Ahora hay que tratar sobre los ángeles en su relación con lo
corporal. En primer lugar, su relación con lo corporal; después, con
el lugar; luego, con el movimiento local.
La cuestión referente a la relación de los ángeles con lo corporal plantea y exige respuesta a tres problemas:
Artículo 1:
Los ángeles, ¿tienen o no tienen cuerpos unidos a sí
naturalmente?
lat
Objeciones por las que parece que los ángeles tienen cuerpos unidos a
sí naturalmente:
1. En el libro Peri Archon, Orígenes dice: Sólo la naturaleza de Dios, esto es, la del Padre, la del Hijo y la
del Espíritu Santo, tienen la propiedad de existir sin sustancia
material y sin estar unidas a nada corpóreo. Bernardo, en la
homilía 6 Super Cant., dice: Atribuyamos
solamente a Dios tanto la inmortalidad como la incorporeidad, ya que
su naturaleza es la única que ni por sí ni por otro necesita la ayuda
de la materia. Pues es indudable que todo espíritu creado necesita el
apoyo de lo corpóreo. Agustín, en Super. Gen. ad
litt., dice: Los demonios son llamados animales
aéreos porque por naturaleza tienen cuerpos aéreos. Pero la
naturaleza del demonio y del ángel es la misma. Por lo tanto, los
ángeles tienen cuerpos a los que están unidos por naturaleza.
2. Gregorio en la homilía sobre la Epifanía,
llama al ángel animal racional. Todo lo animal está compuesto a
partir del cuerpo y del alma. Por lo tanto, los ángeles tienen cuerpos
unidos a sí por naturaleza.
3. La vida es más perfecta en los ángeles que en las
almas. Pero el alma no solamente vive, sino que también vivifica el
cuerpo. Por lo tanto, los ángeles vivifican cuerpos a los que están
unidos por naturaleza.
Contra esto: está lo que dice Dionisio en el c.4 De Div.
Nom.: Los ángeles son entendidos como
incorporales.
Respondo: Los ángeles no tienen cuerpo al que
estén unidos por naturaleza. Pues lo que en una naturaleza es
accidental, no se encuentra en ella universalmente. Ejemplo: Puesto que
tener alas no es de la esencia del animal, no todos los animales las
tienen. Ahora bien, puesto que entender no es un acto del cuerpo ni de
ninguna facultad corpórea, como resultará evidente más adelante (q.75 a.2), tener un cuerpo unido no pertenece a la esencia de la sustancia
intelectual en cuanto tal, sino que se trata de un accidente que se
añade a una determinada sustancia intelectual por otros motivos. Esto
es lo que le sucede, por ejemplo, al alma humana, a la cual le
corresponde la unión con el cuerpo por ser imperfecta y por estar en
potencia dentro del género de las sustancias intelectuales, ya que no
tiene en su naturaleza la plenitud de la ciencia, sino que la adquiere
por medio de los sentidos corporales tomándola de las cosas sensibles,
como se dirá más adelante (q.84 a.6; q.89 a.1). Pero siempre que en un
género hay algo imperfecto, es necesario que en el mismo género
preexista algo perfecto. Por lo tanto, en la
naturaleza intelectual hay algunas sustancias intelectuales perfectas
que no precisan adquirir su ciencia tomándola de las cosas sensibles.
Así, pues, no todas las sustancias intelectuales están unidas a los
cuerpos, sino que algunas están separadas de ellos. A éstas las
llamamos ángeles.
A las objeciones:
1. Tal como se dijo anteriormente
(q.50 a.2), algunos sostuvieron que todo ser es cuerpo. Por este
motivo parece ser que todavía hay algunos que piensan que no existe
ninguna sustancia incorpórea que no esté unida a algún cuerpo,
llegando incluso a sostener, como nos cuenta Agustín en VII De Civ.
Dei, que "Dios es el alma del mundo". Pero porque
esto contradice la fe católica, que enseña que Dios está sobre todas
las cosas, según aquello del salmo 8,2: Tu magnificencia
está por encima de los cielos, Orígenes, aun cuando
rehusara aplicar esta doctrina a Dios, sin embargo, con respecto a
otros seres aceptó aquellas extrañas teorías. En ésto se engañó, al
igual que en otras muchas cosas, por haber seguido las opiniones de
los antiguos filósofos. En cuanto al texto de Bernardo, se puede decir
que los espíritus creados necesitan algún instrumento corporal, no
unido naturalmente a ellos, sino asumido para algún otro fin, como se
dirá más adelante (a.2). Agustín no expone su propia
opinión, sino la de los platónicos, los cuales admitían la existencia
de ciertos animales aéreos que llamaban demonios.
2. Gregorio llama animal
racional al ángel en sentido metafórico, debido a la semejanza
racional.
3. Vivificar implica de por sí
perfección. Por eso le corresponde a Dios, tal como se dice en 1 Re
2,6: El Señor da la muerte y la vida. Pero vivificar en sentido
formal es propio de la sustancia que es parte de alguna naturaleza y
que no tiene en sí misma la totalidad de la naturaleza de la especie.
Por eso, la sustancia espiritual que no está unida al cuerpo, es más
perfecta que aquella que lo está.
Artículo 2:
Los ángeles, ¿toman o no toman cuerpos?
lat
Objeciones por las que parece que los ángeles no toman
cuerpos:
1. En el obrar del ángel no hay nada superfluo, como tampoco lo hay
en el obrar de la naturaleza. Pero sí es superfluo que los ángeles
tomen cuerpos, pues el ángel no necesita cuerpo debido a que su virtud
supera la de los cuerpos. Por lo tanto, el ángel no toma
cuerpo.
2. Toda asunción acaba en alguna unión, porque asumir
es lo mismo que consumir. Pero, tal como dijimos (a.1), el
cuerpo no se une al ángel como forma. Por el hecho de unirse a él como
motor no se puede decir que lo asuma, porque, de ser así, se seguiría
que todos los cuerpos movidos por los ángeles son asumidos por ellos.
Por lo tanto, los ángeles no toman cuerpo.
3. Los ángeles no toman cuerpos de tierra o de agua,
porque no desaparecerían de repente. Tampoco de fuego, porque
quemarían lo que tocaran. Ni tampoco de aire, porque el aire no es
moldeable ni tiene color. Por lo tanto, los ángeles no toman
cuerpo.
Contra esto: está lo que dice Agustín en XVI De Civ. Dei: Los ángeles se aparecieron a Abraham en cuerpos que
habían tomado.
Respondo: Algunos sostuvieron
que los ángeles nunca toman cuerpo, sino que todo lo que se lee en las
Escrituras Sagradas sobre apariciones de ángeles sucedió en visión
profética, esto es, de forma imaginativa. Pero esto contradice el
objetivo mismo de la Escritura. Pues lo que es visto imaginativamente
no existe más que en la imaginación del que lo ve, y, por lo tanto, no
puede ser visto por todos indistintamente. Pero la Sagrada Escritura
menciona a veces apariciones de ángeles que fueron vistos por todos,
como los ángeles que se aparecieron a Abraham, fueron vistos por él y
toda su familia; y también por Lot y por los habitantes de Sodoma. Lo
mismo sucedió con el ángel que se apareció a Tobías,
que fue visto por todos. Resulta evidente que tales apariciones se
realizaron con visión corporal, en la cual lo que se ve está fuera del
que ve. Así es como algo puede ser visto por todos. Pero este tipo de
visión no presenta más que cuerpos. Así, pues, como quiera que los
ángeles ni son cuerpos ni están unidos naturalmente a los cuerpos,
como dijimos (a.1, q.50 a.1), hay que concluir que, algunas veces,
toman cuerpo.
A las objeciones:
1. Los ángeles no necesitan tomar
cuerpo para su propio bien, sino para el nuestro. Al convivir
familiarmente con los hombres y conversando con ellos forman una
comunidad de comprensión que es la que los hombres esperan formar con
ellos en la vida futura. El hecho de que en el Antiguo Testamento los
ángeles hayan tomado cuerpo, fue como una figura anticipada de que la
Palabra de Dios iba a tomar cuerpo humano. Pues todas las apariciones
del Antiguo Testamento están orientadas a aquella otra aparición por
la que el Hijo de Dios apareció carnalmente.
2. El cuerpo asumido se une al
ángel no como a su forma ni como a su motor solamente, sino como a un
motor representando por el cuerpo móvil asumido. Pues, así como en la
Sagrada Escritura son descritas las propiedades de los seres
intelectuales con formas o representaciones sensibles, así también, y
por virtud divina, los ángeles toman cuerpos sensibles aptos para
representar las propiedades inteligibles del ángel. Esto es lo que
significa que el ángel tome cuerpo.
3. Aun cuando el aire, en su
vaporicidad, no tiene figura ni color, sin embargo, al condensarse,
puede ser moldeado y coloreado, como resulta claro con las nubes. Así
es como los ángeles toman cuerpos formados a partir del aire,
condensándolos con la misma virtud divina tanto cuanto sea necesario
para formar el cuerpo que van a tomar.
Artículo 3:
Los ángeles, en los cuerpos que toman, ¿ejercen o no ejercen acciones
vitales?
lat
Objeciones por las que parece que los ángeles ejercen acciones
vitales en los cuerpos que toman:
1. A los ángeles de la verdad no se les ha de revestir con la
ficción. Y sería una ficción si el cuerpo asumido por ellos, que
parece tener vida y acción, no fuera real. Por lo tanto, los ángeles
ejercen acciones vitales en el cuerpo tomado.
2. En las obras del ángel nada hay inútil. Pero sería inútil
que en el cuerpo asumido por el ángel se formaran los ojos, las
narices y otros órganos sensitivos, si por ellos no sintiera. Por lo
tanto, el ángel siente a través del cuerpo asumido. Esto es un acto
vital por excelencia.
3. Moverse con movimiento progresivo es una de las
operaciones vitales, como se dice en II De Anima. Es evidente que los ángeles parece que caminan
con los cuerpos que toman. Pues en Gen 18,16 se dice que Abraham los acompañaba para despedirlos, esto es, a los ángeles que se le
habían aparecido. Y cuando Tobías preguntó al ángel: ¿Conoces el
camino que conduce a la ciudad de los medos?, respondió: Lo conozco y los he recorrido todos con frecuencia (Tob 5,7-8).
Por lo tanto, los ángeles realizan con frecuencia acciones vitales en
los cuerpos que toman.
4. Hablar es una operación vital, pues se hace por la voz,
que es un sonido emitido por la boca, y que hace el animal, como se
dice II De Anima. Es evidente que en muchos
lugares de la Escritura los ángeles hablaron en los cuerpos que habían
asumido. Por lo tanto, ejercen acciones vitales en los cuerpos que
asumen.
5. Comer es una acción propia del animal. Por eso, el
Señor, después de la resurrección, y probando que había recobrado la
vida, comió con sus discípulos (Lc 24,41). Pero los
angeles que se aparecieron en cuerpos que habían
tomado, comieron. Y Abraham les ofreció alimentos a los mismos que
antes había adorado (Gen 18,2). Por lo tanto, los ángeles ejercen
acciones vitales en los cuerpos asumidos.
6. Engendrar a un hombre es una acción vital. Pero esto
le corresponde a los ángeles en los cuerpos que toman, pues se dice en
Gen 6,4: Después que los hijos de Dios se unieron a las hijas de
los hombres, y éstas tuvieron hijos, éstos son los poderosos de la
antigüedad, varones famosos. Por lo tanto, los ángeles ejercen
acciones vitales en los cuerpos asumidos.
Contra esto: los cuerpos que asumen los ángeles no son cuerpos vivos,
como dijimos anteriormente (a.1 ad 3). Por lo tanto, tampoco por medio
de ellos pueden ejercer acciones vitales.
Respondo: Hay unas determinadas acciones
vitales que tienen, con otras que no lo son, algo en común. Ejemplo:
Hablar pertenece a los seres vivientes, y, sin embargo, coincide con
otros sonidos de seres inanimados en cuanto sonidos. Andar también
coincide con otros movimientos en cuanto tales movimientos. Por lo
tanto, en lo que respecta a lo que hay de común a una y otra acción,
los ángeles pueden ejercer acciones vitales en los cuerpos que toman.
Pero no con respecto a lo propio de los seres vivientes, pues, como
dice el Filósofo en el libro De Somn. et Vig., a quien tiene la capacidad, a éste pertenece la acción. Por
ello, no puede tener acción vital lo que no tiene vida, que es el
principio potencial de la acción.
A las objeciones:
1. Así como no se opone a la verdad
el que en la Escritura se describan las cosas inteligibles con figuras
sensibles, porque no se hace para afirmar que lo inteligible es
sensible, sino para darnos a entender, mediante semejanzas, las
propiedades de los seres inteligibles, así tampoco se opone a la
verdad de los santos ángeles que los cuerpos asumidos por ellos
parezcan hombres vivos, aunque no lo sean, puesto que no toman dichos
cuerpos más que con el objetivo de significar, por medio de las
propiedades y acciones del hombre, las propiedades y acciones
espirituales de los ángeles. Esto no lo conseguirían de forma tan
adecuada si tomasen verdaderos hombres, porque sus propiedades nos
llevarían a conocer hombres, pero no ángeles.
2. Sentir es una operación
totalmente vital. Por eso, de ningún modo se puede decir que los
ángeles sienten por medio de los órganos corporales que asumen. Sin
embargo, éstos no son superfluos, ya que no han sido formados para
sentir por ellos, sino para designar, por medio de ellos, las virtudes
espirituales de los ángeles. Así, con el ojo se significa su poder
intelectual, y con los otros miembros se dan a entender otras
virtudes, tal como enseña Dionisio en el último capítulo De Cael.
Hier.
3. El movimiento producido por un
motor unido es un acto propiamente vital. Pero no es así como se
mueven los cuerpos asumidos por los ángeles, porque los ángeles no son
su forma. Sin embargo, los ángeles se mueven accidentalmente cuando se
mueven estos cuerpos, puesto que están en ellos como el motor en el
móvil. Y de tal manera están allí, que no están en otra parte, algo
que no se puede decir de Dios. Por eso, aun cuando Dios no se mueve,
sí se mueven los cuerpos en los que Dios está, puesto que está en
todas partes. Al moverse los cuerpos que los ángeles asumen, éstos se
mueven accidentalmente. Pero no sucede así cuando los cuerpos que se
mueven son los cuerpos celestes, aunque estén unidos a ellos como el
motor al móvil, ya que los cuerpos celestes no abandonan totalmente ni
el lugar que ocupan, ni el espíritu que mueve el orbe está adscrito a
una parte determinada de la sustancia del orbe, que ahora está en el
oriente, ahora en occidente, sino que está adscrito a un determinado
lugar, porque la fuerza motriz siempre está en oriente, como dice el
Filósofo en VIII Physic.
4. Propiamente, los ángeles no
hablan por medio de los cuerpos asumidos, sino que producen algo
semejante al lenguaje, por cuanto forman en el aire
sonidos semejantes a la palabra humana.
5. Propiamente hablando, a los
ángeles tampoco les corresponde comer, puesto que comer significa
ingerir alimentos para que se transformen en la sustancia del que
come, y aunque la comida que Cristo tomó después de la resurrección no
se transformó en su cuerpo, sin embargo tenía un cuerpo de tal
naturaleza que el alimento podía convertirse en El. Por eso hubo
verdadera comida. Pero los alimentos tomados por los ángeles no podían
convertirse en el cuerpo que llevaban unido ni, por la naturaleza de
aquel cuerpo, el alimento se podía convertir en él; por eso no había
verdadera comida, sino figura de la comida espiritual. Esto es
exactamente lo que el ángel dijo en Tob 12,18-19: Cuando estaba con
vosotros parecía que comía y que bebía, pero yo como y bebo algo
invisible. Por su parte, Abraham les ofreció alimentos pensando
que eran hombres en los que, sin embargo, veneró a Dios que estaba en
ellos como suele estar Dios en los profetas, según dice
Agustín en XVI De Civ. Dei.
6. Como dice Agustín en XV De
Civ. Dei: Muchos de los que experimentaron, o que lo
oyeron de los que lo habían experimentado, confirman que los silvanos
y los faunos, vulgarmente llamados íncubos, muchas veces han exigido
mujeres y se han unido a ellas. Por lo tanto, negar eso es una
torpeza. Pero bajo ningún concepto los santos ángeles de Dios pudieron
tropezar de este modo antes del diluvio. Por eso, por hijos de Dios
son entendidos los hijos de Set, que eran buenos. Y por hijas de los
hombres la Sagrada Escritura designa a las nacidas de la estirpe de
Caín. No hay que extrañarse, pues, que de ellos pudieran nacer
gigantes. Ni todos lo fueron, pero antes del diluvio hubo muchos más
gigantes que después. Pero, aun suponiendo que alguna vez nazcan
hombres de una unión habida con los demonios, no son engendrados por
un principio vital del demonio o por el cuerpo que lleva unido, sino
que ha sido tomado de algún hombre para tal objetivo. Esto es lo que
sucedería, por ejemplo, si el demonio se hace súcubo ante el hombre, e
íncubo ante la mujer, ya que también toman las semillas de algunas
cosas para engendrar cosas distintas, como dice Agustín en III De
Trin. En este caso, el hijo que nace no es hijo del demonio, sino
hijo del hombre del que tomó el ser.