Artículo 1:
El ángel, ¿es o no es completamente incorpóreo?
lat
Objeciones por las que parece que el ángel no es completamente
incorpóreo:
1. Aquello que es incorpóreo solamente en lo que se refiere a
nosotros, pero no en lo que se refiere a Dios, no es totalmente
incorpóreo. Pero el damasceno en el libro 2 dice que el
ángel, en lo que se refiere a nosotros, es llamado incorpóreo e
inmaterial, pero en su relación con Dios, encontramos que es corpóreo
y material. Por lo tanto, no es completamente incorpóreo.
2. Como se demuestra en el VI Physic.
sólo el cuerpo se mueve. Pero el Damasceno
dice que el ángel es una sustancia intelectual
siempre en movimiento. Por lo tanto, es una sustancia
corpórea.
3. Ambrosio, en el libro De Spiritu Sancto, dice: Toda criatura está circunscrita por los
invariables límites de su naturaleza. Estar circunscrito es algo
propio de los cuerpos. Por lo tanto, toda criatura es corpórea. Pero
los ángeles son criaturas de Dios, como resulta claro en el Sal
148,2: Alabad al Señor todos sus ángeles. Y después añade
(v.5): Porque El lo dijo y fueron hechos. El lo mandó, y fueron
creados. Por lo tanto, los ángeles son corpóreos.
Contra esto: está lo que se dice en el Sal 103,4: El que hace a sus
ángeles espíritus.
Respondo: Es necesario admitir la existencia de
algunas criaturas incorpóreas. Lo que sobre todo
se propone Dios en las criaturas es el bien, que consiste en parecerse
a Dios. Pero la perfecta semejanza del efecto con la causa es tal
cuando el efecto la imita en aquello por lo que la causa produce su
efecto, como el calor produce lo caliente. Pero Dios produce a la
criatura por su entendimiento y su voluntad, como quedó demostrado
anteriormente (
q.14 a.8;
q.19 a.4). Por lo tanto, para la perfección
del universo se requiere que haya algunas criaturas intelectuales.
Pero entender no puede ser acto del cuerpo ni de
ninguna facultad corpórea, porque todo el cuerpo está sometido al aquí
y al ahora. Por lo tanto, para que el universo sea perfecto, es
necesario que exista alguna criatura incorpórea.
Los antiguos, que ignoraban la existencia de la
capacidad intelectual y que no distinguían entre el entendimiento y el
sentido, estimaron que en el mundo no existe más que lo que es
percibido por el sentido y por la imaginación. Y como en el campo de
la imaginación no cabe más que el cuerpo, estimaron que no había más
ser que el cuerpo, como dice el Filósofo en IV Physic. De aquí surgió el error de los saduceos, quienes decían que no había espíritu (Hch 23,8). Pero sólo por el hecho de que el entendimiento es superior al sentido, se demuestra razonablemente la existencia de algunas realidades incorpóreas, comprehensibles sólo por el entendimiento.
A las objeciones:
1. Las sustancias incorpóreas son
algo intermedio entre Dios y las criaturas corpóreas. Pero el medio,
comparado con uno de los extremos, parece el otro extremo. Ejemplo: Un
cuerpo tibio, comparado con uno caliente, parece frío. Esta es la
razón por la que se dice que los ángeles, comparados con Dios, son
materiales y corpóreos. Pero no porque en ellos haya algo de la
naturaleza corpórea.
2. En el texto citado, el
movimiento es tomado en el sentido en el que se dice que entender y
querer son un cierto movimiento. Por lo tanto, se dice que el ángel es
una sustancia siempre en movimiento, porque siempre está
entendiendo, y no porque, como nos sucede a nosotros, unas veces esté
en acto y otras en potencia. Por eso, aquel argumento está
fundamentado en un equívoco.
3. Estar circunscrito por términos
locales es algo propio de los cuerpos. Pero estar circunscrito por
límites esenciales es común a cualquier criatura, tanto corporal como
espiritual. Por eso, Ambrosio, en el libro De Spir.
Sanct. dice: Aunque algunas cosas no estén
contenidas en determinados lugares corpóreos, sin embargo, no por eso
dejan de estar circunscritas por la sustancia.
Artículo 2:
El ángel, ¿está o no está compuesto a partir de la materia y la
forma?
lat
Objeciones por las que parece que el ángel está compuesto a partir de
la materia y de la forma:
1. Todo lo que está contenido en algún género, está compuesto a
partir del género y de la diferencia, la cual, unida al género,
constituye la especie. Pero el género está tomado a partir de la
materia. Y la diferencia, a partir de la forma, como resulta claro en
VIII Metaphys. Por lo tanto, todo lo que
pertenece a algún género está compuesto a partir de la materia y de la
forma. Pero el ángel pertenece al género de la sustancia. Por lo
tanto, está compuesto a partir de la materia y de la
forma.
2. En todo aquello en lo que se encuentran las propiedades
de la materia, también se encuentra la materia. Las propiedades de la
materia son recibir y sustentar. Por eso Boecio, en el libro De
Trin., dice: La forma simple no puede ser
sujeto. Todo esto lo encontramos en el ángel. Por lo tanto, el
ángel está compuesto a partir de la materia y de la
forma.
3. La forma es acto. Por lo tanto, todo lo que solamente
es forma, es acto puro. Pero el ángel no es acto puro, puesto que sólo
lo es Dios. Por lo tanto, no es sólo forma, sino que tiene forma en la
materia.
4. La forma está propiamente limitada y delimitada por la
materia. Por lo tanto, la forma que no está en la materia es una forma
infinita. Pero la forma del ángel no es infinita, porque toda criatura
es finita. Por lo tanto, la forma del ángel está en la
materia.
Contra esto: está lo que dice Dionisio en el c.4 De Div.
Nom.: Las criaturas primeras son tenidas por
incorpóreas e inmateriales.
Respondo: Algunos sostienen que los ángeles
están compuestos a partir de la materia y de la forma. Esta opinión es
la que Avicebrón se empeñó en demostrar en el libro
Fons vitae. Pues supone que todo lo que intelectualmente es
distinto, también lo es en la realidad. En la sustancia incorpórea, el
entendimiento aprehende algo por lo que se distingue de la sustancia
corpórea, y algo por lo que coincide con ella. Por eso, y a partir de
esto, quiere concluir que aquello por lo que la sustancia incorpórea
se distingue de la corpórea es para ella algo así como la forma. Y
aquello que por su especificidad común sustenta la forma que la
distingue es su materia. Fundamentándose en esto, sostiene que la
materia universal que se encuentra en los entes espirituales y
corporales es la misma. Y estima que la forma de la sustancia
incorpórea está impresa en la materia de los entes espirituales, como
la forma cuantitativa está impresa en la materia de los entes
corporales.
Pero a simple vista se puede advertir que es imposible el que la
materia de los entes espirituales y los entes
corporales sea la misma. Pues no es posible que la forma espiritual y
la corporal sean recibidas en la misma parte de la materia, porque, de
ser así, lo mismo sería material y espiritual. Por eso, hay que
concluir que una es la parte de la materia que recibe la forma
corporal y otra la que recibe la forma espiritual. La materia no se
divide en partes más que en tanto en cuanto se concibe como sometida a
la cantidad. Si ésta desaparece, queda la sustancia indivisible, como
se dice en I Physic. Así, pues, habría que
concluir que la materia de los entes espirituales está sometida a la
cantidad. Esto es imposible. Por lo tanto, también es imposible que la
materia de los entes corporales y espirituales sea la
misma.
Pero podemos añadir algo más. Es imposible que la sustancia
intelectual tenga algún tipo de materia. Pues la operación de
cualquier ser se realiza según el modo de su sustancia. El acto de
entender es una operación totalmente inmaterial. Esto se comprueba
examinando su objeto, que es donde todos los actos encuentran su
naturaleza y especie. Pues cualquier cosa es entendida en cuanto que
se la abstrae de la materia, porque, en la materia, las formas son
formas individuales que no son percibidas en cuanto tales por el
entendimiento. Por lo tanto, hay que concluir que toda sustancia
intelectual es completamente inmaterial.
Tampoco es necesario que las cosas que se distinguen intelectualmente
sean distintas en la realidad, porque el entendimiento no aprehende
las cosas según el modo de ser de ellas, sino según el suyo propio.
Por eso, las cosas materiales, sometidas a nuestro entendimiento,
pueden tener en él un modo de ser mucho más simple del que son en sí
mismas. Por su parte, las sustancias angélicas están por encima de
nuestro entendimiento. Por eso, nuestro entendimiento no puede
aprehenderlas tal y como son en sí mismas, sino sólo a su modo, es
decir, tal como aprehende las cosas compuestas. Así es como aprehende
a Dios, como dijimos anteriormente (q.3 a.3 ad 1).
A las objeciones:
1. La diferencia constituye la
especie. Todo ser está constituido en una especie en cuanto que está
determinado para un grado concreto del ser, porque las especies de las
cosas son como los números que se diferencian por suma o resta de la
unidad, tal como se dice en VIII Metaphys. En
las cosas materiales es distinto lo que los determina para un grado
especial, la forma, de aquello por lo que son determinados, la
materia. Por eso, de una se toma el género y de otra la diferencia.
Pero en las cosas inmateriales no es distinto lo que determina y lo
determinado, sino que ambas realidades por sí mismas ocupan un
determinado grado entre los seres. De este modo, el género y la
diferencia no les proviene de elementos distintos, sino de uno y el
mismo. La diferencia la establecemos nosotros según nuestro modo de
entender, puesto que nuestro entendimiento la considera como
indeterminada, encontrando en ella la razón de género. Cuando la
considera determinada, encuentra la razón de la diferencia.
2. Aquel argumento lo podemos
encontrar en el libro Fons Vitae. Y sería
viable si el modo de recibir del entendimiento fuese el mismo que el
de la materia. Pero es evidentemente falso. Pues la materia recibe la
forma para quedar constituida en ser de alguna especie, bien sea del
aire, bien sea del fuego, o de cualquier otra. Pero el entendimiento
no recibe la forma de esta manera, pues, de ser así, sería verificable
la opinión de Empédocles, quien sostuvo que nosotros conocemos la
tierra por la tierra y el fuego por el fuego. Sino
que la forma inteligible está en el entendimiento en su misma razón de
forma, pues así es conocida por el entendimiento. Por eso, dicha
recepción no es una recepción de la materia, sino de la sustancia
inmaterial.
3. Aun cuando en el ángel no haya
composición de forma y de materia, sin embargo, sí se da en él el acto
y la potencia. Esto resulta evidente si partimos del análisis de las
cosas materiales, en las cuales se encuentra una
doble composición. La primera, la de la materia y la forma, a partir
de las cuales se constituye alguna naturaleza, y la naturaleza
compuesta de esta forma no es su propio ser, sino que el ser es su
acto. Por eso, la misma naturaleza se relaciona con su ser como la
potencia con el acto. Por lo tanto, suprimida la materia, y suponiendo
que la forma subsista sin materia, todavía permanece la relación de la
forma con su mismo ser, tal como la potencia se relaciona con el acto.
Este tipo de composición es el que hay que entender en los ángeles.
Esto es lo que sostienen algunos cuando dicen que el ángel está
compuesto de aquello
por lo que es y de aquello
que es
o, como dice Boecio con otras palabras, del
ser
y de aquello
que es. Pues, en efecto, lo
que es
constituye la misma forma subsistente y su ser es aquello
por lo
que la sustancia existe, como la carrera es aquello por lo que
quien corre es corredor. En Dios, sin embargo, el ser y aquello por lo
que es no son cosas distintas, como quedó demostrado (
q.3 a.4). Por lo
tanto, sólo Dios es acto puro.
4. Toda criatura es absolutamente
finita en cuanto que su ser no es algo absoluto subsistente, sino que
está limitado por alguna naturaleza que lo recibe. Pero nada impide
que alguna criatura sea infinita en cierto modo. Las criaturas
materiales tienen la infinitud por parte de la materia, pero la
finitud por parte de la forma, la cual está limitada por la materia en
la que es recibida. Las sustancias inmateriales creadas son finitas en
cuanto a su ser, pero infinitas en cuanto que sus formas no son
recibidas en otro. Es como si dijéramos que la blancura separada fuese
infinita en cuanto al concepto de blancura, porque no está concentrada
en algún sujeto. Sin embargo, su ser sería finito, porque está
determinado por alguna naturaleza específica. Por eso se dice en el
libro De Causis que la inteligencia es finita
en lo superior, esto es, en cuanto recibe el ser de algo superior,
pero es infinita en lo inferior, esto es, en cuanto que no es
recibida en ninguna materia.
Artículo 3:
¿Es o no es inmenso el número de los ángeles?
lat
Objeciones por las que parece que no es inmenso el número de los
ángeles:
1. El número es una especie de la cantidad y proviene de la división
de lo continuo. Pero esto no puede darse en los ángeles, puesto que
son incorpóreos, como quedó demostrado (
a.1). Por lo tanto, no puede
ser inmenso el número de los ángeles.
2. Cuanto más se aproxima una cosa a la unidad, tanto menos
se multiplica, como sucede en los números. Pero de entre todas las
naturalezas creadas, la angélica es la que está más
cerca de Dios. Por lo tanto, como quiera que Dios es
la máxima unidad, parece que en la naturaleza angélica se halla la
mínima multiplicidad.
3. El efecto propio de las sustancias separadas parece
ser el movimiento de los cuerpos celestes. Pero el movimiento de los
cuerpos celestes se reduce a un pequeño número que nosotros podemos
incluso observar. Por lo tanto, los ángeles no son más numerosos que
los movimientos de los cuerpos celestes.
4. En el c.4
De Div. Nom.,
Dionisio dice que
todas las sustancias inteligibles e intelectuales
subsisten a causa de los rayos de la bondad divina. Pero los rayos
no se multiplican más que por la diversidad de los objetos que los
reciben. Y no puede decirse que la materia reciba rayos inteligibles,
puesto que las sustancias intelectuales son inmateriales, como quedó
demostrado (
a.2). Por lo tanto, parece que el número de las sustancias
intelectuales depende de lo que exigen los cuerpos primeros, los
celestes, para que de este modo termine en ellos el alcance de los
rayos. Hay que concluir lo mismo que antes.
Contra esto: está lo que se dice en Dan 7,10: Miles de miles le
servían. Miles de millones le asistían.
Respondo: Con el objetivo de determinar el
número de las sustancias separadas, ha habido diversas opiniones.
Platón estableció que las sustancias separadas son las
especies de las cosas sensibles, lo cual es admitir que la naturaleza
humana existe como separada. Según esta hipótesis, era necesario
suponer que el número de las sustancias separadas corresponde al de
las especies sensibles. Pero Aristóteles rechaza esta postura fundándose en que la materia pertenece a la razón de esencia de los seres sensibles. Por eso, las sustancias separadas no pueden ser las especies ejemplares de los seres sensibles de aquí, sino que han de poseer naturalezas superiores a las naturalezas de las cosas sensibles.
Sin embargo, el mismo Aristóteles sostuvo que aquellas
naturalezas perfectas, con las cosas sensibles de aquí, mantienen la
relación de motor y de fin. De este modo, estableció que el número de
las sustancias inmateriales es acorde con el de los primeros
movimientos.
Pero porque esto parecía contradecir los documentos de la Sagrada
Escritura, el Rabí Moisés, judío, queriendo llegar a un acuerdo,
sostuvo que los ángeles, en cuanto que son llamados sustancias
inmateriales, se multiplican según el número de los cuerpos celestes,
tal como decía Aristóteles. Pero añadió que en la
Sagrada Escritura se llama también ángeles a los hombres mensajeros de
lo divino, y también a todas las perfecciones de las cosas naturales
que desvelan la omnipotencia de Dios. Pero que se
llamen ángeles a las perfecciones de los seres irracionales es algo
totalmente extraño a la Escritura.
Por lo tanto, hay que decir que los ángeles, en cuanto sustancias
inmateriales, constituyen una inmensa multitud, superior a la de los
seres materiales. Esto es lo que dice Dionisio en el c.14 Cael.
Hier.: Muchos son los ejércitos bienaventurados
de las mentes celestes. Tantos que exceden la medida pobre y mezquina
de nuestros números materiales. El porqué de todo esto se debe a
que, como quiera que sobre todo lo intentado por Dios al crear las
cosas es la perfección del universo, cuanto más perfectas sean las
cosas, en mayor cantidad son creadas por Dios. Pero como, tratándose
de los cuerpos, la grandeza responde a la magnitud, al hablar de los
seres incorpóreos puede decirse que la grandeza responde a la
multitud. Podemos comprobar que los cuerpos incorruptibles, los más
perfectos, son de una magnitud que sobrepasa incomparablemente la de
los corruptibles, puesto que toda la esfera de los elementos activos y
pasivos resulta ser algo pequeño comparado con los cuerpos celestes.
Consecuentemente, es razonable pensar que las sustancias inmateriales
excedan en número a las materiales, de tal forma que
casi ni se pueden comparar.
A las objeciones:
1. En los ángeles no se da el
número como cantidad alterna, causado por la división de lo continuo,
sino el causado por la distinción de las formas, en cuanto que la
multitud es uno de los transcendentales, como dijimos anteriormente
(
q.30 a.3).
2. Por su proximidad a Dios, la
naturaleza angélica es necesario que tenga un mínimo de multiplicidad
en su composición. Pero de ahi no se deduce que se dé en
pocos.
3. Aquel argumento lo ofrece
Aristóteles en XII Metaphys. Sería
necesariamente concluyente si las sustancias separadas existieran con
las sustancias corporales. Pues, de ser así, las sustancias
inmateriales no tendrían razón de ser a menos que hubiese en las cosas
corpóreas algún movimiento producido por ellas. Pero no es cierto que
las sustancias inmateriales existan por las corporales, porque el fin es
más noble que los medios. Por eso, Aristóteles dice
también que este argumento no es demostrativo, sino
probable. A pesar de todo eso, se vio obligado a utilizarlo, porque
nosotros no podemos llegar a conocer lo inteligible más que por lo
sensible.
4. Aquel argumento es viable para
los que consideran la materia como causa de distinción de las cosas.
Esto lo hemos rechazado anteriormente (
q.47 a.1). Por lo tanto, la
multiplicación de los ángeles no hay que buscarla ni en la materia ni
en lo corporal, sino en la sabiduría divina, que dispuso los diversos
órdenes de las sustancias inmateriales.
Artículo 4:
Los ángeles, ¿difieren o no difieren en especie?
lat
Objeciones por las que parece que los ángeles no difieren en
especie:
1. Puesto que la diferencia es más noble que el género, todos los
seres que coinciden en lo más noble coinciden en la última diferencia
constitutiva y, por tanto, son de la misma especie. Pero todos los
ángeles coinciden en lo más noble, esto es, la intelectualidad. Por lo
tanto, todos los ángeles son de la misma especie.
2. Lo más y lo menos no diversifican la especie. Pero parece
que los ángeles no se diferencian unos de otros más que en lo más o lo
menos. Ejemplo: Uno es más simple que otro, o tiene una inteligencia
más capaz. Por lo tanto, los ángeles no se diferencian en la
especie.
3. El alma y el ángel se oponen como miembros de una
división. Pero todas las almas son de la misma especie. Por lo tanto,
también lo son los ángeles.
4. Cuanto más perfecta es la naturaleza de un ser, tanto
más debe multiplicarse. Pero esto no se daría si cada especie no
tuviera más que un solo individuo. Por lo tanto, hay muchos ángeles de
la misma especie.
Contra esto: está lo que dice el Filósofo en III Metaphys.: En los seres de la misma especie no es posible
hallar un primero y un segundo. Pero en los ángeles, incluso en los
del mismo orden, están los primeros, los de en medio, y los últimos,
como dice Dionisio en c.10 Ang. Hier. Por lo
tanto, los ángeles no son de la misma especie.
Respondo: Algunos sostuvieron
que todas las sustancias espirituales, también las almas, son de la
misma especie. Otros, por su parte, dijeron que todos
los ángeles son de la misma especie, pero no las almas. Hubo
otros que dijeron que son de la misma especie todos los
ángeles de la misma jerarquía o del mismo orden.
Pero esto es imposible. Pues las cosas que tienen la misma especie y
difieren numéricamente, coinciden en la forma y se distinguen
materialmente. Por lo tanto, si los ángeles no están compuestos a
partir de la materia y de la forma, como dijimos anteriormente (a.2),
hay que concluir que es imposible que haya dos ángeles de la misma
especie. Como imposible es decir que hay muchas blancuras separadas, o
muchas humanidades, puesto que las blancuras no son muchas a no ser en
cuanto que están en muchas sustancias.
Sin embargo, incluso si los ángeles tuvieran materia, no podría
decirse que hay muchos de la misma especie. Pues, de ser así, sería
necesario que el principio de distinción entre uno y otro fuese la
materia, y no por la división de la cantidad, ya que son incorpóreos,
sino por la diversidad de potencias. Ahora bien, la diversidad de la
materia produce no sólo diversidad de especie, sino también de
género.
A las objeciones:
1. La diferencia es más noble que
el género, como lo determinado que lo indeterminado, y lo propio que
lo común. Pero no como naturalezas distintas. De lo contrario, sería
necesario que todos los animales irracionales fueran de la misma
especie, o que hubiera en ellos alguna otra forma más perfecta que el
alma sensible. Por lo tanto, los animales irracionales se diferencian
en la especie según los diversos y determinados grados de la
naturaleza sensitiva. De forma parecida, todos los ángeles se difieren
en la especie según los diversos grados de la naturaleza
intelectiva.
2. Lo más y lo menos, en cuanto
que están causados por la intensidad o alejamiento de una forma, no
diversifican la especie. Sino que diversifican la especie en cuanto
que están causados a partir de las formas de los diversos grados.
Ejemplo: El fuego es más perfecto que el aire. Es así como lo más y lo
menos diversifica a los ángeles.
3. El bien de la especie prevalece
sobre el bien del individuo. Por eso, es mucho mejor que se
multipliquen las especies en los ángeles que los individuos en la
especie.
4. El agente no persigue la
multiplicación numérica, prolongable hasta el infinito, sino sólo la
multiplicación específica, como dijimos (
q.47 a.3 ad 2). Por eso, la
perfección de la naturaleza angélica requiere la multiplicación de las
especies y no la de los individuos en una especie.
Artículo 5:
Los ángeles, ¿son o no son incorruptibles?
lat
Objeciones por las que parece que los ángeles no son
incorruptibles:
1. Hablando del ángel dice el Damasceno: Es
sustancia intelectual que obtiene la inmortalidad por la gracia y no
por la naturaleza.
2. Más aún. En el Timeo, Platón
dice: ¡Oh dioses de los dioses!, de quienes yo soy a la vez
artífice y padre. Vosotros, obra mía, sois perecederos por naturaleza,
pero imperecederos porque yo lo he querido. Este tipo de dioses no
puede ser entendido más que aplicado a los ángeles. Por lo tanto, por
naturaleza los ángeles son corruptibles.
3. Dice Gregorio: Todas las cosas
quedarían reducidas a la nada si no las conservara la mano del
Omnipotente. Pero lo que puede ser reducido a la nada es
corruptible. Por lo tanto, como los ángeles fueron hechos por Dios,
parece que, por naturaleza, son corruptibles.
Contra esto: está lo que dice Dionisio en el c.4 De Div. Nom.: Las sustancias intelectuales tienen una vida
indefectible, pues están libres de toda corrupción, de la muerte, de
la materia y de la generación.
Respondo: Es obligatorio afirmar que los
ángeles por naturaleza son incorruptibles. La razón de esto se debe a
que nada se corrompe a no ser que su forma se separe de la materia.
Pero como quiera que el ángel es su misma forma subsistente, según se
dijo (
a.2), es imposible que su sustancia sea corruptible. Pues lo que
le corresponde a un ser por su misma naturaleza es inseparable de él.
Y, en cambio, lo que le conviene por cualquier otra razón, se puede
separar al desaparecer aquello por lo que le conviene. Ejemplo: La
redondez es inseparable de la circunferencia, porque, por ser tal, le
corresponde. No obstante, una circunferencia de metal puede perder su
redondez si el metal pierde su forma circular. El existir, en cuanto
tal, le conviene a la forma, ya que cada cosa es ser en acto en cuanto
que tiene forma, y la misma materia es ser en acto por la forma. Por
lo tanto, el ser compuesto a partir de la materia y de la forma deja
de existir en acto cuando la forma se separa de la materia. Pero si es
la misma forma la que subsiste en su ser, y esto es lo que sucede en
los ángeles, como dijimos (
a.2), no puede perder el ser. Así, pues, la
misma inmaterialidad del ángel es la razón por la que el ángel es
incorruptible por naturaleza.
Un signo de dicha incorruptibilidad puede encontrarse
a partir de su operación intelectual. Pues, porque todo ser obra tal
cual es, la operación de algo indica su modo de ser. Pero la especie y
la razón de la operación son comprehendidas a partir del objeto. Y el
objeto inteligible, al estar por encima del tiempo, es sempiterno. Por
eso, toda sustancia intelectual es incorruptible por
naturaleza.
A las objeciones:
1. El Damasceno está hablando de la
inmortalidad perfecta, que incluye la total inmutabilidad, porque
todo cambio es como una muerte, según Agustín.
Como demostraremos más adelante (
q.62 a.2.8), los ángeles no obtienen
la perfecta inmutabilidad más que por la gracia.
2. Platón, por
dioses entiende los cuerpos celestes, que los suponía compuestos a
partir de los elementos y, por tanto, corruptibles por naturaleza, si
bien siempre mantenidos en el ser por voluntad divina.
3. Según dijimos (
q.44 a.1 ad 2),
hay cosas necesarias cuya necesidad tiene una causa. Por eso no
contradice lo necesario ni lo incorruptible que su ser dependa de otro
como de su causa. Por lo tanto, cuando se dice que todo, incluidos los
ángeles, se precipitarían en la nada si no estuvieran presentes en
Dios, con eso no se da a entender que en los ángeles haya algún
principio de corrupción, sino que el ser del ángel depende de Dios
como de su causa. Por otra parte, no se dice que algo sea corruptible
por el hecho de que Dios pueda reducirlo a la nada retirando su acción
conservadora, sino porque en sí mismo encierra algún principio de
corrupción, como puede ser la contrariedad o, al menos, la
potencialidad de la materia.