, pues el hombre es la realidad misma que es animal. Por lo
tanto, el entendimiento no compone ni divide.
Contra esto: como dice el Filósofo en I Periherm., las palabras expresan los conceptos del
entendimiento. Pero en las palabras hay composición y división, como
resulta evidente en las proposiciones afirmativas y
negativas. Por lo tanto, el entendimiento compone y
divide.
Respondo: El entendimiento humano necesita
conocer componiendo y dividiendo. Pues el conocimiento humano, al
pasar de la potencia al acto, guarda una cierta semejanza con los
seres susceptibles de generación, los cuales no poseen inmediatamente
toda su perfección, sino que la adquieren gradualmente. Tampoco el
entendimiento humano adquiere de repente el conocimiento perfecto de
una cosa al percibirla por primera vez, sino que empieza por conocer
algo de ella, esto es, su esencia, que es el objeto primero y propio
del entendimiento. Después conoce las propiedades, accidentes y
relaciones que acompañan a la esencia. Esto exige unir o separar unos
con otros los objetos percibidos y pasar de una composición o división
a otra, y esto es raciocinar.
En cambio, el entendimiento angélico y el divino se asemejan a las
realidades incorruptibles, las cuales, inmediatamente y desde un
principio, poseen ya toda su perfección. Por eso, el entendimiento
angélico y el divino adquieren un conocimiento instantáneo y perfecto
del objeto en su totalidad. De ahí que, al conocer su esencia,
conozcan simultáneamente cuanto nosotros podemos alcanzar a través de
la composición, división y razonamiento. El entendimiento humano
conoce componiendo, dividiendo y razonando. El divino y el angélico
conocen ciertamente la composición, la división y el raciocinio, pero
no componiendo, dividiendo ni razonando, sino por intelección simple
de la esencia.
A las objeciones:
1. La composición y división
intelectual implican cierta diferencia y comparación. Por eso, el
entendimiento conoce muchas cosas componiendo y dividiendo, del mismo
modo que conoce la diferencia y relación entre ellas.
2. El entendimiento abstrae de las
imágenes, y, sin embargo, no conoce en acto más que refiriéndose a
ellas, como dijimos anteriormente (a.1 q.84 a.7). Por esta referencia
a las imágenes, la composición y división intelectual se dan en el
tiempo.
3. La imagen del objeto es
recibida en el entendimiento según el modo de ser del entendimiento y
no según el modo del objeto. Por eso, hay algo en el objeto que
corresponde a la composición y división del entendimiento, aunque no
está en el objeto del mismo modo que en el entendimiento. El objeto
propio del entendimiento es la esencia de la realidad material que cae
bajo el dominio de los sentidos y la imaginación. Ahora bien, en el
objeto material encontramos dos tipos de composición. 1) El
primero es la de la forma con la materia. A este tipo corresponde
la composición intelectiva, según la cual el todo universal se predica
de sus partes, ya que el género se toma de la materia común; en
cambio, la diferencia, que completa la especie, se toma de la forma.
La singularidad se toma de la materia individual. 2) El segundo
es el del accidente con el sujeto. A este tipo corresponde por parte
del entendimiento la composición por la que el accidente es atribuido
al sujeto, como cuando se dice el hombre es blanco. Sin
embargo, hay diferencia entre la composición intelectiva y la del
objeto, pues los componentes objetivos son diversos, mientras que la
composición establecida por el entendimiento es signo de la identidad
de los elementos que se agrupan o componen. El entendimiento no
compone de manera que se afirme que el hombre sea la blancura, sino
que el hombre es blanco, esto es, que tiene blancura, ya que uno mismo
es el hombre y el sujeto de la blancura. Lo mismo puede decirse de la
composición de forma y materia, ya que animal significa el ser de
naturaleza sensitiva. Racional, el de naturaleza intelectiva. Hombre,
el que las posee a ambas. Sócrates, el que a todo ello añade la materia
individual. Según esta razón de identidad, nuestro entendimiento
compone una atribuyéndola a la otra.
Artículo 6:
El entendimiento, ¿puede o no puede ser falso?
lat
Objeciones por las que parece que el entendimiento puede ser
falso:
1. Dice el Filósofo en VI
Metaphys.:
Lo
verdadero y lo falso están en la mente. Pero la mente y el
entendimiento son lo mismo, como dijimos (
q.79). Por lo tanto, la
falsedad está en el entendimiento.
2. La opinión y el raciocinio son propios del entendimiento.
Pero en ambos hay falsedad. Por lo tanto, puede haber falsedad en el
entendimiento.
3. El pecado está en la parte intelectiva. Pero el
pecado implica falsedad, pues, como se dice en Prov 14,22: Yerran
quienes practican el mal. Por lo tanto, la falsedad puede estar en
el entendimiento.
Contra esto: está lo que dice Agustín en el libro Octoginta trium
quaest.: El que yerra no entiende aquello en lo
que yerra. Y el Filósofo en el libro De Anima dice: El entendimiento es siempre recto.
Respondo: Sobre este punto, el Filósofo en
III
De Anima compara el entendimiento con los
sentidos. El sentido no se engaña con respecto a su propio objeto, por
ejemplo, la vista acerca del color, a no ser accidentalmente, debido a
algún impedimento en el órgano, como sucede cuando el paladar de un
enfermo juzga como dulce lo amargo, debido a que su lengua está
biliosa. En cambio, se engaña con respecto a lo sensible común, como
al formar un juicio de la magnitud o de la figura. Ejemplo: Cuando
juzga que la dimensión del sol es de un pie a pesar de que sea mayor
que toda la tierra. Y mucho más se engaña con respecto a lo
accidentalmente sensible, al juzgar que la miel es hiel por semejanza
del color. El porqué de esto es evidente. Pues toda potencia, en
cuanto tal, está ordenada a su objeto. Y lo que está ordenado siempre
obra de la misma manera. Por eso, mientras subsiste la potencia no
yerra en su juicio sobre el propio objeto.
El objeto propio del entendimiento es la esencia de las cosas. Sobre
la esencia, y en términos absolutos, el entendimiento no yerra. En
cambio, sí puede equivocarse sobre aquello que envuelve la esencia, al
establecer relaciones, o al juzgarlo, o al diversificar, o al razonar
sobre ello. Por lo mismo tampoco puede errar acerca de las
proposiciones que se conocen directamente, una vez conocida la esencia
de los términos, como sucede con los primeros principios, de los
cuales se desprende la infalibilidad de la verdad de las conclusiones
en lo que se refiere a su certeza científica. Sin embargo, puede
suceder que accidentalmente el entendimiento se engañe acerca de la
esencia de las cosas compuestas, no por razón del órgano, ya que el
entendimiento no es una facultad que use el órgano, sino por la
composición que interviene en la definición, bien porque la definición
de una cosa es falsa cuando se la aplica a otra, como si la del
círculo se aplicase al triángulo, o bien porque una definición es en
sí misma falsa, al implicar la unión de elementos incompatibles, como
si se define un ser diciendo que es animal racional alado. Por
eso, acerca de las realidades simples, en cuya definición no puede
intervenir la composición, no podemos engañarnos, pero nos engañamos
por no lograr alcanzarlas en modo alguno, como se dice en
IX Metaphys.
A las objeciones: La falsedad que, según el
Filósofo, está en la mente, se refiere a la composición y división. Lo
mismo hay que responder en lo referente a la opinión y al raciocinio.
Y lo mismo también sobre el error de los que pecan, que consiste en la
adhesión a lo deseable. Pero en la absoluta consideración de la
esencia de una cosa y de lo que por ella es conocido, el entendimiento
nunca se engaña. En este sentido hay que entender las autoridades que
hemos ofrecido como réplica a las objeciones.
Artículo 7:
¿Puede o no puede alguien conocer mejor que otro una
cosa?
lat
Objeciones por las que parece que uno no puede
conocer mejor que otro una cosa:
1. Dice Agustín en el libro Octoginta trium qaest.: Quien conoce una cosa de modo distinto a como es, no
la conoce. Por lo cual, no cabe duda de que hay un conocimiento
perfecto que no puede ser superado. Consecuentemente, tampoco puede
progresar hasta lo infinito en el conocimiento de algo, ni puede uno
entender mejor que otro una cosa.
2. Más aún. El entendimiento es verdadero en su acción de
entender. Pero como la verdad es una cierta igualdad entre el
entendimiento y el objeto, no admite más ni menos. Pues propiamente no puede hablarse de algo más o menos igual. Por lo tanto, tampoco puede decirse que algo sea más o menos conocido.
3. El entendimiento es lo más formal que hay en el
hombre. Pero la diferencia de forma implica diferencia de especie.
Así, pues, si un hombre entiende algo mejor que otro, parece que no
son de la misma especie.
Contra esto: está el hecho de que por la experiencia encontramos que hay
quienes entienden más profundamente que otros, como entiende con mayor
profundidad quien puede reducir una conclusión a sus primeros
principios y primeras causas que el que sólo puede llegar a sus causas
próximas.
Respondo: Que alguien conozca algo más que
otro, puede entenderse de dos maneras. 1)
Una, cuando con la
partícula
más se expresa el acto de entender en relación con lo
conocido. En este sentido, nadie puede entender una cosa más que otro,
porque, si la entendiese distinta a como es, o entendiese que es mejor
o peor, se engañaría y no la entendería, como argumenta Agustín. 2)
Otra, cuando expresa el acto de entender por parte del que
entiende. En este sentido, uno puede entender la misma cosa mejor que
otro por cuanto es superior su vigor intelectual, como en la visión
corporal ve mejor un objeto quien posee una facultad más perfecta y
con mejor capacidad de visión.
En el entendimiento esto se da de dos maneras. 1) Una, por
parte del mismo entendimiento, que es más perfecto. Ya que es evidente
que cuanto mejor dispuesto está el cuerpo, tanto mejor es el alma que
le corresponde. Esto aparece claramente en los seres de distinta
especie. El porqué de esto radica en que el acto y la forma son
recibidos en la materia según la capacidad de la materia. Por eso, ya
que incluso entre los hombres los hay que tienen un cuerpo mejor
dispuesto que otros, tienen un alma de mayor capacidad intelectual.
Por eso, se dice en II De Anima: Vemos que los de
carnes blandas tienen buenas aptitudes mentales. 2) Otra,
por parte de las facultades inferiores, que el entendimiento necesita
para el ejercicio de su operación, pues aquellos que están mejor
dispuestos en sus potencias imaginativa, cogitativa y memorativa,
están mejor dispuestos para entender.
A las objeciones:
1. La respuesta está incluida en lo
dicho.
2. Ocurre lo mismo que con la
primera objeción, pues la verdad del entendimiento consiste en que la
cosa sea entendida tal como es.
3. La diferencia de forma, que no
proviene más que de la distinta disposición de la materia, no origina
diversidad específica, sino sólo numérica, ya que la diversidad de
forma en los individuos viene dada por la diversificación de la
materia.
Artículo 8:
Nuestro entendimiento, ¿conoce o no conoce antes lo indivisible que
lo divisible?
lat
Objeciones por las que parece que nuestro entendimiento conoce antes
lo indivisible que lo divisible:
1. Dice el Filósofo en I Physic.: Entendemos y
sabemos por el conocimiento de los principios y de los elementos.
Pero los principios y los elementos de las realidades divisibles son
indivisibles. Por lo tanto, conocemos lo indivisible antes que lo
divisible.
2. Lo que entra en la definición de una
cosa nos es conocido con anterioridad, porque, como se dice en VI Topic., la definición se establece a partir de
lo anterior y más conocido. Pero lo indivisible entra en la
definición de lo divisible, como el punto entra en la definición de
línea; pues, según Euclides, la línea es una longitud sin anchura,
cuyos extremos son dos puntos. La unidad entra en la definición de
número, porque, como se dice en X Metaphys., el número es una multitud medida por la unidad. Por lo tanto,
nuestro entendimiento conoce lo indivisible antes que lo
divisible.
3. Lo semejante se conoce por lo semejante. Pero lo
indivisible se asemeja al entendimiento más que lo divisible, porque,
como se dice en III De Anima, el
entendimiento es simple. Por lo tanto, nuestro entendimiento
conoce primero lo indivisible.
Contra esto: está lo que se dice en III De Anima: Lo
indivisible se nos presenta como privación. Pero la privación es
conocida con posterioridad. Por lo tanto, también lo
indivisible.
Respondo: De lo dicho (a.1 q.84 a.7), se
desprende que el objeto del entendimiento en el presente estado es la
esencia del objeto material que se abstrae de las imágenes. Y porque
lo primario y necesariamente conocido por una facultad cognoscitiva es
su objeto propio, puede deducirse el orden con que conocemos lo
indivisible partiendo de su relación con la esencia. Pues, como se
dice en III
De Anima, lo indivisible puede
serlo de tres maneras. 1)
Una, como es indivisible lo continuo,
que no está dividido en acto, aunque sea divisible en potencia. Este
indivisible nos es conocido antes que las partes en que se divide,
porque el conocimiento confuso es anterior al distinto, como dijimos
(
a.3). 2)
Otra, como lo es la especie. Ejemplo: El concepto de
hombre, que es algo indivisible. Lo que es indivisible así, es
conocido antes que su división en partes lógicas, e incluso antes que
el entendimiento componga o divida afirmando o negando, como también
dijimos (
a.3). Esto es así porque el entendimiento, en cuanto tal,
entiende estas dos clases de indivisibles como su objeto propio. 3)
Tercera, la de lo absolutamente indivisible como el punto o la
unidad, que ni en acto ni en potencia se dividen. Este tipo de
indivisibles, por carecer de división, son conocidos con
posterioridad. Por eso, el punto se define privativamente diciendo:
El punto es lo que no tiene partes. E igualmente
para el concepto de unidad se precisa
que sea indivisible, como
se dice en X
Metaphys. El porqué de todo esto
radica en que lo indivisible mantiene cierta oposición con lo
corporal, cuya esencia es conocida por el entendimiento de manera
primaria y directa.
En cambio, si nuestro entendimiento conociese por participación de
las sustancias indivisibles separadas, como sostuvieron los
platónicos, se seguiría que lo primero que deberíamos entender era
este indivisible, porque, según los platónicos, las realidades
primeras son las primeras participadas por las cosas.
A las objeciones:
1. En el proceso de adquisición de
la ciencia, no siempre los principios y los elementos son los
primeros; pues, a veces, llegamos al conocimiento de los principios y
de las causas inteligibles por los efectos sensibles. Pero, adquirida
la ciencia, el conocimiento de los efectos siempre depende del
conocimiento de los principios y de los elementos, porque, como dice
el Filósofo en el mismo libro, cuando podemos
reducir los efectos a sus causas, entonces opinamos que
sabemos.
2. El punto no entra en la
definición general de línea, pues es evidente que ni en la
línea infinita ni en la circular existe el punto más
que en potencia. Pero Euclides definió la línea recta limitada, y,
así, introdujo el punto en su definición como el límite entra en la
definición de lo limitado. En cambio, la unidad es la medida del
número, y, por eso, entra en la definición del número medido por ella.
Pero no en la definición de lo divisible, sino, más bien, al
contrario.
3. La semejanza por la que
conocemos es la especie de lo conocido en quien conoce. Así, el que
una cosa sea conocida antes, no proviene de su semejanza con la
naturaleza de la potencia cognoscitiva, sino de su conformidad con el
objeto. De no ser así, la vista conocería mejor el sonido que el
color.